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{ Laberinto }

Narrador omnisciente

Edades: Abigail (14 años), Thomas (15 años), Newt (16 años), Alby y Nick (17 años), Minho, Winston, Siggy —Sartén—, Clint y Jeff (15 años), Aris Jones y Teresa (17 años)

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Edades: Abigail (14 años), Thomas (15 años), Newt (16 años), Alby y Nick (17 años), Minho, Winston, Siggy —Sartén—, Clint y Jeff (15 años), Aris Jones y Teresa (17 años).

En ese maldito año, habían separado a Thomas y a Abigail de sus amigos. Ahora ellos estaban todos los días juntos. De la habitación nueva que les habían instalado para ellos dos hasta la sala donde hacían el proyecto, y luego otra vez a la habitación.

Los habían distanciado a todos al momento en el que Abbie y Thomas tuvieron una "pelea" con Newt. En resumidas cuentas, Newt quiso saber lo que estaba pasando y porque los habían cambiado de habitación. Thomas y Abbie tuvieron que mentir y decir que había mucho trabajo y se quedaban muchas horas despiertos.

Al final, Ava decidió que deberían mantener distancia hasta que todo acabara. Y, con eso, Paige se refería a que por fin consiguieran que Abbie se quedara embarazada.

Y, bueno, la historia seguirá contándose sola.

21:34

La puerta de la habitación estaba cerrada con llave desde dentro, paredes totalmente insonorizadas, todo el Grupo A cenando en el comedor. Solo los jadeos y las respiraciones agitadas y erráticas eran lo único que Abbie era capaz de escuchar.

<<Sí, está pasando de nuevo.>>

Eso pensó Abigail, inclinando la cabeza hacia atrás para dejarle más disposición a Thomas. El chico estaba sentando sobre la cama, rozando la piel de su cuello con la punta de la nariz, sus labios jugueteando con ella de vez en cuando. Las mantas estaban deshechas, toda la ropa menos la interior en el suelo.

<<Hoy tiene que ser el día... por favor.>>

Abbie se meció contra la cadera de Thomas, haciéndole suspirar. Porque, sí, aunque estuvieran forzados a hacerlo, no decía que en algunos momentos, aquello no lo disfrutaran. En el fondo, y muy, muy en el fondo, estaban enamorados del otro, se gustaron desde el momento en el que se vieron. Así que, ese dato, por muy profundo que estuviese, les hacía olvidarse por un momento para que lo hacían. Porqué lo hacían.

—Espera, espera, Thomas —murmuró con la voz entrecortada, apoyando una mano en su pecho desnudo, en medio de sus pectorales. El chico respiró errático contra su boca—. Necesito... un momento.

—Está bien, tranquila —asintió, acariciando su espalda baja con suavidad, estremeciéndola—. Tómate tu tiempo, es normal.

—Te juro que lo intento, Thomas, pero... —gracias a su respiración de mierda, le estaba constando aún más hablar de lo que esperaba.

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