La historia comienza desde cero, donde los protagonistas aún son unos niños, donde aún no conocen la verdadera razón por la que son tan especiales (o qué los hace diferentes). Así que, entra a conocer la historia completa.
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18:34
—Parece un pollito recién salido del maldito huevo.
Chuck, Nathan, Will, Harry y Abbie estaban sentados en uno de los merenderos al lado de la cocina de Sartén. Los dos últimos se habían sentado sobre la mesa, con los pies apoyados en el banco, mientras que Chuck, Will y Nathan decidieron sentarse como personas normales.
Observaban como Alby le daba el famoso recorrido al nuevo novato.
—Chuck, no te pases —Harry musitó—, es normal que esté asustado. Todos lo estuvimos cuando llegamos.
Abigail miró a Harry, que se dio cuenta de su enorme cagada. Ella sonrió y codeó el brazo del rubio, que se mordió el labio.
—Interesante. —Murmuró Will, mordiendo la pequeña ramilla que había arrancado de la hierba del suelo y, aún así, dedicándole desde el banco una mirada divertida a Harry.
—¿Qué pasa? Tú casi te meas del susto al pensar que íbamos a matarte y a cortarte en pedazos para dárselos de comer a los Laceradores. —Harry se intentó defender.
—¡Oye! —se quejó Will, y miró a su mejor amigo—. Nathan, dile algo, ¿no?
—¿Por qué lo defiendes tanto? ¿Estás interesado en el chico guapo? —añadió Nathan segundos después, con los brazos apoyados en la mesa, pero dándoles la espalda para mirar hacia el líder y el novato.
Harry abrió la boca para decir algo, pero nada salió de sus labios, se había quedado en blanco. Sus ojos azules se fijaron en la chica de su lado, que arqueaba las cejas, sonriendo.
—¿Qué? ¡Claro que no! —negó cuando la voz consiguió salirle—. Es solo que... no sé, no creo que debamos culparlo, es normal, ¿no?
Añadió lo último al darle un manotazo en la cara a Abbie para que dejase de mirarle con esa expresión tan burlesca.
—Lo que sea, el nuevo no es nada feo, no te culpo —añadió Will, pasando su brazo por los hombros de Nathan—. Pero parece muy... inocente. Como ha dicho Chuck, parece un pollito recién salido del huevo.
Abbie dejó de sonreír cuando Winston corrió hacia ellos, una expresión divertida enmarcada en su cara.
—Eh, tíos —dijo en cuanto llegó, apoyando una mano en la mesa por el agoto—, ¿os habéis enterado? —agregó, su expresión divertida no desaparecía.
