Capítulo VI

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Desviando la mirada de la pantalla de la computadora, Alejandra se levantaba de su escritorio recogiendo su bolso de mano, Max seguía en su oficina con su abogado de visita, sabía que tardarían un rato, dejó su escritorio tomando el ascensor, Ricardo se encontraba en el pequeño espacio metálico.

- Ricardo, si quieres hablar con el señor Villarreal, tiene visita, creo que será mejor que vengas más tarde. Alejandra explicó, permaneciendo el comandante en su lugar.

- En realidad, vine a invitarte a comer. Me gustaría que platicáramos.

- Me encantaría, pero he quedado para comer con una nueva clienta. ¿Podemos hacerlo mañana, cenar y tomar unas copas?

- Claro por supuesto. No sabía que salías con nuevos clientes, ¿ella tenía alguna duda?

- La verdad es que no, parece que lo ha entendido todo perfectamente. Sin embargo, dijo que le gustaría saber con quién haces negocios y, francamente, ni siquiera yo entendí por qué una abogada corporativa querría almorzar conmigo.

- ¿La conozco?

- Creo que no, es la primera vez que viene a vernos, nos la recomendaron por lo que me explicó. Se llama Victoria Mondragón, una mujer muy elegante.

- Victoria Mondragón. ¿Está segura? Ricardo repitió el nombre, su mirada revelando cierto reconocimiento.

- Claro que sí, ¿la conoces?

- He oído hablar de ella, pero ya sabes lo que dicen de los abogados. Todos se van al infierno, más vale que tengas cuidado.

- Es un almuerzo de Ricardo. Las puertas se abrían y ella le respondía, dejándole atrás.

Pasando por la entrada, saliendo, observando durante unos instantes los dos lados frente al edificio, un chófer la señalaba, haciéndola dirigirse en su dirección.

- Señorita Guillén. Soy el chófer de la señorita Mondragón, ¿está lista?

- Sí, podemos irnos.

Abriendo la puerta del asiento trasero, Alejandra subía, el auto dirigiéndose al centro, observando el camino en silencio, había algo en Victoria que le causaba curiosidad, mientras que a Ricardo la invitación le parecía singular, así como la mujer, aunque no quiso revelar lo que había escuchado de ella.

Con el coche aparcado, la puerta se abría frente a un lujoso hotel, un edificio imponente, que aunque mirases hacia arriba no se veía la parte superior, pasando por la entrada, a la recepción, una joven le indicaba el camino al restaurante donde le esperaba Victoria, caminando por los pasillos de mármol, cruzando un salón abierto, varias mesas estaban esparcidas con pequeños arreglos, unas pocas personas llenaban el espacio, un bar, con varias botellas decorativas detrás del mesón, una puerta de vidrio abierta que daba acceso a un jardín de invierno con plantas especialmente elegidas, un suave aroma a flores se apoderaba del ambiente, Victoria sentada en una mesa con una copa de vino.

- Siéntate, me alegro de que hayas aceptado mi invitación.

- Gracias, este lugar es precioso.

- Es una joya en el centro de nuestra hermosa ciudad. Tengo un apartamento donde la vista es aún más hermosa.

Un camarero se acercó, repartiendo los menús, las dos hicieron sus pedidos, Alejandra se ceñía a un agua con gas mientras Victoria seguía con el vino blanco.

- Imagino que te preguntarás por qué te he invitado.

- Sí, definitivamente hay otras personas mejor cualificadas que yo para hablarte de nuestro servicio.

MatámeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora