Capítulo 2

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Capítulo 2: La manada de lobos salvajes.

~• Cassie •~

—No quiero. —dije firme.

—Cassandra Russo, no te estoy preguntando, es una orden.

—Me niego, prefiero comer helado con sabor a popo.

—¡Cassandra! Vas a ir a esa cena, vas a convivir con tus nuevos hermanos, serás muy educada y no quiero oír quejas. Pensé que los habías aceptado con nuestra charla de hace unos días.

—No, yo jamás dije eso. Acepte el hecho de que me mentiste y te perdone, pero nunca dije que aceptaba todo lo demás, esa clase de noticias no se pueden digerir fácilmente.

>>Además, no quiero ir a esa cena y tener que volver a estar con esa manada de lobos salvajes. Ni siquiera tenemos nada en común y... estoy muy ocupada...

—¿Ah, sí? ¿Y qué cosas tan importantes tienes que hacer jovencita?

—Pues... Ya sabés... Tengo que peinar a mis... ¿muñecas? ¡Sí, eso! Mis muñecas. Así que no puedo ir, lo lamento mucho papá, en serio. Bueno... Será para la próxima, agh, que mala suerte. —me lamenté retrocediendo lentamente hacia la cocina.

—Alto ahí, señorita. Con que peinar tus muñecas ¿eh?

—Sip, eso, exactamente. Si no lo hago yo, quién lo hará papá, no pueden peinarse ellas mismas.

—Cassie, cariño. —habló con una sonrisa repleta de ironía. —Tú no tienes muñecas, porque según en tus propias palabras y cito: "Las muñecas no se mueven, ni hacen ruido, son aburridas. Los robots, sí. No me compres muñecas o dejo de ser tu hija." —dijo imitando mi voz.

—Yo no hablo así. —me quejé con el ceño fruncido por su pésima imitación.

—Sea como sea, irás a esa cena. Así tenga que llevarte gritando y pataleando. ¿Entendido?

—Sí, papi. —acepté enojada.

—Muy bien, a las 7 en punto te quiero lista.

—Ajá. —afirmé fastidiada.

Papá solto un largo suspiro y se puso de rodillas frente a mí, para estar a mi altura. —Mira Cassie, sé que esto no te entusiasma mucho, pero se van a mudar el viernes y viviran en la misma casa, tienes que aprender a convivir con ellos, no podrás ignorarlos viviendo en la misma casa. Hay que buscar soluciones.

—Bueno... La casa es muy grande y siempre está la opción de dormir bajo un puente. —comenté pensativa mis opciones.

—¡Cassie!

—¿Qué? No me regañes. Dijiste que buscara soluciones.

—Agh. —se quejó dándose una palmada en la frente en señal de frustración.

(•••)

—¡AAAAAAAHHH! NO QUIERO IR, ME NIEGO. PREFIERO TENER MUÑECAS. —grité pataleando haciendo un berrinche en el suelo.

No iré a esa estúpida cena, ni loca.

—¡Cassandra Alejandra de la Rosa Russo! —siempre me regaña con el primer nombre que se le ocurre. —Más te vale dejar los berrinches a un lado si no quieres llegar a esa cena con la cola roja. ¡¿Quedo claro?! —gritó papá con la poca paciencia que le quedaba.

—Pero papi... —sollocé con ojos de cachorrito. Me jalo del brazo y me dió tres fuertes nalgadas en mi colita como advertencia si hacia otro berrinche. —¡Ay!

¡No quiero vivir con lobos salvajes!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora