Capítulo 3

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Capítulo 3: Pequeña pijamada.

Narrador omnisciente:

Los niños se habían escondido debajo de la mesa. Tylor, el mayor, trato de trasmitir calma a sus hermanos y a la nueva niña que sería su hermana, escondiendolos detrás de él; Thomas solo mirada la situación entre asustado y ansioso; los gemelos trataban de ignorar la tensión del ambiente mirándose entre sí y haciendo un pacto silencioso sin percatarse de los temblores en sus cuerpos; y la más pequeña de todos, era la que parecía la más afectada por la situación.

La pequeña temblaba, lloraba en silencio con los ojos cerrados y con el corazón a nada de salirse de su pecho. Lo que los chicos desconocían era que la pequeña había pasado por una situación parecida hacía un tiempo y sufría de un trauma.

Los chicos al percatarse de la situación de la más pequeña y atrajeron así ella en un abrazo protector. Tal vez no la conocían y que no les agradaba mucho, pero eso no significaba que la odiaran hasta el punto de disfrutar de su sufrimiento, por el contrario, no les agradaba verla de esa manera.

La que se suponía que sería una linda cena familiar, había sido interrumpida por un grupo de hombres armados que irrumpieron en la casa.

—Ustedes busquen a los niños, —dijo el que aparentaba ser el líder, a dos de sus subordinados. —Los demás, contra Erick Russo y Clarise Rowling.

Los padres al asegurarse que los niños estuvieran a salvó, no tardaron en tomar acción en la situación.

Erick, le hizo una señal con la mano a Clarise que entienda perfectamente y se pone en posición para luchar con una sonrisa desafiante en su rostro.

—Arruinaron mi cena, no les tendré piedad. —amenazó empuñando su cuchillo con destreza, pareciendo capaz de cortar el aire.

Aunque los dos parecían simples padres comunes y corrientes, la verdad era que ambos eran criminales altamente peligrosos buscados de forma internacional. Erick, el padre estricto y amoroso, era el jefe de una organización internacional que traficaba una amplia variedad de sustancias ilegales, desde drogas, sustancias ilícitas, armas y personas; estableció una red de contactos y distribución a nivel mundial, aprovechándose de la corrupción y la impunidad en algunos países.

Clarise, la dedicada y trabajadora madre de 4 niños (próximamente 5), no se quedaba atrás; era una asesina altamente capacitada y experimentada que trabaja en la organización de Erick desde hacía muchos años, realizando misiones mortales para la organización.

No eran buenas personas, pero sí buenos padres, sin duda no había cosa que no harían por sus hijos.

Erick sacó su arma para enfrentarse a los hombres, mientras que Clarise se movía sigilosamente alrededor de la habitación, preparada para atacar en cualquier momento.

Los hombres intentaron abordar al Erick, pero él muestra su habilidad en el manejo de armas, disparando con precisión y derribando a varios atacantes. Clarise, con su destreza en el combate cuerpo a cuerpo, se lanza contra los hombres que tratan acercarse a sus niños, desarmándolos e incapacitándolos, hiriendolos en lugares precisos que los lastimaria de gravedad, con la intención de que no derramara mucha sangre, no en su alfombra favorita.

La escena se convierte en una danza mortal, con movimientos rápidos y precisos.

Finalmente, los hombres fueron derrotados y la habitación se llenó de un tenso silencio. Permitiendo que la familia respire aliviada.

Erick se acercó a los niños preocupado, con Clarise siguiéndole el paso. —Niños, ¿Están bien?

Los chicos solo pueden mirar a los adultos cubiertos de sangre.

¡No quiero vivir con lobos salvajes!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora