Capítulo 4: Castigo y mudanza.
Narrador omnisciente:
No, no, no. No hice nada malo, ¿Verdad?
O al menos nada realmente malo.
Solo dí mi honesta opinión.
La pobre Cassie se había estado rompiendo la cabeza en todo lo que llevaba de la tarde.
¿Debido a qué? Pues digamos que luego de llegar a casa, su padre le habia dedicado un mirada y unas palabras que no significaban precisamente "todo perdonado".
<<—"Tú y yo tenemos una charla pendiente, señorita.">>
Aunque para cualquiera esas palabras no significaban la gran cosa, para Cassie y su padre era el aseguramiento de un castigo, pero la pequeña aún no podía comprender qué había hecho exactamente mal.
—...ssie.
¿Fue algo que dije, no?
—Cassie....
Y si fuera el caso, solo dije las cosas como son.
No dije ninguna mentira.
¿Cierto?
—¡Cassandra!
—¿Q-qué? —preguntó la pequeña desentendida por el llamado.
Era su profesor de literatura, Elliott. Uno de sus tutores particulares, clases que veía en casa desde una edad muy temprana.
—Cassie, llevo 10 minutos llamándote. —expresó en un tono de reproche el profesor.
—Lo siento. —dijo la pequeña con un auténtico arrepentimiento plasmado en su rostro.
Lo último que necesito ahora es que papá se enteré que no presto atención en clase.
Elliott al ver el arrepentimiento genuino con el que se expresaba Cassie, decidió dejarlo pasar, de todas formas ya su hora había acabado.
—Está bien, pero a la próxima asegúrate de prestar más atención, Cassandra. Nos vemos el próximo miércoles, pórtate bien. —dijo el maestro como despedida para posteriormente salir de la pequeña habitación dedicada únicamente a las clases de la niña.
Juro que intento portarme bien.
Las preguntas y las respuestas inexistente seguían rondando por los pensamientos de la menor. ¿En qué la había cagado?
Bueno, no iba a mentirse así misma, sí se le ocurrían algunas ideas de la causa del enfado de su padre y su posible, pero para nada intencionado comportamiento. Sí, tal vez sí fue un poco grosera con Lady Tremaine, pero en su defensa esa no habia sido su intención, solo que sus comentarios se confundieron entre la honestidad y la crueldad.
Lo que le rompía la cabeza era cuál era la razón exacta del por qué su padre consideraba que era razón para un castigo, pensó que con una charla o un tiempo en la esquina fuera suficiente para reflexionar.
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¡No quiero vivir con lobos salvajes!
RandomTodo iba bien, estábamos bien. Solo éramos papá y yo. ¿Qué se le metió en la cabeza para pensar que sería una buena idea añadir a nuestra familia, "una manada de lobos salvajes"? Ahora... no solo tengo que compartir mi casa, sino que también a mi p...