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Con cerveza en mano observaba con dirección a la pista donde Ramón bailaba en compañía de su amiga del trabajo. Estábamos sentados muy cerca de la barra, habíamos quedado de ir con Joel y con Oskar, estos últimos pedían otra ronda en la barra, y yo aguardaba a solas, sentado en mi lugar en la mesa.

—Pero si tú te estás comiendo a la noviecita del Ramón —me dijo Oskar al oído, antes de soltar una carcajada y palmearme la espalda con fuerza. Joel se sentó a un lado suyo y destapó una cerveza, levantándola ligeramente hacia mi dirección.

—Por Fierro —dijo con entusiasmo y nosotros dos copeamos las botellas enseguida—, porque mírale bien, Oskar, estás sentado junto al próximo campeón del mundo.

Sonreí. Eran mis mejores amigos, aún no conocían mi secreto y no estaba listo para confesarme, pero en el fondo esperaba a que me comprendiesen cuando me aclarase con ellos y les contase acerca de mi relación con Ramón. Habíamos crecido juntos en el mismo vecindario, nos habíamos puesto los guantes cientos de veces, éramos un equipo desde que los tres emprendimos una carrera en el mundo del boxeo. Ellos eran más unidos, pero siempre tenían un lugar para mí.

—¿No te parece que es muy pronto para que me llames «campeón»?

—Para nada —respondió Oskar—, para nosotros ya lo eres, hermano.

—A mí lo que sigue sin cuadrarme es lo del viejo —comentó Joel, refiriéndose a la situación con mi padre—; ¿por qué de pronto te vas con Dani y dejas el González arrumbado?

Asentí con la cabeza, frunciendo los labios mientras meneaba mi botella.

—Pues se acabó y punto —contesté—; ustedes dos saben que esto de tirar guante también es un negocio. Y ya no me convenía andar con el viejo. Dani cree que puedo despuntar hasta el mediano. Y yo me lo estoy tomando muy en serio.

—¿Te vas al mediano? —inquirió Oskar con notable interés. Joel me observaba con atención, todavía con la duda clavada en su mirada.

—Quiero ser campeón en welter. Luego me brinco al peso mediano.

—¿Y cuando tengas que defender el título de welter? —preguntó Joel—, ¿a poco vas a estar bajando y subiendo?

—Quiero que el viejo me vea con el cinturón. Después me quedaré en la categoría en la que me sienta más cómodo.

—Ya habla como un profesional —murmuró Oskar en tono burlesco.

—Ya es un profesional, mequetón. —contestó el otro, dándole un manotazo en la cabeza. Yo me reí ante la escena.

—Mira Joel, donde empieces, ahorita mismo te ventilo todos tus trapitos con Fierro y quedas mal parado.

—Ah, ya van a empezar... —Chasqueé la lengua—, lo que deberían de hacer es ir a buscar alguna chica para ir a bailar. Ustedes dos son como perros y gatos conviviendo dentro de una jaula.

—Hablando de jaulas, ¿vieron la pelea de anoche, la de Félix contra Galván?

Me distraje un momento, buscando a Ramón entre las personas, ganándome un codazo por parte de Oskar. Entonces volteé a verle y negué con la cabeza.

—No la vi, supe que ganó Galván —comenté sin mucho interés y me apuré un trago, volviendo mi vista hacia la pista. No era capaz de encontrar a Ramón por ningún lado—. Ahora regreso, no tardo.

Caminé aproximadamente algunos diez minutos hasta que decidí irme a la segunda planta, y ahí estaba él, charlando con un chico en la barra mientras sostenía un cigarrillo en su mano derecha y una cerveza a medias en su izquierda. En cuanto me vio me sonrió despreocupadamente, yo me acerqué y coloqué una de mis manos sobre su hombro, mirando al otro a los ojos.

Alguien Digno De Mí: Libro 2 [EXTRACTO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora