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Después de aquel beso, sus frentes se pegaron y se miraron a los ojos.

- ¿Qué fue eso? - cuestionó Jimin con las mejillas pintadas de color carmesí. 

- Eso es todo lo que no pude decir - respondió el más alto sin dejar de rosar su nariz con la pequeña del menor. 

- ¿De verdad? ¿En serio sientes algo por mí? ¿No sólo me ves como un amigo? - volvió a cuestionar haciendo un puchero con el miedo a escuchar la respuesta. 

- Jiminnie, nunca te vi como un amigo, desde que te conocí sentí algo por ti y supe que no sólo era una amistad. Desde que me crucé con esos ojitos que tienes, supe que tenía que protegerte de todo y todos. 

>> Si yo no dije nada o no demostré nada, fue porque no quería arruinar nuestra amistad, porque puede que tú sí sólo me veas como un amigo y lo que menos quiero es que me alejes de ti. Sólo quiero que me permitas seguir cuidando de ti, que me dejes protegerte de todo, que me dejes amarte como te lo mereces. Por favor. 

Un par de lágrimas rodaron por las mejillas de Jimin, no podía creer lo qué estaba escuchando.

- No había día que no soñará con que me dijeras todo esto, Kookie - dijo entre sollozos. 

Y sin pensarlo dos veces, enredo sus brazos en el cuello del mayor y volvió a unir sus labios en un beso mucho más profundo y apasionado. El más alto no tardo en volver a rodear su pequeña cintura con sus grandes y fuerte brazos, atrayéndolo mucho más hacia su cuerpo.

Después de unos segundos, Jungkook se separó, miro a Jimin a los ojos, limpió los rastros de lágrimas de sus mejillas, soltó el aire que sus pulmones estaban reteniendo e hizo la pregunta que lo definiría todo.

- Jiminnie... ¿Puedo ser tu novio, por favor? 

De nuevo los ojos de Jimin se llenaron de lágrimas, una gran sonrisa se dibujó en su rostro y sin pensarlo dos veces, agito su cabeza a modo de asentimiento.

- Sí, sí, sí - repitió una y otra vez. 

El corazón de Jungkook parecía que quería salirse de su pecho, una gran y enorme sonrisa iluminó su rostro y sujetando más fuerte su cintura, cargo a Jimin y le dio un giro. 

- Te prometo que nunca te vas a arrepentir de haberme aceptado - dijo mientras repartía muchos besos por todo el rostro del menor, causando que riera con ternura. 

- Sólo por favor, no me lastimes - hizo un pequeño puchero.

- Ten por seguro, que eso es lo menos que quiero hacer. No voy a lastimarte Minnie, lo prometo - acarició con ternura la suave mejilla del menor. 

- Lo sé, confió en ti más que en nadie - respondió con una gran sonrisa. 



Después de ese gran momento, decidieron pasar el resto de la tarde juntos, conociéndose un poco más, dándose más datos uno del otro. Las horas pasaron rápido, pero para ambos fue cómo si el tiempo se hubiera detenido y sólo existieran ellos dos. 

La luna comenzó a aparecer, el aire se volvió un poco más frío y las calles eran iluminadas por las lámparas.

- Ya es tarde, ¿No tienes entrenamiento? -cuestionó el menor mirando hacia el cielo.

- Sí, pero lo he suspendido por hoy - respondió mirando al menor. 

- ¿Puedes hacer eso? - volvió a cuestionar con un poco de preocupación. 

- Claro, tengo permitido descansar al menos dos días a la semana. A veces los puedo escoger yo, así que no hay problema alguno - tranquilizo al más joven con una gran sonrisa. 

Stay AliveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora