Comenzaba un nuevo ciclo escolar. Este era su quinto año, aún le quedaban dos.
En la Escuela Secundaria de Magia y Hechicería Real Británica (también especializada en Ciencias y filosofía) los estudiantes tenían dormitorios compartidos con otro estudiante de su mismo año.
Y cómo la suerte no estaba de su lado, Robin y David compartían habitación.Las veces que se hablaban era para maldecirse entre sí o para lanzar algún insulto o mirada despectiva.
Rob desde que dejaron de hablar siguió creyendo que David era un niño rico consentido que tiene todo y anda por ahí tratando de ser inferior a los demás. Lo detestaba.
Dav siempre creyó que Rob era un niño que vivía victimizandose y con un positivismo forzado e insufrible. Era odioso.Le E.S.M.H.R.B, o Escuela Secundaria de Magia y Hechicería Real Británica, o simplemente E.S.M.H era conocida por formar grandes magos y científicos, incluso filósofos. Los estudiantes pasaban todo su año desde febrero hasta noviembre (con cortas vacaciones en Julio) estudiando arduamente todo sobre magia, ciencia y filosofía.
Los estudiantes comparten habitación, eligen sus clases y orientaciones y así aprenden algo que les gusta.Por desgracia no eligen su compañero de cuarto.
Gatewary llegó unos minutos antes que Dav, estaba acomodando sus cosas cuando vio a Maryner parado arrogantemente contra el marco de la puerta.
—¿Qué pasa, Percyball?— Saludó con arrogancia Robin.
—¿Qué pasa, Arthur?— Saludó con el mismo tono David.Se llamaban por sus segundos nombres, aunque no por confianza, sino porque ambos sabían que el otro odiaba su segundo nombre.
Cada uno tenía su lado de la habitación, con un baño compartido. Eso sin duda sería un problema.
—Tu no me molestas y yo no te molesto. ¿Trato?— dijo Robin estrechando su mano.
—No prometo ser amable, pero supongo que por ahora no tengo opción. — estrechó su mano, sintiéndose obligado.
Ambos chicos hicieron un apretón de manos.[...]
La convivencia era complicada. Se veían involucrados en situaciones y discusiones, incluso, los dejaban juntos en los castigos, como ahora. Ambos debían ordenar los libros de biblioteca en orden. David se procuraba ordenarlos por color, Rob iba poniendo un libro sobre otro, solo siguiendo la categoría.
—¡Santo Dios! ¿Así ordenas tu vida?— a Mayner le desesperaba la desorganizacion de Robin.
—¡Por lo menos a mi no me ordena mi vida nadie más!— le gritó.
—Oh, ¿y tu quien te crees?—
Siguieron a los gritos, peleando.
—Un niño rico consentido no. —
—¡Claro! ¿Por qué quien iba a consentirte?— atacó Dav.
—¡Oye! Eso fue un golpe bajo. —
—Más bajo que tu no creo.— siguió, bromeando con la estatura de Robin, quien estaba bastante impresionado por los insultos—hirientes—pero ingenioso.
—Me sacas solo 10 centímetros.— le aclaró.
—Igual, pero no es lo importante. ¿Puedes al menos ordenar eso de manera prolija?—Robin pensó una respuesta ingeniosa, no se le ocurrió nada mejor que tumbar de un manotazo la pila de libros rojos que había acomodado David. Miró la pila de libros en el piso con la boca abierta y dio un grito histérico. Robin le arrebató la varita a David (para evitar que le lanzará alguna maldición que lo dejara paralizado) y se hecho a correr mientras reía y escuchaba como Dav lo perseguía y lo maldecía detrás de él.
Cuando creía que se estaba escapando David lo tecleo.
—¡Dame mi varita y ve y ordename eso!—
—¡Muéveme si te atreves!—
Robin no creyó que Mayner lo agarraria del cabello y lo arrastraria hasta biblioteca.
—¡Suéltame! ¡Quitame las manos de encima!— intentaba apartar a David pero era inútil. Lo dejó caer en la puerta de la biblioteca, soltandolo. En cuento estuvo de pie Robin lo empujó.
—¡No vuelvas a hacer eso!— le gritó Rob.
—¡Y tú deja de desordenar todo lo que tocas! ¿Tus padres no te enseñaron a no ser un insufrible?— soltó sin pensar en lo que decía.David se puso pálido por la incomodidad y vergüenza de lo que acababa de decir.
El tono rojo en la cara de Robin desapareció y se volvió una mueca triste, pero a la vez sorprendida. Tampoco creyó que los insultos de David fueran tan hirientes.—Yo…— murmuró Mayner, con voz sauve.
—No, ya está.— Robin se acercó al montón de libros rojos y empezó a acomodarlos agresivamente en la mesa.
—¿Cómo lo hiciste tú?— le preguntó dejando ver su enojo. Al darse cuenta que no distinguía los tonos de rojo y no sabía cómo acomodarlo. Dav se acercó y tomó la muñeca de Robin, evitando que siguiera maltratando a los libros.
—Calmante. Lo lamento, no debí… — murmuró. —Perdón. — lo miró con tristeza. —Soy un idiota. Lo siento mucho.—
Robin se ablando.
—Está bien. Yo tampoco debí tirar esto, lo siento.— puso su mano en su hombro.
—Y yo no debí gritarte antes. — siguió David.
—Y yo… ¿que más te hice? ¿Antes quizás — preguntó, intentando seguir el juego.
—No, nada. No me has hecho nada. — finalizó. En la lengua de David quedó atorado un "Y yo no debí tratarte mal de niños.", pero se quedó a medio camino y no le dijo nada más.
—Ahora ayúdame, que no se como hacer esto. — pidió.
David, se armó de paciencia (la poca que tenía) e intento explicarle la casi inexistente diferencia entre los tonos de rojo.Intercambiaron bromas, y se conectaron un poco más el uno con el otro.
[...]
En la noche, David salió de bañarse, estaba por cambiarse cuando Robin abrió la puerta de golpe.
—¿¡Tocá la puerta, no?!—le grito molesto el mayor. Mientras se vestía apresuradamente.Gatewary se tiraba en su cama y gritaba con la almohada en su cara.
—¿Tomaste Raveriun?— le preguntó en tono de burla. Haciendo referencia a la poción del enojo, ideal para desestabilizar a un enemigo.
Se dio cuenta que Robin estaba llorando con la cara en la almohada.—¿Te peleaste con el intento de Merlín de Adam, cierto?— preguntó con tono de burlesco.
Esas palabras hicieron que Robin se sentará y lo mirara enojado.
—¡No le digas así!— gritó enojado defendiendo a su pareja.
—Cómo sea... — lo miró de arriba a abajo al chico. —Intenta no llorar mucho, no quiero llevar a lavar tus sábanas en la primera semana. — advirtió con tono de superioridad.Este sin duda sería un año complicado.
—¡Pierdete,Percyball!— le gritó.
El otro rió con sarcasmo y salió de la habitación para no escuchar los lamentos ajenos.
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El Mago y El Dragón.
FantasyEn el mundo mágico, dos adolescentes que se llevan mal, deben acompañarse mutuamente para mostrar respeto entre sus familias.