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—¡Maldita sea! ¿En qué nos equivocamos?— decía frustrado David. Habían sacado 7.50 en el trabajo de Psicología. No era una mala nota, Robin estaba conforme con aprobar, pero David nunca estaba satisfecho a no ser que tuviera la calificación más alta.
—Al parecer si un enemigo salva a otro, si se crea un vínculo entre ellos y si funciona el beso de la vida. — explicó tranquilamente Robin. Mayner bufó molesto.
—Relájate.— puso su mano en el hombro de Dav. —Al menos no desaprobamos. —intentó animarlo. Evidentemente el ánimo de Robin había mejorado desde que se había amigado con Adam. 
David se incomodó ante el contacto físico e hizo una mueca algo desagradable mirando a Robin.
—No me toques. ¿Sabes lo que es el espacio personal?— habló molesto. Robin revoleo los ojos y quitó su mano. Le molestaba mucho la eterna amargura de Dav.

El delegado del curso empezó a repartir unas hojas de autorización para un viaje escolar a El Condado de las Hadas.
David leyó atentamente y se apresuró a enviarle un mensaje a sus padres, diciendo lo que tenían que firmar, la fecha, el hotel, el lugar, todo. Robin suspiró con tristeza al ver la frase: "firma padre/madre/tutor/". Probablemente era el único en su clase que no tenía padres, ni familia. Así que Fork Dellavine, debía firmar la autorización de su hijo, Adam, y la de Robin.

—Espero que esos diez días no tenga que compartir habitación contigo, Gatewary. —
—Lo mismo digo, Percy.—

[...]

David llegó a su habitación y le envió otro mensaje a su familia, esperando e insistiendo para que respondieran. Detrás de él llegaba Robin, ahora con mala cara.
—¿Se pelearon de nuevo?— preguntó solo para molestar viendo como el chico se sentaba en su cama. 
La incomodidad que emanaba en la habitación abrumó a ambos pasados unos minutos.

Robin estaba por romper el silencio, diciendo alguna estupidez, pero escucharon el sonido de la lechuza que les envías el correo y las noticias todas las tardes. Arthur se levantó de la cama y agarró los sobres que le entregaba el animal. No había correspondencia para él, pero sí para Dav.
David recibió una amenazadora carta de su padre, al enterarse de que su hijo no obtuvo la nota prestigiosa que esperaba en el último trabajo.

Enfurecido y algo asustado, decidió hacer lo que le pareció más lógico: echarle la culpa a Robin.
—¡Mirá esto! ¡Me he metido en un gran problema por tu culpa! —
Robin alzó una ceja y lo miró confundido.
—¿Cuál es tu problema, Percyball?— le dijo ofendido.

—¡Mi problema es que…— David no supo explicarse, sabía que Robin no tenía la culpa de nada. Sólo pudo murmurar algo inentendible y después salió de la habitación dando un portazo.

[...]

En su caminata hacia el patio de la institución, en busca de aire, se sintió sumamente impotente y con un enojo inexplicable a todo lo que se le cruzará.
En ese momento su cabeza no paraba de atacarse y odiarse a él mismo, repitiendo que no era suficiente y que nunca iba a lograr nada. Aunque no era su voz, si no la de su padre. 

Salió al patio y suspiró, intentando calmarse. Quizás debía pedirle perdón a Robin, aunque su orgullo le ganó. De inmediato sacó esos pensamientos, a su parecer ridículos.
—¡David!— escuchó detrás de él.
Se giró para ver al insoportable pelirrojo Willem de su salón.
—Will, hola.— intentó parecer amable.
Aunque su sonrisa forzada parecía ser bastante evidente.

—¿Has visto el diario de hoy?— preguntó mientras sacaba la página principal del diario de su bolsillo.
—No. No tuve tiempo. — trato de hablar como si fuera alguien ocupado, un hombre con mucho trabajo, aspiraba a eso: a ser alguien importante.
Willem le enseñó el diario, en el que se leía el avistamiento de dragones en varios puntos del mundo, entre ellos: Canadá, Argentina, Brasil y Corea.
David se rió.
—¿No se extinguieron hace como 100 años? De seguro es falso. — Habló sin darle importancia.
—Falso o no, tu reputación peligra. — advirtió el colorado.
Mayner se puso tenso y apretó los dientes.
—¿Qué quieres decir?— preguntó con cierto interés y angustia.
Willem le enseñó un rincón de la hoja.

"Se informa que, hace varios años, 8 reconocidas familias mágicas atacaron a los dragones para quedarse con su oro y todos los tesoros de estas poderosas criaturas. Solo se conoce el nombre de 2: Los Wither y los Mayner. Quienes habrían forjado su fortuna a raíz de estos violentos saqueos al mundo de los dragones."

David quedó de piedra y tuvo que leer varias veces el texto para entenderlo del todo.
Lo miró con la boca abierta por la sorpresa a su compañero, se apresuró para formular algo rápidamente.
—Es obvio que es mentira. Hasta donde yo sé, nos formamos con honor y dedicación, sin robarle a ninguna especie olorosa y escamosa. — habló arrogantemente y se dio vuelta para irse.

—Sea falso o no, yo no quisiera tener de enemigo a un dragón vengativo. — le gritó Willem antes de que se vaya.

Dav sintió un miedo recorrer su cuerpo, pero no le dijo nada, tragó saliva y siguió caminando. Notó que la gente a su alrededor lo miraba más de lo normal. Si esto no se desmintia rápido, estaría en serios problemas. Aunque algo en el fondo de su corazón le susurraba en voz baja que quizás no había nada que desmentir.

El Mago y El Dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora