Capítulo XX

655 39 9
                                    

Como Juanjo había prometido, el dueño de la tienda le hizo descuento a Violeta en sus botas para el trabajo. Saliendo de la tienda después de hacer su compra, se sorprendió cuando alguien la llamaba por su nombre. —Violeta, ¿Eres tú?

—Hey Nai, ¿Cómo te ha ido?

—Oh lo usual. Tom sigue siendo un imbécil y los niños son unos pequeños monstruos, nada nuevo. —La pelinegra señaló el bulto que se marcaba en la blusa de Violeta. —¿Tienes un cigarrillo extra?

—Claro. Y dime ¿Qué andas haciendo por aquí? —Ella preguntó mientras le entregaba un cigarrillo y su encendedor. —Creí que vivías en un tráiler park en Ohio.

—Sí vivo allí, pero Lucas tuvo un problema con el idiota propietario del tráiler park y tuvimos que mudarnos. Ahora estamos en Essex.

—Qué mal.

—Sí bueno, este dueño es un imbécil también pero al menos pudimos mudarnos sin referencias. —la pelinegra dijo, dando un largo golpe al cigarrillo. —Lucas me ha mandado a comprar algo de cerveza. ¿Quieres acompañarnos? —Ella se acercó un poco. —Acabamos de comprar un kilo de la cosa más maravillosa. —Ella colocó la punta de sus dedos sobre sus labios. —Deliciosa y es algo fuera de este mundo. De verdad te lo digo, Vio, esa bolsa es realmente suprema. Con un solo porro estarás elevada por horas.

—Oh, me encantaría pero tengo que ir a trabajar. ¿Tienes teléfono todavía?

—No, puta compañía de teléfono. Tengo que pagar una deuda importante que tengo y aparte pagar la renta nueva para que me den uno nuevo. ¿Oye tú nos podrías prestar tu nombre para...?

–No, también tengo una vieja deuda con la compañía. —Violeta mintió.

—Mierda, qué putada. Ya hemos utilizado los nombres de Paul y de Cris. Oh bueno. Oye, ¿Por qué no vienes cuando hayas terminando tu trabajo? Es el remolque blanco con adornos amarillos a poco metros entrando al tráiler park.

—Bien. Creo que terminaré alrededor de la seis más o menos. Te veré después.

—Genial. Oye, si puedes eres libre de traerte unos dos packs de cervezas. Nosotros tenemos hierba mala de sobra.

—Trato. —Violeta sacó las llaves de su bolsilo. —Tengo que irme ya. Te veré más tarde. Y ha sido un gusto verte, Nai.

—Igualmente, Vio. Nos vemos más tarde.

Violeta caminó hacia su coche, asombrada por el encuentro casual. Ella no había visto a Naiara por casi un año. Le daba pereza el ir y que tal vez no los encontrara o quizá Lucas no estuviera de buen humor. Pero si estuviesen en casa, estaba segura de que obtendría buena marihuana. Así no tendré que usar la mía esta noche, Violeta pensó quitando los seguros al Omni.

Regresando al centro, se alegró de encontrar un lugar para estacionarse no muy lejos del edificio. Empujando su asiento hacia atrás, Violeta se quitó sus zapatos de lona para ponerse las botas beige de trabajo. ¿Acaso estoy loca? No soy una mujer hecha para trabajos de construcción, soy una artista de striptease. Aunque el trabajo parece fácil y la paga será buena como para ignorarlo... Bueno, como dijo él antes, si no me gusta, sólo habré hecho el gasto de las botas. Y me serán útiles en el invierno de cualquier manera.

Ella encontró a Juanjo en la oficina. El gran hombre sonrió cuando la vio. —Estoy muy contento de que hayas vuelto. Ya metí tus datos en el ordenador por si acaso. —Él miró los pies de Violeta. —Veo que encontraste un buen par a tu medida. Perfecto. Pasemos tu tarjeta dentro del reloj y entonces te diré dónde estarás trabajando. —Él caminó hacia un gabinete cerca de la fotocopiadora y lo abrió, sacó un casco completamente nuevo y unos guantes de cuero. —Son tallas,para hombres, así que creo que los de talla pequeña se ajustarán más a ti. —Después de mostrarle cómo usar el reloj registrador, Juanjo condujo a Violeta al tercer piso. —El
servicio de ascensor funciona pero no lo uses a menos que tengas una gran carga para bajar. No es la gran cosa y no queremos usarlo más de lo necesario. —Entraron por un portal abierto hacia un vestíbulo que estaba arruinado por el incendio. —Comenzarás aquí fuera. —Juanjo le dijo  gritando debido al gran ruido que había en el lugar. —El supervisor viste un casco rojo así que será fácil de reconocer. —Violeta asintió entendiendo. —Los chicos derriban y acarrean todo el escombro hacia el vestíbulo. ¿Ves esa ventana abierta alláí abajo? Hay un tobogán que llega hasta un contenedor. Tu trabajo será tomar todos esos montones de escombros que los chicos traen y tirarlos a través del tobogán, ¿Entiendes?

El corazón de VioletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora