Capítulo 1

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La llegada

El día era gris y triste, las gotas de lluvia caían una a una en el parabrisas y los vidrios se empañaban levemente por el calor que desprendiamos mi madre y yo dentro del auto, mientras ella conducía yo solo me disponía a ver el camino a través de la ventana, por momentos me dedicaba a enfocar y desenfocar la vista observando las gotas que quedaban pegadas en el vidrio y caían con lentitud, no podía evitar hacer analogías de aquellas gotas con mi vida de pronto estaba en lo más alto y luego caía lentamente causando en mí una desesperación tan grande que no veía la hora de desaparecer como aquella gota.

-Hija... lo siento...- lo había dicho con un tono de pena- puedes verme aunque sea un momento?

Hice caso omiso a su petición provocando un suspiro que pude notar cómo uno de decepción.

-Está bien lo entiendo pero solo quiero que sepas que te visitaré cada que pueda lo prometo.

-Bueno- respondí sin alguna clase de emoción en mi tono y no era porque estuviera molesta o algo simplemente era porque ya estaba cansada y no tenía ni la más mínima fuerza o ganas de hablar.

-Por favor no hagas nada malo- por un momento dudó de sus palabras- y con malo ya sabes a qué me refiero- aclaró.

Era bastante obvio a qué se refería, era el motivo principal por el cual me estaba llevando a aquel lugar.

-Me dijeron que quienes cuidarán de tí son buenos, no te preocupes por ello- seguía tocando el tema y yo solo deseaba por primera vez llegar al lugar para dejar de escucharla, no odio a mi madre en realidad la quiero bastante pero no puedo seguir escuchando más sobre aquel lugar.

Quité los ojos de la ventana y miré directamente hacia el frente, a lo lejos se podía ver el letrero del psiquiátrico y detrás de el una estructura similar a la de un edificio, poco a poco nos acercábamos más y más.

-Ahí está... cómo te sientes?

-Cómo la mierda- respondí con sinceridad causando el enojo de mi madre y que detuviera el auto en seco a pocos metros de llegar.

-Realmente espero que cambies tu actitud una vez estés ahí Charlotte estoy harta de tu comportamiento, entiendo que estas deprimida pero estas actitudes no pueden llevarte a ningún lado debes aprender a seguir adelante- dijo con firmeza.

¿Realmente entendía que estaba deprimida? Era lo único que pude pensar en ese momento sin prestar atención a lo demás, aún así me quedé callada manteniendo mi vista al frente analizando aquel letrero que se veía todo oxidado y sucio realmente parecía el típico letrero de psiquiátrico abandonado de película de terror.

-En serio eres la gota que derrama mi paciencia- golpeó el volante del auto causando que mi cuerpo saltara levemente de su lugar por el susto.

-Entiendo mamá, escuché todo lo que dijiste- era mentira pero era la única forma de que se calmara.

-Realmente espero que sí Charlotte- No pienso que me haya creído pero con que se calmara era más que suficiente, nuevamente volvió a pisar el acelerador y el auto comenzó a moverse a la misma velocidad de antes.

Llegamos a la reja de entrada y un guardia nos pidió los documentos de internación para poder pasar, una vez confirmado la reja se abrió de par en par, era claro que no podría escapar aunque quisiera, entramos lentamente y honestamente el lugar no se veía tan mal a pesar del clima lluvioso.

-Se ve grande- dijo mientras veía de un lado al otro.

-Eso creo- dije en el mismo tono de antes, a pesar de lo bien o grande que se viera no me importaba en lo más mínimo al fin y al cabo lo único que me importaba era que ahora este sería el lugar en el que pasaría mis días.

Entre Las Sombras Del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora