Capítulo III

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(ANTES DE EMPEZAR, cambié la edad del príncipe Vegeta, iba a ser mayor que Tarble por unos cuatro años, pero prefiero que siga siendo un bebé.

Una vez aclarado esto, sigamos con la historia.)

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No podían encontrar al príncipe menor y eso estaba irritando mucho al rey.

No quería que todo el reino supiera que su mujer se había escapado del castillo con el niño, dañaría su imagen.

—Ha sido el segundo robo este año. Primero Paragus, luego ese tonto, que no sé quién es.

—El coronel debe estar buscando a su hijo. Pero no volverá, seguro el niño está muerto, y si vuelve, será ejecutado por traición.

En los pasillos de los puertos se oían historias del coronel y el porqué se había ido. Y ahora se escuchaban los rumores sobre el saiyajin que había robado una nave hacía dos días atrás. No pudieron rastrearlo.

Así es, han pasado dos días desde que Turles había abandonado su planeta con el pequeño príncipe.

Ahora estaban dormidos profundamente por el gas que estaba hecho para eso, hacerlos dormir todo el viaje. Había puesto unas coordenadas de un planeta algo lejano, pero en el que no buscarían aún. Más que todo porque no estaba bajo el poder de Freezer.

Había ido allí antes, pero más que nada para molestar e intimidar a los habitantes si en algún momento debía ir y que todo el trabajo sea más sencillo.

En un par de horas despertarían y sería porque entrarían a la atmósfera del planeta.

Mientras ellos esperaban a llegar a su destino, en el planeta Vegeta, en el castillo, el Rey Vegeta III estaba esperando a alguien.

Vio como se abrieron las puertas y dos hombres entraban, sujetando a alguien de ambos brazos. Sabía bien de quién se trataba, había sido notificado de que había sido vista antes de su captura.

Sonrió, su cabeza estaba reposando sobre su palma, su brazo apoyado al trono, donde esperaba a que llegara la recién capturada.

Se levantó cuando ya estaban frente a él, bajo aquellos escalones que lo mantenían más alto que los demás.

Los bajó y tomó el rostro de su reina, apretando un poco sus cachetes.

¿Recuerdan que ella tenía un zarpazo en el vientre? No es por nada, los saiyajins pueden hacer crecer garras para atacar si les es necesario en un combate cuerpo a cuerpo.

Las garras del Rey crecían de a poco, causando dolor en donde se estaban incrustando.

—Dime, Mirash, ¿Dónde está el niño?

—Olvídalo...

El Rey las hizo crecer más de golpe, haciéndola soltar un fuerte quejido. La sangre bajaba por esas afiladas garras y seguían el camino por sus falanges, luego a sus nudillos.

—Lo volveré a preguntar, ¿Dónde está el niño?

Ella le miraba con mucha rabia. Le escupió como respuesta.

Este giró su rostro mientras se limpiaba con la otra mano. Suspiró para mantener la calma, sonriendo de forma cínica.

—Mi querida reina, sabes que él no podrá sobrevivir sin ti e igual lo abandonaste. Sólo atrasaste su muerte... eres igual a mí.

—Yo no soy como tú.

—Sí... claro. Ahora que estás aquí, compórtate como la buena madre que quieres ser y ve a cuidar a mi príncipe prodigio.

Misión Real《Turles Y Tarble》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora