Capítulo IV

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Abrió los ojos repentinamente.

Vio a su alrededor sólo con sus ojos, notando que aún estaba en su nave.

Bajó su cabeza y vio que en sus brazos aún estaba ese bebé que estaba destinado a cuidar con su vida.

Su cabello castaño, cayendo un mechoncito por su frente. Sus ojos no se abrían, pues seguía dormido y no parecía querer despertar.

Soltó un pesado suspiro.

Vio en el panel que ya no faltaba mucho para llegar a su destino.

Esperaba, esperaba que todo marchara bien y no tener un encuentro cara a cara con los soldados del rey o con el mismo.

Estaba a punto de iniciar una vida totalmente nueva. Pero al menos no estaría solo...

Y no, no hablo del príncipe menor.

Pasó el tiempo requerido y al fin la nave aterrizó en un planeta que tenía pastizales rosas y un cielo azul que se tornaba morado al atardecer.

La compuerta se abrió y él salió de allí con el niño en brazos y sus cosas al hombro.

El movimiento había despertado al pequeño príncipe. Vio a su alrededor y al no ver nada conocido, empezó a llorar.

—Hey, ¿en serio piensas llorar ahora?—Lo levanta para verlo de frente—Tarble, tendrás que acostumbrarte a no estar en el mismo lugar mucho tiempo.

Negó con la cabeza y lo acomodó cerca a su pecho. Alzó vuelo para buscar aquella pequeña villa en donde encontraría más provisiones.

Cruzó los prados rosas y llegó a los montes dorados, al otro lado, estaba aquella villa que buscaba.

Aterrizó justo al medio de todos los puestos del mercado, llamando la atención por eso, pero más aún cuando vieron esa armadura y la cola, características que poseía quienes no iban a hacer amigos, ya todos lo sabían.

Muchos huyeron, menos una muchacha quien aún no lo había visto hasta que este estaba justo frente a su puesto.

—Tu-Turles...

Una chica pelirroja, cabello esponjoso, con ojos rasgados y dorados como las montañas de ese planeta de tonalidades tan raras.

—¿Me recuerdas, mi amor?—acercó su mano a su rostro y lo acarició con su pulgar—La última vez que nos vimos no eras más que una muchachita escuálida, mírate ahora, una mujer hecha y derecha. Mira, princesa, necesito algunas cosas para cuidar a este pequeño que tengo en mis brazos. Yo creo que tú sabrás qué cosas exactamente—Pasa su pulgar por su labio inferior hacia abajo.

—Sí, entiendo.

—No me tengas miedo, no voy a hacerte nada... a menos que tú me lo pidas.

—Voy por sus cosas—Dijo, tratando de cortar esa conversación.

—Okey, no tardes, ¿sí?

—No te preocupes.

Turles era alguien que muchas veces no sabes si dice o no la verdad. Mayormente más de la mitad de lo que dice es mentira.

Podía engañarte sólo con su palabra y la magia que parecían tener.

Al cabo de varios minutos, apareció nuevamente la pelirroja.

—Ya era hora, Goruden.

—Dime Agatha... Goruden es mi apellido.

—Es que Goruden suena más a ti.

—Llámame como quieras...—Dijo dando un suspiro mientras colocaba varias bolsas sobre el mostrador.

—Hey, no me trates así, bomboncito.

Misión Real《Turles Y Tarble》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora