Lia está destinada a cargar con el peso de una maldición que su madre lanzó sobre el reino. Para romperla, debe encontrar elementos esenciales, pero hay un obstáculo: su enemigo, Mark. Aunque no quieren trabajar juntos, se ven obligados a colaborar...
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⚔ Aquí dónde todo terminó. Será el comienzo de una nueva historia. ⚔
Cuando los vi haciéndole esas cosas a mi madre, mientras yo aun seguía escondida sin poder ayudarla, sin poder hacer algo.
Todavía no comprendo por que aun tengo ese recuerdo en mi mente, aun mas cuando duermo, ese recuerdo se plasma incluso en mis pesadillas.
Tal vez ella quiere que cumpla su objetivo, así ella podrá descansar y dejarme de atormentar cada noche con esos recuerdos.
Mientras busco en su armario aquel abrigo de color blanco, con un bello broche plateado en el pecho. Aquel abrigo que usaba para ocultarse del reino.
Agarro la baraja de cartas de mi madre y salgo de la cabaña directo hacia el reino.
Mi madre la había lanzado una maldición al rey por haber asesinado a mi hermana mayor y días después él murió. Descubrieron que mi madre había sido la culpable de la muerte del rey, que ella se había encargado de maldecirlo, —aunque yo la ayudé un poco pero decidió quedarse con toda la culpa—por lo cual la reina envió guardias a buscarla y hace un mes la encontraron cerca del reino.
El sitio está rodeado de muchas personas y en el centro está mi madre amarrada a un gran poste de madera y a sus pies tiene paja.
Todas esas personas gritan que la quemen porque es una ‘maldita bruja’ y otras le lanzan tomates.
—Tus últimas palabras, tonta bruja—le dice la reina.
—Este reino caerá en una maldición llena de caos y solo mi hija podrá deshacerla—mi madre sonríe burlona hacia la reina.
Todos empiezan a murmurar cosas sobre lo que ella dijo y yo solo miro la baraja.
—Oye, chica, ¿Puedes creer que esa bruja diga eso sobre maldiciones? No creo que sea cierto—me dice una chica que parece de mi edad.
«Oh, claro que es cierta la maldición y yo soy la hija que debe deshacerla»
—No puedo creerlo, puede que sea cierto—digo de mala gana.
—¿La conoces? Si es así no lo tomes como insulto. Soy Vick, un gusto—extiende la mano y por un momento me arrepiento de haberle respondido de mala gana.
—Eh, soy Lia—ignoro su pregunta.
—Me gustaría saber dónde vives para verte seguido.
