-Responsable-

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Lunes, 3:00 p.m. Después de la escuela

-Por favor cuida de Tom, tratare de solucionar esto lo antes posible, ¡Las veo luego! - con prisa, Sara se despidió de las chicas y empezó a caminar hacia su casa. Sin realmente un plan en mente ella iba a intentar convencer a su madre de cualquier forma posible.

Su primer idea era hacer un ligero "soborno", llevarle un par de regalos y decir palabras bonitas para tratar de convencerla de tener a Tom, aunque sea como "mascota". Trato de buscar dinero en sus bolsillos o en su mochila y lo único que encontró fue un par de centavos. Sintiéndose derrotada y sin una segunda idea, lo único que le quedaba era improvisar.

Llego a su casa en poco tiempo, tratando de pensar en cualquier cosa posible, ¿Quizás si hacia todos los deberes del hogar podría convencerla? ¿Tal vez si cocinaba y lavaba su auto podría hacer algo?. Todas eran opciones factibles, el único problema era su madre, sabiendo como era ella iba a ser bastante difícil convencerla, y mas con algo que aparentemente odia.

¿Por qué odiaría tanto tener a un liten en casa?, Sara no comprendía el porque de las acciones de su mama, no les encontraba sentido. No era grande como un perro o un gato para causar problemas, entonces ¿Cuál es el problema entonces?

En ese momento solo había una cosa que hacer y era hablar con su mama. Subió las escaleras y llego hasta la habitación de su madre y con un tanto de determinación toco la puerta -Ma? ¿puedo hablar contigo?-  la determinación que tenia desapareció de golpe una vez que abrió la puerta. 

- ¿Qué necesitas?- Respondió en un tono serio y despreocupado, mirando a a su hija a los ojos. Sara había perdido toda seguridad al verla, la diferencia de estatura hacia sentir a Sara aun mas nerviosa y aquel nerviosismo le estaba imposibilitando aun mas su misión. -Quería hablar sobre lo de Tom...e-el liten que tenia en mi habitación- con la voz temblorosa hablo la joven -No hay nada de que hablar, no dejare que mi hija este criando pestes en mi casa- con una respuesta firme y sin titubear en ningún momento respondió su madre. 

Un tanto molesta por su comentario recobro un poco de su confianza -Tom no es una peste! piensa en el como si fuera...como si fuera un hámster! pequeño y fácil de cuidar y no genera ningún problema!- la joven trato de argumentar, lo cual solo hizo que su madre se moviera mas cerca de ella para refutar -Oh ¿enserio? no compares a esos animales con un hámster, se asemejan mas a una rata o una cucaracha, ¿Por qué crees que hay productos específicos para exterminarlos?, y de cualquier forma, no eres lo suficientemente responsable para cuidar algo vivo- 

-Eso ni siquiera es cierto! se cuidar mascotas...- aunque ella misma detesta usar el termino de mascota para Tom, es la única forma de comparar a un liten con algo en particular. -Que buen chiste, ¿recuerdas aquella tortuga que me juraste que cuidarías bien a tus 10 años? o que tal de aquel hámster que me rogaste por tener? alguno de ellos sigue vivo, mmm creo que no- Y aunque le duela escucharlo, ella tenia razón, Sara nunca tuvo un buen historial con mascotas, la mayoría terminaban muriendo por una clase de descuido o por falta de atención. 

-Se que nunca he cuidado muy bien a las mascotas que he tenido, pero el no es solo una mascota, es un ser consciente! piensa y habla justo como nosotras! eso no lo hace muy diferente de cualquier humano!- con un argumento solido, Sara miro a los ojos de su madre esperando una respuesta.

Lydia, la madre de Sara, pensó por un momento, tratando de encontrar algo para negar lo que su hija estaba diciendo, pero aunque no quiera admitirlo, su hija tenia un punto. Los litens son seres conscientes, hablan y actúan como humanos. Lydia solo intentaba generar una excusa y se estaba tardando en responder.

- Esas criaturas pueden hablar...um...como si un perro se tratase! a los perros se les puede enseñar a hablar- con la primera respuesta que le vino a la mente respondió. -Ni siquiera puedes compararlos de esa forma!, acéptalo! es como un humano!- presionada y con un poco de duda, Lydia miro a la cara a su hija, apartando la mirada rápidamente.

Solo hablemos de grande a pequeñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora