★彡[ᴘʀᴇɢᴜɴᴛᴀꜱ]彡★

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La luz del sol acarició mi rostro, y me desperté de inmediato. Al consultar mi teléfono, observé que eran las 10 de la mañana. Al girarme para estirarme, noté la presencia de Ale profundamente dormido y desnudo a mi lado. ¿Qué había sucedido anoche?

Sin perder tiempo, me levanté y me vestí, procurando hacer el menor ruido posible. Sin embargo, al intentar salir, me di cuenta de que la puerta estaba cerrada y no tenía manera de abrirla. ¿Qué iba a hacer? Me encerré en el baño, tratando de recordar lo que había ocurrido la noche anterior.

Inicio del flashback:

—Ale... —gemí al sentir su prominente miembro adentrándose en mí.

—¿Quieres que pare?

—No, sigue. Hazme sentir lo que nunca nadie me hizo, enséñame el placer y ayúdame a escapar de todo lo negativo. Sé mi compañía esta noche. —Mientras lo decía, me arqueé y gemí al sentirlo dentro de mí una vez más.

Empezó con suavidad para luego aumentar la intensidad. Sus labios recorrían mi cuello mientras yo aruñaba su espalda y gemía en su oído.

—S-sigue, por favor...

Fin del flashback

En ese momento, escuché un ruido; claramente, Ale se había despertado. Con las lágrimas de la noche anterior aún marcando mis mejillas por haber perdido mi virginidad, salí del baño para encontrarme con la adormilada figura de Ale. Al verme, su expresión cambió a una de preocupación.

—¿T/n? ¿Qué te sucedió?— preguntó mientras me tomaba de los brazos.

—Suéltame y abre la puerta, quiero irme — dije entre sollozos.

—¿Pero qué te pasa?

Me solté de su agarre y corrí hacia la puerta de salida, solo quería marcharme.

—Ábreme por favor, quiero irme, esto fue un error y nunca debió pasar.

—Pero, T/n...

—No hay "peros", ábreme por favor, no quiero estar aquí más.

Finalmente, Ale me obedeció. Ni siquiera quise mirarlo a los ojos al salir; solo bajé la cabeza y me dirigí directamente al ascensor. Por suerte, estaba en el piso, así que presioné el botón de mi destino y esperé a que subiera.

Al llegar, me dirigí directamente a mi cama y me eché a llorar. No sabía qué había pasado ni qué había hecho. En un acto de desesperación y despecho, me entregué por primera vez a un hombre. Besé por primera vez a un hombre y experimenté por primera vez en mis 19 años lo que es el sexo. Lo peor de todo es que ese hombre no me considera importante en su vida; le entregué mi confianza a ciegas a alguien que me utilizó, como hace con todas. En este momento, mi vida no podía ir peor y, aunque me arrepienta una y otra vez, no encuentro una explicación. Esto no me lo perdonaré nunca. Sentía la necesidad de contárselo a Fran, mi confidente, pero sabía lo que me esperaba si lo hacía.

También pensé en contarle a Flor, pero sería lo mismo. Hasta que alguien vino a mi mente: Kino. Pero aún no tenía suficiente confianza como para contarle ese tipo de cosas, además de que es amigo de Ale y seguramente se lo diría. Me levanté de la cama y decidí comunicarle la noticia de mi madre a mi familia y amigos, ya que después sería demasiado tarde para que lo supieran. También les informaría que no iría al velorio, simplemente la enviaría al crematorio para luego recibir sus cenizas y arrojarlas al mar, y así poder liberarme de todo y comenzar una nueva vida.

Comencé con mi abuela, su madre. Sabía que ella no lo tomaría tan mal; después de todo, tampoco fue una buena hija.

—Abuela, ¿estás ahí? —pregunté con la voz temblorosa al teléfono.

—Sí, mija, ¿qué pasa? ¿Por qué suenas así? —respondió mi abuela, preocupada.

—Abuela... mamá... mamá falleció anoche —dije entre sollozos, apenas capaz de articular las palabras.

Hubo un silencio del otro lado de la línea, un silencio que pareció durar una eternidad. Luego, escuché el sollozo de mi abuela, lo que rompió por completo mi corazón.

—Ay nena... lo siento tanto —dijo finalmente, con la voz quebrada por la tristeza—. ¿Cómo estás tú? ¿Necesitas algo?

—Estoy... estoy bien, abuela. Solo necesitaba decírtelo... —respondí, luchando por mantener la compostura—. No puedo hablar mucho ahora, pero prometo llamarte más tarde.

Después de la intensa conversación telefónica con mi abuela y de compartir la noticia con mis amigos y familiares, me sentí un poco más aliviada, pero el peso de la situación seguía ahí, como una sombra persistente. Decidí que necesitaba tiempo para reflexionar y procesar todo lo que había sucedido, así que me sumergí en una larga caminata por el parque que quedaba abajo del edificio.

Mientras caminaba entre los árboles y el sonido de los pájaros, mi mente volvía una y otra vez a la noche anterior con Ale. ¿Qué había pasado realmente? ¿Por qué me sentía tan perdida y confundida? Las imágenes del encuentro íntimo se mezclaban con la sensación de traición y confusión.

Fue entonces cuando vi a alguien familiar sentado en un banco no muy lejos de donde estaba. Kino, el amigo de Ale. Al principio, pensé en alejarme, pero algo en su expresión me detuvo. Había una mezcla de preocupación y curiosidad en su mirada, como si supiera más de lo que decía.

—Hola, T/n —dijo Kino mientras me acercaba lentamente—. ¿Cómo estás?

—Hola, Kino. Estoy... bien, supongo —respondí, sin estar segura de la veracidad de mis palabras—. ¿Y tú?

—Preocupado. He escuchado cosas, cosas que me hacen pensar que quizás necesitas a alguien con quien hablar —dijo, mirándome fijamente.

Me senté a su lado, sintiendo un impulso repentino de confiar en él, a pesar de apenas conocerlo.

—Es complicado... anoche pasaron muchas cosas. —comencé a decir, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. Estoy confundida y... me siento traicionada, pero no sé por qué.

Kino asintió comprensivamente, como si entendiera más de lo que estaba diciendo.

—A veces las respuestas están justo frente a nosotros, pero no las vemos —dijo enigmáticamente—. A veces, necesitamos mirar más de cerca.

Antes de que pudiera preguntarle qué quería decir con eso, mi teléfono sonó. Era un mensaje de Ale. "Tenemos que hablar", decía. Mi corazón dio un vuelco en mi pecho. ¿Qué más podría haber pasado?

Kino me miró con una expresión que parecía sugerir que sabía más de lo que dejaba ver.

—Quizás deberías escuchar lo que tiene que decirte —dijo, levantándose del banco—. Y acordate, las respuestas están justo frente tuyo.

Con esas palabras en mente, me despedí de Kino y me dirigí hacia donde Ale había sugerido encontrarnos. Aunque no sabía qué esperar, una sensación de determinación se apoderó de mí. Era hora de enfrentar la verdad, por más dolorosa que fuera. Y con Kino insinuando que las respuestas estaban justo frente a mí, estaba lista para descubrir qué secretos se escondían en las sombras de la noche anterior.

★彡[ɴᴏ ᴛᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇꜱ Qᴜᴇ ꜱᴏᴍᴏꜱ ᴀᴍɪɢᴏꜱ (ᴀʟᴇ ᴡᴀɴɢ x ᴛᴜ)]彡★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora