05. Esposadas de mala manera

3.6K 259 92
                                    

Bella.

Sabía que en esa noche iba a ocurrir algo impresionante, y yo tendría que ver con eso.
Porque claro, no podía estar en un país lleno de lujos y restricciones sin pasar desapercibida, pero no me imaginé tener que soportar a Cleo de nuevo.

Pensaba pasar tiempo con Devika, quizás conocer a una chica sin ningún problema, o sea: que no fuera pelirroja; y pasar una noche normal, pero no. Se ve que eso era algo imposible teniendo a la loca cerca.
No iba a acostumbrarme a eso, aunque estaba segura de que en algún momento ambas explotaríamos y no sería una linda pelea.

—Chu chu ua, chu chu ua —Cleo no dejaba de cantar esa estúpida canción—Chu chu ua, ua, ua...Compañía...Brazo extendido.

—¿De dónde carajos es esa canción y por qué estás cantando?

—Es el fin de mi vida —se tiró de lleno al sofá y suspiré. Estábamos esperando a Lidia y sentía que no debía estar ahí. Porque si bien la pelirroja mayor era de ayuda, me daba miedo y yo no estaba metida del todo en ese problema—. ¿Sabes qué es lo que más deseo hacer? —cerré mis ojos sin querer escucharla y ella rio—. Ir a dormir, hoy dormí solo una hora ¿Podés creerlo?

—Te creo, seguro pareces un mapache debajo de todo ese maquillaje.

—Por lo menos mi maquillaje sobrevivió al agua, a diferencia del tuyo. Batman —soltó una risita y noté algo raro en ella.

Estaba más estúpida de lo normal.

Después de unos segundos me percaté de que había bebido una copa diferente a las que la había visto tomar y ahí encontré la razón del porqué estaba así.
Yo podía fumar, pero me negaba a tomar alcohol, y por lo poco que había visto Cleo estaba lejos de pensar lo mismo.

Mi vestido aún seguía mojado, lo cual en otras circunstancias no me habría molestado, pero tenía frío.
Lidia se tardó más de lo que creí que iba a lograr encontrarnos para asesinarnos y sorprendentemente cuando llegó estaba serena. Lo cual me preocupó, y mucho.

—Llegué a la conclusión de que ustedes dos parecen niñas de diez años como máximo, y me veo en la obligación de tomar medidas drásticas.

¿No estaba tomando medidas drásticas desde antes?

¿Qué pensaba?¿Atarnos con cinta?

—¿Vas a hacer que papá me desherede? —Cleo apoyó una mano en su pecho fingiendo tener dolor—. Voy a hacer lo que sea, pero no me saques mi parte, quiero el Testarossa del 84.

Y me decía materialista a mí.

—¿Me puedo ir? —Por poco y me temblaban las piernas, pero de mala manera—. Considero que soy una mujer adulta totalmente capaz de tomar mis propias decisiones. —me levanté de mi silla y Lidia dejó su dedo índice en mi hombro a lo cual alcé las manos en señal de inocencia—. Okey, sí, está bien. De todas formas mi opinión no vale mucho.

Volví a sentarme y la pelirroja mayor se cruzó de brazos.
Mala señal, muy mala señal.

—Les dije que si volvían a pelearse las iba a esposar —nos miró a las dos y solo alcé las cejas—. Sé que tienen obligaciones y un montón de trabajo, pero juro que en el momento que sepa que tienen tiempo libre las voy a atar a la otra.

Peleas Del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora