°•|Capitulo 2|•°

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Primeros sospechosos

13 de noviembre, miércoles

Mi padre otra vez se había olvidado de mí, pensaba que había cambiado su actitud hacía mí, pero ya veo que solo fue una estúpida vez. No me puedo quejar del almuerzo, ya que si se había esforzado y estaba bastante bien, pero ni siquiera me dijo buenos días, solo se preparo un café y cerro la puerta de su habitación. 

Con tristeza sigo recordando lo que paso anoche, me parece totalmente injusto y empiezo a sospechar de Hernández, no sé porque él dejo morir a Máximo, una pistola no puede fallar de la nada o quizás sí, no lo sé, creo que intento solucionar esto lo más rápido que puedo llegar a pensar, pero no puedo hace absolutamente nada, no tengo armas, no tengo poderes, solo voy a mirar cada muerte hasta que todo esto acabe y pueda seguir jugando como una niña totalmente normal o ir de viaje con mis abuelos maternos a pasar las navidades, aunque pensándolo bien, voy a rezar porque esto no se alargué demasiado y ocupe Navidad, pero eso serían más muertes, unas... cuarenta muertes o más.

Recuerdo que leí que hubieron jugadas que duraron hasta catorce meses y el lobo había podido hasta tener un hijo en la espera, por tener una esposa o porque cupido los enamoro sin querer, espero eso no pase este año, porque eso si sería una catástrofe, pero pensándolo bien, al ser esto aleatorio ¿Podrán nacer dos lobos, dos brujas o dos cupidos? Esa pregunta me esta rondando la cabeza.

Al levantar la vista estoy viendo como los niños salen a brazos de sus padres y a lo lejos, entre dos casas logro distinguir a alguien; su cabello estaba desordenado aunque relucía como el oro por su color, su ropa le va grande, no parecía suya y logro distinguir manchas rojas además de agujeros no muy anchos que se lograban ver manchas por debajo de ella. La mirada de este señor estaba ocupada en mí, no miraba a nadie más que a mí. Puede que este siendo muy paranoica, pero cuando alguien se ponía enfrente mía, este señor se movía para seguir mirándome, la sensación de incomodidad no espero para poder aparecer y el miedo estaba viniendo detrás mío causándome escalofríos muy notorios que me daban ganas de salir corriendo.

Con mi mirada intente buscar a algún adulto, pero no veía a nadie, solo a Lucas , que supongo que estaba esperando a Hernández, que cuando noto que le miraba con miedo él se acerco a mí.

-¿Pasa algo?- Habló en un susurro y yo le señale al señor.-Mi papá no tardará en venir, no te separes de mí.

Solo pude asentir sin dejar de mirar aquél hombre tan extraño que puedo jurara ahora mismo que una sonrisa esta apareciendo en su cara de una manera escalofriante, su sonrisa era tan notable que creo que a Lucas también le dio terror, no le voy a culpar, estaba acompañándome en mi terror y solo tenemos diez años cada uno, admiro que este actuando valiente, me acuerdo que me dijo que de mayor quería ser como su papá, yo creo que en un futuro lo hará muy bien y será el mejor, confió en él completamente.                                                  

-¿No hay ningún profesor cerca?- Él negó 

-A no ser que te hayas olvidado algo no te dejan entrar, ya lo intente varias veces.

-¿Para qué lo intentaste?

Un silenció largo se apodero de nuestra pequeña conversación, a si que puedo intuir que algo bueno no sería. 

-Queríamos yo y Bastian esconderle una rata en el escritorio del profesor de matemáticas, como una broma, pero no nos dejaron-Solo una pequeña risa que yo acompañe- Y no le digas nada de eso a mi papá, que me mata.

-Gracias por decirme con que chantajearte- Bromeé- Esta conversación me esta interesando más.

-¿Para qué tuve qué hablar?-Río - Ya buscaré con que molestarte, no tardaré en hacerlo- Amenazó.

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