CAPÍTULO 3: Tienes que ser fuerte.

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Capítulo 3: Tienes que ser fuerte.

—¡Cómo es posible que no bebas! ¡Eres hijo del dueño de un bar!

—¿Y? Tu eres hijo de un jardinero y no te he visto tocar una planta.

—¿Desflorarse cada noche con un nuevo ligue cuenta cómo jardinería?

—¡Geto!

Satoru tuvo que taparse la nariz por la risa, de otra forma la mesa ya estaría regada de jugo de naranja.

No era noticia para nadie que el amable y tierno Yuu jugaba el papel del chico virgen e inexperto para cazar al hombre guapo de turno durante las horas de juerga. Luego de cansarse de perseguir a Kento, al que finalmente había aceptado solo como un amor platónico. Una lástima, solía decir.

La última semana había sido increíble. No solo por el bonus que suponía pasar todo el día pegado a Geto, sino porque descubrir que tenía amigos levantaba un viento de calidez que iba descongelando poco a poco el frío de su alma.

Para conmemorar el último fin de semana libre antes de volver a estar encadenado detrás de la barra, armaron una salida grupal a la que se sumaron algunos de los chicos del club, entre ellos Yuu y, para sorpresa de todos, Kento. Que parecían arrepentirse un poco más cada segundo que avanzaba la velada dada las salidas de tono tan comunes para los bailarines.

Al final lo convencieron de beber. En serio, ¿algún día desarrollaría inmunidad a los encantos de su mejor amigo? Saltaría de un acantilado si se lo pidiera, no tenía ninguna duda.

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Alguien que le explique porque no hizo esto antes. Si el premio a emborracharse era bailar con Geto en la pista como si en vez de ser dos fuesen uno de tan pegados que estaban pues bienvenida sea la bebida. Otra ronda por favor.

Bueno, bailar quizás sonase presuntuoso para lo que en realidad estaba haciendo. ¿Era bailar moverse cual gusano epiléptico de un lado a otro entre sus brazos? Que importaba, la estaba pasando bien, muy bien. Sorprendente era que no saliese confeti de sus orejas. El pelinegro llevaba el ritmo, como no, y él se dejaba guiar, girando, saltando, lo que le pidiera, lo que le ordenara, que más daba que hicieran siempre que estuviesen juntos.

Perdió la noción del tiempo y solo la resequedad en su boca tuvo el poder para despegarlo un momento de ese frenesí para ir en busca de un par de bebidas a la abarrotada barra del local. Que bien se sentía no ser él quien tenía que hacer frente a ese montón de borrachos. Que divertido ser parte de ese montón de borrachos. Podría acostumbrarse a eso. Si la escena anterior se repetía ninguna queja saldría de sus labios.

—Veo que lo puta cual resfrío, se pega al menor contacto.

La nube de alegría en la que flotaba se desvaneció al momento que la voz de Naoya se filtró a través de sus sentidos. Volteó tan rápido que el mareo casi lo lleva al suelo, todo el alcohol en su sistema haciendo efecto de golpe. De repente el empresario era todo lo que ocupaba su campo visual. Lo tenía ahí, pasándole los brazos por la cintura, pegándose a él mientras acercaba los labios a su oído, susurrando como una serpiente.

—¿Cuánto tiempo más tendré que esperar hasta que Toji te suba al escenario? Muero por verte mover ese culo para mí.

Y podrías culpar al alcohol o a la rabia o a Geto por darle valor pero se encontró siendo dominado por su otro yo. El alter ego que lo poseía cuando la luz de la luna hacía su entrada al final del día.

—Muere y averigüémoslo.

Y quizás fue lo afilado de sus palabras, o el odio que transmitía su mirada, pero Naoya dio media vuelta y se fue luego de lanzarle una sonrisa desdeñosa. Satoru esperó a que desapareciera entre la multitud para soltar el aire que no sabía que estaba conteniendo y bajar de un saque el trago que había pedido. El corazón le cabalgaba a tal velocidad que sentía la sangre palpitándole detrás de las orejas. Quería irse. Ya. No podía quedarse ahí por más tiempo o vomitaría. O lloraría. Y no sabía que era peor.

DENTRO DE TI [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora