Parte única

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Esta obra trata temas maduros cómo el uso de drogas, el abuso sexual, escenas postraumáticas y etc.


~《○●○》~


(POV Angel Dust)


¿Quién soy y dónde estoy?

Apenas puedo oír mi voz interna.

Ni tengo tiempo para pensar en tal cuestión inverosímil con este dolor de cabeza, punzante y estridente.

Estoy mareado, pero exceptuando mi dolor me siento cómodo. Debo estar tumbado sobre algo blando.

Cualquier forma abstracta gira o me hace sentir girado. Intento mantener mis ojos en un punto fijo, pero tan solo veo todo moverse y cambiar mientras respiro. Mis pulmones arden, pero no sé si grito, porque lo único que llego a oír son mis latidos.

Podría estar muerto, y sin embargo me siento vivo.

Cierro mis ojos, parpadeo. No sé si pierdo la conciencia de por medio, pero al menos con ello recobro algo de sentido. Así muchos recuerdos me vienen de frente, y con una calada, dejo de estar tan aturdido.

Pienso y ya al menos puedo oírme a mí mismo. Debo estar sobre la cama del hotel, pero aun así recuerdo en la calle hace solamente unas horas el haber estado trabajando, y al no querer prostituirme, luego, para mitigar ese deseo, también recuerdo como me terminé drogando.

Trato de pensar, pero mi mareo se vuelve una náusea. Siempre me ha dado asco vomitar, por lo que me intento reprimir.

Inspiro, no puedo. Soy muy débil como para poder resistir.

Si debo vomitar, al menos prefiero hacerlo elegantemente antes que en mi cama sobre mí mismo. 

Necesito ir al lavabo.

Intento orientarme en la oscuridad y comprender desde que dirección proviene la tenue luz de mi tocador.

Espiro. Mi cuerpo tarda en responder. Tan solo siento el sudor y el hormigueo recorrer mi piel. Intento levantarme de la cama, pero siento que me voy a caer. Entre la penumbra, perdido, la idea de buscar el interruptor ni siquiera es viable.

Me ahogo en la incontrolable náusea mientras la garganta me escuece. Mi cordura más que meramente eso no siente.

Tirito mientras camino por el pasillo hasta el baño. Soy incapaz de aguantar más.

Trato de resistir los espasmos en mi piel, pero mis rodillas no hacen otra que quebrarse para golpear el suelo. Ni siquiera soy capaz de escuchar el golpe, tan solo tirito sobre el piso impío.

Las gotas de sudor helado recorren cada poro de mi espalda mientras me postro ante aquello que internamente me salvará de parecer un sucio borracho. Presiono mis dedos contra la taza del váter, viendo como mis nudillos se vuelven blancos. No quiero hacerlo. Intento inspirar el quebrado aire, pero con cada intento mis pulmones arden más y más.

La quemazón me llega hasta mis sienes. Me sofoco. No puedo respirar más. Cualquier sentido de conciencia que tuviera abandona el de mi orgullo.

De manera desmesurada, el vómito, ácido, cede sobre mi garganta casi de la misma manera en como manos ajenas lo hacen sobre mi cuerpo cada día.

Arde. Espiro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora