El fino hilo del destino es muy frágil y puede cambiar con facilidad ¿Por qué lo digo? uno de los cazadores más importantes de la cofradía de cazadores de Japón fue ha averiguar sobre un caso extraño de un pueblo y de "la sangre milagrosa"
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"Cazador, mi maestro te encomienda una última misión para que seas libre..." - hablo una voz delicada de una mujer
Tras varias masacres incontables que se vio obligado a hacer en la ciudad maldita, el pilar del agua había abierto los ojos de su mente antes los horrores y lo que descubrió en Yahram, Giyuu Tomioka ya ha perdido la cuenta de las criaturas que tuvo que encargarse, la cantidad de los que estuvieron en su camino y no pudo ayudar, de los horrores que presenció... Las incontables muerte que tuvo y su sed de derramar sangré
Tomioka se encuentra en un barco a camino a Japón, este veía la luna mientras recordaba los momentos antes de su regreso, en el sueño del cazador se le había prometido la cura para el patrón por primera vez y la última y más reciente... Se le encomendó una tarea que ya tenía desde antes.
Su uniforme de cazadores hace tiempo que fue destruido y rasgado por las bestias, lo único que se pudo salvar fue su Haori en su mayor parte, gracias a esa "muñeca" ese Haori lo lleva en forma de chaleco debajo de esa gabardina gris que encontró, a diferencia de su antiguo uniforme este fue capaz de darle una mejor protección a los zarpazos y cortes que su uniforme de la cofradía, con un suspiro de su ropa había sacado la empuñadura de su katana, la hoja se había roto en su mayor parte convirtiendo el arma en una suerte de cuchillo.
Pero ineficaz contra las bestias de esa ciudad, aunque claramente no regreso indefenso, llevaba una pistola, la que recibió desde el inicio y claramente unas armas que encontró en su travesía en ese lugar, para su sorpresa y alivio todavía podía tener acceso a esas armas y las ventajas que obtuvo en ese lugar, desconocía si sus armas actuales ayudarían en la encomienda que ya había aceptado, la caza de los "demonios".
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Giyuu tuvo que quitarse los recuerdos de esa maldita ciudad en lo que caminaba un bosque ya en Japón, decidió un poco adentrarse a un camino largo a la cofradía que de lo habitual.
