CASA DE LA MANDA WOLFBLOOD
— Papá nos vamos al bosque tenemos que rastrear unas marcas que hemos encontrado cerca de la granja. — dice Eros.
Su padre, Sten levanta la vista del papel que tiene delante, sus ojos lo observan como si intentasen decirle algo, se le ve cansado y por su expresión parece que ha leído algo que no le ha gustado.
— Está bien pero antes díselo a la Alfa, antes de que se enfade conmigo por dejarte salir en plena noche. — responde este intentando sonreír.
Su madre Leya es la alfa de la manada aunque no por mucho tiempo ya que le cederá ese puesto a su primogénito Eros. Leya es una de las reinas que están en la mesa de piedra, la que defiende a los suyos ante el resto de clanes.
— Está bien papá ahora le digo — dice Eros entrando en el despacho de su padre — ¿está todo bien? — pregunta poniéndose delante del escritorio.
— No del todo aún no puedo decir que es lo que ocurre, pero no te preocupes, tu madre y yo nos encargaremos de todo. — responde.
— ¿Qué ocurre aquí? — pregunta Leya entrando en la habitación, detrás va Kay con gesto serio.
— Le decía a papá que está noche saldremos a rastrear unas marcas que hemos encontrado en unos árboles, cerca de la granja, no son de otros lobos parece que hay algo más.
— Está bien Eros podéis ir pero no os metáis del todo, aún estamos intentando averiguar qué ha ocurrido al otro lado del bosque, parece ser que han habido algunos ataques y esperemos que no sea lo que creemos que es — responde su madre — pero Kay se queda aquí, está noche no sale.
Eros sin rechistar asiente aunque no lo ve justo porque Kay es uno de los mejores rastreadores de la manda, entiende que al ser humano es lo mejor, ya que si pasara alguna cosa aunque él se pueda defender Eros no puede estar atento a todo lo que ocurre y poder defenderlo también.
Eros se despide de sus padres y de su hermano y se va en busca de los chicos que lo esperan en el comedor, entendiendo que no irán todos y que no pueden tardar más de lo debido, se ponen en marcha para ver qué es lo que ocurre en esa zona del bosque.
CASA CAZADORES DE LUNA
— ¿A dónde crees que vas? — pregunta Kaira a su hijo Aren.
Este se gira y la mira con los ojos abiertos quería salir por la ventana de su habitación pero justo da encima de unas zarzas y no quería caer encima de ellas y creyendo que su madre ya estaba en la cama, a optado por salir a hurtadillas aunque no le ha funcionado mucho.
— Mamá no sabía que aún estabas despierta — responde rascándose el pelo incomodo — he quedado con los chicos para ir a dar una vuelta.
— No me engañes he hablado con Sten hace un momento y aunque en un principio estaba de acuerdo, creo que lo mejor es que te quedes en casa por tu seguridad y la de tu hermana han habido algunos ataques en el otro lado del bosque.
— Está bien mamá.
Este se despide de su madre con un beso en la mejilla y se dirige a su habitación escribiéndole a sus amigos estos le responden con un vale y le explican que Kay también se ha quedado en su casa por seguridad.
— Aren, ¿estás ahí? — pregunta Freya dándole unos toques a la puerta.
"pasa" se escucha dentro de la habitación.
Esta abre la puerta y se encuentra a su hermano estirando en la cama mirando el techo, la habitación está recogida, tiene un escritorio a un lado de la habitación y junto a este un armario y un zapatero.
— No puedo dormir — dice esta tumbándose a su lado — no dejo de pensar en lo que había en el bosque.
Aren la mira con el ceño fruncido y pensando en que decirle para que deje de darle vueltas a ese tema, opta por decirle la verdad de lo que sabe, que es nada.
— ¿Qué había en el bosque? — pregunta este
— He visto unas marcas y sentía que había algo más que nosotros no podíamos ver pero los caballos si.
— No sé que podría ser Freya, pero creo que lo mejor es que dejes de darle vueltas al tema.
— ¿ Y si nos ha encontrado y viene a por mi? — pregunta
— No creo Freya de todas maneras no te podrá hacer nada nosotros te protegeremos.
— Eso mismo le dijimos a Alec y mira lo que pasó — dice esta dándole un pequeño golpe a la cama.
— Freya, lo mejor es que dejemos el tema, lo que pasó no fue culpa tuya y no pudimos evitarlo. — responde este girando y quedando de lado para ver a su hermana.
— Lo sé Aren, pero es inevitable sentirme culpable por todo lo ocurrido, vendrá a por mi por mucho que lo queramos impedir.
— No lo permitiré Freya, ni yo ni papá y mamá, por favor dejemos las cosas como están.
Freya asiente y no dice nada más, y aunque sabe que su hermano tiene razón, algo le dice que ha vuelto y que en nada la encontrará, sin decir nada más se despide de este y se va a su habitación.
Y pensando en lo que le ha dicho su hermano y en lo que ella ha visto y sentido en el bosque, está decidida a entrar en él y descubrir qué es lo que hay.
***
— Eros tenemos que ir la de ya algo se acerca — dice Aron dándole un toque en el hombro.
Eros, Aron y Dorian están en el camino del bosque donde los lleva a la granja, intentando buscar alguna pista y poder averiguar que es lo que hay a parte de su manada, aunque ya intuyen que es un clan enemigo.
— De acuerdo, le diré a mi padre lo que hay e intentamos reforzar la seguridad, aunque algo me dice que no servirá de nada. — responde Eros.
— Freya está en peligro y su familia también y aunque intentemos evitarlo no servirá de nada, hay que descubrir quién trabaja con él y como ha llegando hasta aquí sin darnos cuenta. — dice Dorian.
Nadie responde y el silencio se expande por el bosque, como si todo se parase y nada pudiese avanzar, Eros siente un mal estar al saber que no puede hacer nada para evitar lo que viene y poder proteger a Freya. Aron siente rabia al saber que están cerca de Mara y no puede hacer mucho porque no quiere meterla más de lo que ya está metida en este mundo.
Deciden marcharse y, a lo lejos unos ojos rojos los observa, la guerra está declarada y aún no se han encontrado.
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El pasado siempre vuelve.
LobisomemFreya y su familia huyen de un pasado, lo que les lleva a mudarse a un pueblo remotamente lejos de la ciudad. Un pasado que creían enterrado a vuelto para buscarla, porque aunque a veces creamos que todo está cerrado. El pasado siempre vuelve. Obr...