Kankuro & Kiba
Akamaru salió corriendo hacia un hombre extraño que se encontraba sentado en el parque, Kiba lo había llevado a pasear pero no esperaba que el perro se alejara de él para ir a darle amor a un completo extraño en pleno parque.
El extraño abrazó al perro y comenzó a jugar con el haciendo que Kiba se llene de curiosidad por saber de quien se trataba.
-Hola, disculpa a mi perro, Akamaru no suele ser asi de juguetón.
El hombre lo miró y tardó en responder.
-No importa, me gustan los perros.
Kiba acarició a Akamaru y se despidió del hombre con un gesto pero este lo detuvo antes de irse.
-¿Puedo invitarte un café? -dijo el.
-Ammm, no, yo estoy casado, no creo que sea apropiado.
-¿En donde está tu esposo?
-De viaje, está trabajando.
-Entiendo, pero igual puedes salir a divertirte con amigos.
-Si, supongo que si.
-¿Quieres venir a mi casa?
-Ni siquiera sé tu nombre ¿no crees que esto es muy raro?
-No lo es. Vivo justo cruzando la calle, no tengo más que un sofá-cama, un refrigerador y una estufa, pero prometo servirte un buen café.
-Bueno esta bien, iré, pero no intentes nada raro, estoy armado.
-¿Lo estas?
-Por supuesto.
-Vale, está bien.
-Ven Akamaru.
Kiba y el hombre cruzaron la calle y fueron a un pequeño edificio con apartamentos, al entrar Kiba vió que era un lugar pequeño, le faltaba de todo pero estaba perfectamente limpio.
-Gracias por venir, eres mi primera visita aquí, me acabo de mudar.
-Es un lindo lugar.
-Si, iré a hacerte tu café.
-Gracias.
Cuando el hombre fue a la cocina Kiba se detuvo a pensar donde lo había visto antes, aceptó ir a su casa solo porque le parecía increíblemente familiar, y el echo de que Akamaru no sospechara nada era muy raro.
El hombre regresó con el café y se lo extendió a Kiba, este último fingió tomar pero no lo hizo realmente.
-¿Nos habíamos conocido antes?
-Asi es Kiba, ya nos conocemos.
-¡Ahhh! Lo siento, no se me hace fácil reconocer a las personas.
-No deberías ir a la casa de los extraños.
-¿Porque? ¿Me harás algo? Yo de verdad estoy armado.
-Si, te haré algo.
El hombre se acercó y le robó un beso a Kiba, este lo miró sorprendido pero en ves de molestarse y salir de ahí sus mejillas se sonrojaron y dejó el café en el suelo.
-Me-Mejor me voy. -dijo Kiba nervioso.
-Eso es mentira.
-¿Mentira?
-Sabes que no te quieres ir.
El hombre se puso de pie y se quitó la playera que traía puesta dejando su torso desnudo, le hizo una señal a Akamaru para que se fuera y este obedeció.
El hombre volvió a besar a Kiba y este se dejó besar sin poner resistencia, quería alejarse pero no podía, su cuerpo ardía y su mente no dejaba de pensar en que ya conocía a este hombre, porque aunque su mente no sepa su nombre su cuerpo lo reconoce y no puede alejarse de él.
El hombre desabrochó los pantalones de Kiba y en un rápido movimiento los dejó en el suelo.
Kiba no lo podía creer, si su esposo lo ve lo odiaría, pero cuando su ropa interior también cayó ya no había más nada en que pensar.
-¿Dijiste que estabas armado?
-Ah, no, no lo estoy.
El hombre le sonrió y entró sus dedos en su entrada mientras lo besaba con pasión, ahí, sentados en el sofá. Kiba arqueó su espalda totalmente exitado y trataba de acercarse buscando más contacto.
El hombre sacó sus dedos para terminar de romper distancia y volverse uno solo, entró en Kiba lentamente pero no tardó mucho para comenzar a moverse con fervor.
Pero entonces Kiba lo miró, miró sus propias piernas en sus hombros y recordó todo.
-¿Kankuro?
-Oh, veo que al fin me recuerdas.
Kankuro baja sus piernas y lo acomoda para seguir embistiendolo de forma suave y lenta.
-¿Que sucede? ¿Porque no te recordaba?
-Tienes alzheimer mi amor.
Kiba lo miró y recordó eso, pero luego miró a su alrededor.
-¿Que es este lugar?
-Aqui vivo cuando no me recuerdas, te sueles alterar mucho cuando ves a un extraño viviendo contigo, así que solo voy a nuestra casa cuando me recuerdas.
-Oh, ¿y cuando es que me olvido de ti?
-En su mayoría es cuando te duermes y vuelves a despertar pero ha estado empeorando.
Kankuro volvió a retomar el ritmo y Kiba comenzó a gemir como loco.
-Más rápido, dame más duro mí amor.
-Eso mismo me dijiste ayer.
-¿Ayer?
Kankuro lo hizo más duro hasta terminar y lo ayudó a acostarse en el sofá para abrazarlo y disfrutar su compañía mientras pueda.
-Lo siento Kankuro, debes estar arto de que te olvide, deberías dejarme ir y seguir con tu vida.
-No estoy arto de nada, llevamos casados 15 años Kiba, y lo seguiremos estando incluso si te olvidas de mi para siempre.
-Pero...
-Pero nada, todo está bien, perfectamente bien.