Capitulo I: Un inesperado regalo

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Bajó del taxi, y al ser un día lluvioso, tuvo que correr los pocos metros que le faltaban para entrar a su edificio. El vigilante le saludó con una sonrisa, como siempre, que le devolvió amablemente. Caminó al elevador y apretó el botón para subir, de inmediato se abrieron las puertas y entró, tocó el botón del piso 5 y esperó con cierta impaciencia el llegar a su destino. En cuanto el elevador se abrió, metió las manos dentro de su abrigo y sacó las llaves, apenas abrió se dirigió rápidamente al interior, al hacerlo observó el reloj que había en una de las paredes y justo faltaba una hora para que Rubius pasara por él, todavía tenía tiempo para darse una ducha.

Inmediatamente se metió al baño y al terminar solo le bastó arreglarse justo 5 minutos antes de que fueran las 8 de la noche. Salió de su habitación y se sentó en el sillón a esperar. Al hacerlo se dio cuenta que el botón de la contestadora estaba en rojo y parpadeando, señal de que tenía un mensaje, curioso de quién podría ser lo presionó, solo necesito de un segundo para distinguir la dulce voz de su novio.

──¡Feliz Cumpleaños Pato!, bebé, no sabes cómo lamento no poder llevarte hoy a cenar pero es imprescindible para la empresa que resuelva todo hoy, este contrato representa muchos millones y por más que le supliqué a mi jefe que enviara a alguien más, no quiso. Me reiteró que solo yo podía convencer al cliente... y te prometo que te lo recompensaré, recuerda que te amo.

Quackity cerró los ojos, resignado, y dejó caer su cabeza en el respaldo del sillón. Que inconveniente resultaba que su cumpleaños hubiera caído en un martes y que la única persona que tenía cerca para celebrarlo tuviera que cumplir con un compromiso laboral. Deseó en ese momento seguir viviendo con Tubbo, al menos tendría compañía, entonces recordó que odiaba el clima de la isla y además no tendría el magnífico empleo que ahora tenía que, aparte de disfrutar, le permitía darse varios lujos.

Se levantó del sillón y se dirigió a la cocina, buscó en la alacena hasta encontrar una botella de vodka a la mitad, la sacó y la coloco en la mesa antes de abrir el refrigerador y sacar algunos hielos, un jugo de naranja y un vaso para completar. Colocó un par de hielos dentro del vaso cristalino, un poco de vodka y relleno el resto con el jugo. "Feliz cumpleaños Quackity", se dijo a sí mismo y alzó el vaso, como si estuviera brindando con el aire para enseguida darle un trago considerable.

Se sentó en una de las sillas del comedor y puso un poco de música, era su cumpleaños número 23 y lo estaba celebrando solo, lo que le orilló a que hiciera un recuento de su vida. A decir verdad, la gran mayoría de sus cumpleaños habían sido aburridos, a excepción del número 21 en que Rubius le organizó una fiesta sorpresa. En general, su vida era bastante monótona, centrada básicamente en su trabajo y en su novio, un importante hombre de negocios que le dedicaba las pocas horas que su trabajo le permitía. En cuanto a amigos, sólo dos, uno casado y el otro era padre soltero... genial, no tenía opciones de con quién más pasar ese cumpleaños.

El sonido de su celular lo sacó de sus cavilaciones lamentables, se levantó y tomó su abrigo que había dejado en el mueble junto a la puerta, empezó a buscarlo y entonces encontró con que entretenerse un rato, su departamento era un completo desorden. Justo cuando tomó el celular, dejó de sonar; era Willy, al menos este año lo recordó, pero la verdad no tenía ganas de escuchar a su alocado padre. Simplemente volvió a sentarse en el comedor y se preparó otro trago.

No sabe en que momento terminó vaciando todo el contenido de su maletín sobre la mesa, había un gran surtido, boletos de cine, notas de restaurantes, servilletas, mentas, plumas, bálsamos, tarjetas, empezó a seleccionar lo que podría servirle y lo que era basura. De pronto, una servilleta con algo escrito llamó su atención, era un número de celular y una frase escrita debajo, "Clave: ¿Estás libre esta noche?", entonces recordó la plática fortuita que había tenido con un chico en el baño de aquel bar al que fue con unos compañeros de la oficina tres semanas atrás. Ya con unas copas encima le fue inevitable quejarse de la poca atención de su pareja, el chico entonces había sacado una servilleta y anotó esos datos, "no te vas a arrepentir, sólo di la clave y entrarás al paraíso, el tipo es un dios y te aseguro que te dejará sin sentido".

© Dulce Tentación  |  Spiderduck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora