Capítulo 8: La vida te da sorpresas

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──Mucho gusto ─dijo en tono neutral y le extendió la mano.

Pero Quackity no quería estrechársela, ese hombre ya conocía los efectos que tenía en él cuando lo tocaba, aunque ese momento era completamente distinto. No quería arriesgarse, ni siquiera podía hablar por el enorme estado de shock en el que se encontraba, sentía las rodillas temblar y como un trasudor recorría su cuerpo, si no fuera porque tenía a Rubius sujetando su cintura, ya se habría desmayado. No entendía como Roier podía estar como si nada, como si en verdad fuera la primera vez que lo veía en su vida. Deseó tener la misma fortaleza o desfachatez, no sabía cómo calificar su actitud. Tomó un fuerte respiro y apretó con la mano a Rubius, casi enterrándole las uñas.

──Igualmente ─respondió estrechándole la mano, pero retirándose con rapidez.

──Rubius, no me lo tomes a mal, pero tienes un novio muy lindo ─¿Cómo se atrevía a decir eso?

──Oh, yo lo sé, gracias. Además, es un excelente chico, es el único que me aguanta el ritmo de trabajo y casi no se queja, por eso trato de complacerlo lo más que se pueda ─respondió Rubius de lo más amoroso mientras deslizaba un dedo por su nariz.

──Sí, se ve que están muy, muy enamorados ─exclamó el castaño arácnido en un tono ligeramente burlón.

──¿Te sientes bien, patito? ─preguntó su novio, mirándolo preocupado.

──Un poco mareado, creo que la cerveza ya se me subió, necesito refrescarme, con permiso.

Salió prácticamente corriendo al baño y una vez adentro, se recargó en la puerta y llevó las manos hacia su cara, ¿Por qué le pasaba eso a él? ahora sí que el destino le había jugado una broma demasiado pesada. De todas las posibilidades que había de encontrarlo, jamás se imaginó que fuera en compañía de su novio y mucho menos que ellos se conocieran, pero, ¿De dónde? Se supone que conocía a todos los amigos y compañeros de Rubius, tenía que tratarse de algún cliente.

Lo peor era no tener la menor idea de lo que pasaba por la mente del castaño, aparte de empresario, ¿Sería actor? ¿Cómo podía mantener el rostro sin ninguna emoción? ¿Acaso sabría que lo encontraría ahí? No, por supuesto que no, aunque conociera a Rubius y supiera que tenía pareja, no había forma de que asumiera que era él precisamente ese novio. Además, no le habría llamado si hubiera sabido que se encontrarían ahí.

Se acercó al lavabo y dejó correr el agua, mojó sus manos y las puso en su nuca antes de refrescarse la cara, cogió varias toallitas de papel para secarse y al hacerlo se dió cuenta que estaba más pálido que de costumbre, tenía justo la tonalidad de una hoja de papel. ¿Cómo fue tan tonto para creer que ese jueguito iba a continuar por un tiempo indefinido? Era tan sabido que, cuando uno se portaba bien, el día que hiciera algo indebido saldría mal. Escuchó el sonido de la puerta siendo tocada y eso lo hizo salir de sus pensamientos.

──Quackity, ¿estás bien? ─preguntó Rubius del otro lado.

──Sí, todo bien.

──¿Quieres que nos vayamos?

──No, te digo que solo fue la cerveza, pero ya se me pasó ─respondió abriendo la puerta.

──Estás muy pálido, ¿seguro que te sientes bien?

──Sí, creo que se me bajó la presión, pero no te arruinaré ─mencionó poniendo la mano en la mejilla del rubio──. Esta noche ─agregó ocultando el verdadero trasfondo de su comentario.

Su novio sonrió y le dió un ligero beso en los labios, tomándole de la mano para dirigirse hacía sus lugares. Roier estaba parado frente a la mesa preparando unas bebidas y una chica estaba a su lado platicándole algo muy entusiasmada; era un poco bajita, de tez levemente blanca, ojos marrones, cabello rubio con una gran sonrisa tirando de sus labios. Traía unos jeans y un jersey del equipo jugador, al parecer era muy fan de uno. Vió que le acaricio el cabello a Roier y los celos lo inundaron, ¿Cómo podía estar celoso? Era seguro que él tuviera a alguien en su vida. Al acercarse, la chica saludo animada me a Rubius.

© Dulce Tentación  |  Spiderduck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora