III

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El motor hacía mucho ruido mientras seguíamos abriéndonos paso en la ciudad, miraba alrededor, negocios y negocios pasaban frente a mis ojos en un parpadeo, al igual que las personas que en muchas ocasiones parecían quedarse quietas ante mi mirada, poco a poco, las construcciones dejaron de verse para dar paso al campo abierto y a las grandes extensiones de bosque, el aroma de la naturaleza era parecido al del verano con la lluvia encima, el petricor era escaso y la hierva muerta o quemada no tardaban en hacerte cosquillas en la nariz, el capitán Jeon conducía con un semblante totalmente sereno, podía jurar que ni siquiera parpadeaba, su mirada estaba puesta totalmente al frente, hacia el horizonte lejano de la carretera sin pavimentar, sólo siguiendo el camino trasado por otros neumáticos por el paso del tiempo.

—Park Jimin, ¿cierto? —su voz me saco de mis pensamientos y no tarde en dar un asentimiento en respuesta, así que prosiguió—, estamos a pocos minutos de llegar a la base, por lo que tengo entendido, no le dijiste como trabajamos allí —esta vez dirigió esas palabras a mi padre.

—No, capitán —respondió mi padre—, las reglas sobre hablar de Auschwitz son estrictas, el general Kim fue especifico y menciono que no se hablaría del lugar a menos que fuera necesario para un nuevo cadete que esté al servicio, pero por supuesto sólo se hará cuando se sepa que efectivamente se quedará en el puesto.

—En efecto —volvió a hablar Jungkook—, como habrás escuchado, esté lugar tiene reglas específicas, las cuales, por supuesto tendrás que abstenerte a romper, las consecuencias pueden ser agravantes —di un nuevo asentimiento—, ahora, trabajaras como mi mano derecha, como sabrás soy el capitán Jeon, sí, pero me encargo de diversas tareas dentro del campo de concentración.

Su mirada no dejaba la carretera, era como si estuviera hablando al campo sin fin en lugar de a mí.

—Cuando ingreses, te encontrarás con el campo de concentración en un principio, todo el lugar esta vigilado las veinticuatro horas del día, se realizan cuatro turnos de vigilancia, nunca se deben dejar los muros desprotegidos por ningún momento —hizo una breve pausa—, encontrarás dos torres de control, allí siempre debe haber soldados con las armas listas para apuntar en caso de emergencia.

—¿Qué considera un caso de emergencia? —me atreví a interrumpirlo, su mirada fue a dar al espejo retrovisor antes de contestarme.

—Lo felicito por sus cuestionamientos, al menos no son estúpidos —comento antes de continuar—, tenemos diversos casos de emergencia, la entrada de algún enemigo, el intento de huida de algún desertor y lo que menos se nos debe escapar de las manos —volvió su mirada al espejo, observando mi reflejo—, que escape uno de esos zánganos inmundos... —judíos, sabía muy bien a lo que se refería—. Ahora, continuando con mis especificaciones, te diré que detrás del campo, se encuentran las oficinas, las cuales están protegidas por una barda de alambre de púas oxidado por las lluvias, ese lugar es nuestra central, allí se realizan las reuniones y planeaciones, solamente personal de rango mayor puede ingresar, en este caso haré una excepción por ti, porque eres mi mano derecha y necesito que estés a mi lado en todo momento, ¿ha quedado claro?

—Sí, capitán Jeon —respondí de inmediato.

—Dentro del campo de concentración encontrarás diversas cabañas pequeñas, todas y cada una con la capacidad de al menos cincuenta judíos dormidos en literas de tres personas cada una, por supuesto al haber una sobrepoblación en ellas, las debemos sobrepasar de su límite.

—¿De cuántos estamos hablando exactamente?

—Ochenta, sesenta, setenta —se encogió de hombros restándole importancia—, eso no importa mucho en realidad, mientras ninguno de esos ande merodeando fuera, estamos bien —de alguna forma aquel pensamiento me hizo sentir extraño—, ahora, la población de alfas es mayor que la de omegas, usualmente a los omegas los envían a otro de los campos, pero nos han dicho que debemos recibirlos de igual forma, y lo hacemos, todas las cabañas están llenas de alfas, a excepción de la que está más cercana a nuestra base militar, esa inclusive tiene una tonalidad de madera distinta, y no tiene muros de ladrillos rojos —comento el capitán Jeon—, los omegas se quedan con sus cachorros o los cachorros de otros en ese lugar, la cabaña es un poco más amplia que las demás, pero eso no quita que el espacio sea limitado, hasta el momento tenemos a veinte omegas y diez cachorros en ese sitio, y está tarde llegarán más, o eso tengo entendido —esta vez se dirigió hacia mi padre.

Una Boda En Auschwitz  || JimSu ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora