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LA VOZ HIZO ECO en el cielo, las nubes tronaron y todo lo que alguna vez fue verde quedo opacado por una extensa oscuridad. Una oscuridad moldeable que podía tocarse, la voz habló con furia, con molestia y, aunque lo negase había un toque de decepción. Pero el agua que caía con fuerza sobre su cara no hizo mucho por cambiar la forma en que sostenía sus pies a la tierra.
A su espalda escuchó sollozos, de esa clase de sollozoso ahogado que quema la garganta, que escoce los ojos y quita el aire. Las ganas de seguir.
Cuando la voz se calló la tierra vibro, el suelo se partió en dos y unas fuertes manos lo sostuvieron.
—¡No eres un ángel, no eres un ser puro! ¡el cielo es para ti intocable!
Y de pronto las manos tiraron con fuerza de sus alas, todas a las vez, todas juntas desaparecieron de un solo tirón. De un tirón violento que marcaría la ausencia de lo único que lo hacía especial. No grito. No grito incluso cuando la sangre dorada se convirtió en roja ni cuando su aureola cayó a sus pies. Había rabia en su interior, su propio ego consumido ante la idea de vengarse pero incluso un ser que se considera así mismo inrrompible puede romperse.
El suelo agrietado de aspecto vivo se tragó a Adán de un solo bocado. Arrastrandolo más allá de lo visto, de lo conocido. Qué terrible manía tiene el Tiempo de contemplar en silencio todo, de mirar con penuria todo lo que fue, a sido y será. Que desagrado haber estado y seguir estando sin entender lo que sucede. Lucifer corrió desesperado tras Adán, cayendo al vacío desconocido por voluntad propia con la apresión en el pecho de haber fracasado para la única persona que le consideró el mundo.
Este es el comienzo del fin de una Era que no pareció durar mucho. De los secretos entre un humano y un ángel, de como siguiendo al principio ideales egoístas se lleva a encontrar un camino diferente. Porque alguien le había dicho con paciencia y, en un tono de advertencia que ni Dios ni los ángeles podrían entender a los humanos. Que aunque guíados al principio, nunca sentirían ni amarian como los seres que se acostumbraron a serlo todo. Lilith había sido precavida, con una cautela muy propia de un animal a punto de percibir si será atacado o no. Ella debió saberlo, porque fue la primera en preguntarselo a Adán. "Si tú y yo estamos destinados a amarnos, ¿cómo amaran los ángeles? ¿cómo amaran si lo tienen todo?". La respuesta llegaría tiempo después, cuando un alma se corrompe, cuando se toca lo que no debe tocarse.
Lucifer fue siempre un conocedor, pero como la mayoría de conocedores se había vuelto arrogante, pretencioso. Queriendo imponer su voluntad sobre otros, creyendo que podía visualizar un mundo moldeado también por su propia mano. Pero su mano estaba ligada al desamparó, la molestia, la ira. Él siempre fue todo aquello comprimido en un solo cuerpo. Uno que estalló cuando conoció a Adán. Su medio para un fin, también su gran final.
Cayendo juntos al vacío de los inexplorado, solos los dos. Uno por arrogante, él otro por ser profanado por las manos del pecador, no tienen más que desolación. Porque ahora la oscuridad es en cada rincón, la tormenta es un cielo infinito.
—Lucifer, Lucifer. —nombró con desespero la voz del hombre.
Como allí todo es vacío, solo puede recurrir a lo que anhela. Al cazador que quiso apresar los pájaros, aquel que quiso llamarse así mismo Dios. Oh, pero ahora será un Dios. ¿Quién te dijo que los Dioses no son crueles? Ellos son dolor. Lucifer miró con tristeza en los ojos hacia Adán, Adán cambiaría tanto con los milenios, pero bajo cada capa seguiría siendo él mismo que conoció. Adán lo envuelve en sus brazos, en la irónia del momento el ángel ya no tiene alas porque fueron arrancadas y el humano, que carecia de ellas ahora tiene un par. Un par que resplandece, que brilla en contraste del tono ópaco de este mundo pérdido.
—Yo no quería. Perdoname, necesito de tú perdón. —dijo Lucifer, envolviendo con desesperación el cuerpo del humano.
Dos cuernos sobresalen del craneo del ángel caído. Ahora no es un ángel, es cualquier cosa si desea serlo pero nunca más un ángel.
—No hay nada que perdonar. Yo te amo, te amo eternamente. —respondió Adán, dándole un beso.
Quizá Dios siempre supo que Lucifer se comenzó a transformar en otra cosa, en algo que rompía con las leyes del cielo y de la tierra. Puede que temiera de sus ideas, de su actitud, de su fúlgor para presentar un sueño. Pero a diferencia suya, Lucifer se volvió demasiado humano. Fácil de persuadir y de también de sentir. Experimento sentimientos que nadie conocía y como estaba enamorado conoció el dolor que puede causar en otros al amar. Porque lo que mató el alma de Lucifer no fue la caída ni el castigo de la divinidad, su peor culpa nace del amor puro que le entregó Adán.
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NOTA AUTORA: Holii, llegue tarde, me atrase en esto ayy :( tenía ganas pero me puse a dormir en lugar de preparlo con anticipación. Este OS es súper cortito y el siguiente aún más, pero cortitos y muy bonitos, muy soft💖. Ojalá disfruten mi aporte, gracias por leer, besitos, muak. ✨️✨️
