Epílogo.

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El día de Charles comenzó con el habitual ajetreo de la vida cotidiana. Desde temprano, se sumergió en las responsabilidades y las tareas del hogar, tratando de dar lo mejor de sí para su amada familia. Aunque sus días eran agitados y sin descanso, encontraba consuelo y felicidad en el amor que recibía de Carlos y Chiara, quienes le brindaban el cariño que nunca había tenido en su infancia.

Sin embargo, el estrés y la presión de la vida diaria a veces pesaban sobre sus hombros, especialmente ahora que enfrentaba el desafío adicional de un nuevo embarazo. A pesar de las esperanzas de que esta nueva etapa pudiera revivir la relación con Carlos y traer más felicidad a su familia, Charles se encontraba lidiando con un conflicto interno.

Mientras adornaba la caja que contenía la prueba de embarazo, sus pensamientos se desviaron hacia la medicina de Chiara, que estaba a punto de terminarse. Con un suspiro resignado, se preparó para marcar el número de Carlos.

— Hola, cariño, necesito hablar contigo sobre algo importante.

— ¿Qué pasa, Charles? Estoy en medio de una reunión en el trabajo.

— La medicina de Chiara está por terminarse y casi despierta para tomarla. ¿Podrías salir del trabajo para recogerla? Además, quería mostrarte algo cuando llegues a casa.

— Lo siento, cariño, pero estoy muy ocupado en el trabajo hoy. No puedo salir en este momento.

— Pero no puedo dejar sola a Chiara, necesito que la medicina esté lista para cuando despierte.

— ¿No puedes esperar un poco? No puedo simplemente dejar mi trabajo cada vez que necesites algo.

— Lo siento, pero ella necesita su medicina y no puedo arriesgarme a dejarla sin ella. ¿No puedes hacer una excepción esta vez?

— ¡Ya te dije que no puedo salir del trabajo! ¿Por qué tienes que ser tan exigente todo el tiempo?

— No estoy siendo exigente, solo estoy preocupado por el bienestar de nuestra hija. No entiendo por qué no puedes entender eso.

—  ¡No empieces con eso, Charles! Estoy haciendo lo mejor que puedo desde aquí.

— No se trata de empezar nada, Carlos. Es la realidad. Si no puedes estar aquí cuando te necesitamos, ¿qué clase de padre eres?

— ¡No me digas cómo ser un padre! Tengo responsabilidades y un trabajo que mantener.

— ¿Y qué pasa con tus responsabilidades como padre, Carlos? ¿Qué pasa con tu responsabilidad hacia Chiara?

— No puedo seguir discutiendo esto ahora. Hablaremos cuando llegue a casa.

— No, Carlos. No podemos seguir posponiendo estas conversaciones importantes. Necesitamos solucionar esto ahora mismo.

— ¡No tengo tiempo para esto, Charles! Tengo que colgar. Nos vemos en casa.

El sonido de Carlos colgando se escucha al otro lado de la línea, dejando a Charles con una sensación de vacío y desesperación.

Con el corazón acelerado por la urgencia de conseguir la medicina para Chiara, Charles se apresuró a salir de casa, sabiendo que aún tenía algunos minutos antes de que la pequeña despertara. El día era sombrío y lluvioso, típico de la temporada de tormentas, pero eso no lo detuvo. Corrió por las calles hacia la farmacia más cercana, con el corazón latiendo con ansiedad por llegar a tiempo.

Sin embargo, su camino se vio abruptamente interrumpido cuando las luces cegadoras de un automóvil lo deslumbraron de repente. Con un grito ahogado de sorpresa, todo se volvió oscuro a su alrededor, su visión se desvaneció mientras el sonido de un frenazo brusco llenaba el aire.

El celular de Carlos sonaba sin parar, rompiendo el silencio ominoso que lo rodeaba. Después del cuarto llamado, decidió contestar, solo para encontrarse con una llamada de urgencias.

— Buenas tardes, ¿Es usted la pareja de Charles Leclerc?

— Sí, soy yo. ¿Qué ha pasado?

— Lamento informarle... Charles ha sufrido un accidente. Está siendo trasladado al hospital en este momento.

— ¿Cómo está? ¿Qué tipo de accidente fue?

— Lo siento mucho.... Charles no logró sobrevivir al accidente.

— ¿Qué está diciendo? ¿Cómo es posible?

— Hicimos todo lo posible, pero las lesiones son demasiado graves. Está siendo trasladado al Hospital Central.

Las palabras que salían del otro extremo de la línea parecían distantes y confusas. Un torbellino de emociones lo invadió, dejándolo aturdido y sin aliento. Las náuseas lo golpearon con fuerza, y por un momento sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies.

El camino de regreso a casa se volvió interminable, cada segundo parecía una eternidad mientras luchaba contra la desesperación y el miedo. Necesitaba llegar con Chiara, desesperado por tener noticias de su familia y por enfrentar la terrible realidad que se cernía sobre ellos.

Al llegar a casa, Carlos sintió como si el mundo entero se hubiera derrumbado a su alrededor. Tropezó con todo a su paso, su mente confundida y su corazón roto por la noticia de la pérdida de Charles. Una punzada de dolor atravesó su cuello, justo en el lugar donde siente el lazo con su amado omega, haciéndole temblar de agonía.

Con paso vacilante, se dirigió hacia la mesa de la cocina y tomó asiento, sintiéndose abrumado por la tristeza y la confusión. Su mirada se posó en una caja llamativa que estaba sobre la mesa, y con manos temblorosas, la abrió. Encontró dentro una prueba de embarazo, con el resultado marcado claramente como positivo.

Carlos negó con la cabeza, incapaz de aceptar la realidad que tenía frente a él. Las lágrimas brotaron de sus ojos con intensidad, mientras su corazón se desgarraba en pedazos ante la mezcla abrumadora de emociones que lo invadían. En un mar de dolor y desesperación, se aferró a la prueba de embarazo, como si negándola pudiera negar también la terrible verdad que había llegado a su vida.

Charles miraba con confusión y angustia la escena que se desarrollaba frente a sus ojos. Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras veía a Carlos, su amado alfa, moverse frenéticamente por la casa, completamente ajeno a su presencia. Trató de gritarle, de llamar su atención, pero sus palabras parecían perderse en el vacío, incapaces de romper la barrera entre ellos.

Con una sonrisa desconcertada, Charles corrió hacia Carlos, pero su corazón se hundió cuando el alfa pasó sobre él como si fuera una sombra, sin siquiera notar su presencia. La sensación de ser ignorado le causó un dolor profundo y punzante en el pecho, mientras luchaba por comprender lo que estaba sucediendo.

— ¡Carlos! ¿Qué pasa? ¡Estoy aquí!

Desesperado por hacerse notar, Charles continuó gritándole mientras lo seguía por la casa, pero sus intentos fueron en vano. Sus manos pasaron a través del cuerpo del alfa como si fuera humo, y la sensación de impotencia lo invadió por completo.

Finalmente, Charles llegó al cuarto de su hija, donde vio a Carlos cargando a Chiara en brazos. Intentó desesperadamente abrazarla también, pero sus manos atravesaron el aire vacío, sin poder tocarla. Frunció el ceño, desconcertado por la extraña sensación de estar allí y no estarlo al mismo tiempo.

— ¡Chiara, cariño, todo estará bien!  Solo necesito asegurarme de que estés bien, mi amor..— Dice el alfa con voz destrozada.

— ¡No puedo tocarte, Carlos! ¡Por favor, mira a tu alrededor, estoy aquí!— Su tono sale desesperado y tembloroso.

— Todo estará bien, Chiara. Voy a cuidarte.

— ¡No me dejes aquí solo, por favor!

Con el corazón destrozado y las lágrimas desbordándose, Charles se abrazó a sí mismo, sintiendo el dolor agudo de su impotencia. Observó cómo Carlos salía de la habitación, llevando a Chiara consigo, mientras él quedaba atrás, convertido en un espectro impotente y solitario, condenado a vagar en la sombra del amor que alguna vez compartió con su familia.

¿Podría su persistente espíritu encontrar la manera de comunicarse con Carlos y Chiara, ayudándolos a superar su dolor y encontrar la paz que tanto anhelan?

FIN.

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