Los días habían pasado, ni una sola palabra se habían dirigido. Cuando se veían por la calle, hacían como que no se conocían pero aquello consumía a Idune. La culpa se la comía viva.
Los sueños no paraban, al contrario, eran más fuertes pero distintos. Idune volvía a sentirse apagada y esto lo habló con sus hermanas y su mejor amiga, todas asumían que Idune había estado mal aquella tarde, no porque quisieran hacerla sentir peor, solo era la verdad y a veces la verdad duele más de lo que pensaríamos.
Aquella tarde no salió de su cuarto, pensando muy a fondo lo que quería, su mente estaba echa un lío. Miraba su teléfono, 𝗻𝗶𝗻𝗴𝘂́𝗻 mensaje de Annaka. Suspiraba una y otra vez, miraba el techo e intentaba pensar en otra cosa pero la acusación la estaba consumiendo poco a poco, era consciente de que todo eso era por ella, por su culpa y su poco miramiento en alguien que no fuera ella.
—Deberías ir a buscarla.— Comunicó Valery, las demás asintieron al unísono.
—No lo sé, seguro que no quiere verme, fui tan estúpida con ella.— Inhaló y expiró.
—Aunque te hubieras portado mal, si de verdad la quieres, lucha por ella y por su bienestar. Debes luchar por vuestra felicidad aunque la culpa te consuma. Aunque pienses que ella ya no quiere verte, deberías demostrar que tus pensamientos han cambiado en estos días, que te sientes mal por lo que me dijiste aquel día.— Aconsejó Lillian, ambas mayores la miraron orgullosa e Idune pestañeó, parecía haber entrado en razón.
—Es cierto, lo es. Debo ir a su casa.— Cogió fuerza de voluntad y se levantó de la cama. Empezó a prepararse.
—Esa es mi mejor amiga. Estamos orgullosas de ti.— Las tres sonrieron, salieron de la habitación para que ella pudiera ponerse bonita.
Comenzó a arreglarse. Primero tomó una relajante pero corta ducha de agua caliente, secó su cabello y se vistió de forma elegante. Llevaba un precioso vestido ceñido pero cómodo, era de color verde pastel. Hizo su rutina de skincare y maquillaje como siempre y con una gran sonrisa en el rostro se embadurnó de perfume antes de salir.
—Desearme suerte.— Respiró hondo antes de abrir la puerta y salir.
—¡Buena suerte!— Dijeron las tres al mismo tiempo.
Corrió lo más rápido posible que pudo a una floristería, compró unas flores y unos bombones de chocolates, los preferidos de Annaka. Quería disculpase y quería que fuera bonito.
Tras aquello, pagó y salió de la tienda para dirigirse a la casa de su amada pero al llegar se encontró con una sorpresa.—¿No está? ¿Y dónde está?— Preguntó apresurada, pensó que ya había acabado todo realmente, no podía volver otro día, tenía que ser hoy, no soportaba más tenerla tan lejos.
—Está en la grabación de la serie, ¿la conoces? The really Loud house.— Anunció la madre de Annaka con una sonrisa.
—Oh, sí, la conozco, he visto algunos capítulos. ¿Podría darme la dirección del lugar? Por favor.— Suplicó.
—Claro.— Ahí ocurrió el gran milagro. Después de tener la ubicación, salió de la casa de Annaka y caminó mirando el papel, no quedaba muy lejos si ibas corriendo. La brisa era fría, el día estaba nublado y parecía que iba a llover.
—No por favor, ahora no.— Se quejó, las gotas comenzaron a caer como cuchillas, Idune comenzó a correr, intentando no mojarse mucho ni ella ni los regalos pero todo fue en vano, en menos de diez minutos ya estaba empapada. Llovía con fuerza, la tormenta era potente y al parecer no tenía previsto parar. —Joder.— Aumentó la velocidad al correr, sus pies estaban helados y ella también pero tenía que llegar al sitio lo antes posible; las grabaciones estaban a punto de acabar.
Corría y corría, se mojaba y su cabello goteaba, su vestido estaba empapado y las flores ya se habían ahogado, la caja de cartón estaba arrugada y posiblemente los bombones se habrían estropeado. Llegó allí justo a tiempo cuando los directores comenzaban a irse a sus casas.
Respiraba con fuerza, se había cansado pero había valido la pena.Entonces la vio, la vio salir con todo el cast de la serie, riendo como si no hubiera un mañana, aunque se notaba que aún estaba herida. Idune la miró con lágrimas en los ojos, jamás se perdonaría a sí misma por hacerle eso, ella era un precioso ángel que vino a salvarla de toda esa oscuridad que la rodeaba.
—Ann, esa no es...— Habló una de las gemelas Allan.
—¿Mmmh?— Miró hacia donde miraba todo el cast, se sorprendió al verla ahí, bajo la lluvia totalmente empapada y sin apenas abrigo. —¿Idune? ¿Qué estás haciendo aquí?— Ella salió bajo la lluvia también; acercándose a ella rápidamente para mirarla directamente a los ojos. Sus ojos azules estaban cubiertos de lágrimas.
—Lo siento tanto, no debí reaccionar así, fui una completa tonta. Solo querías hacerme sentir bien y yo solo pude pensar en mí. Perdóname, no quería hacerte daño, te lo juro.— Las lágrimas bajaban por sus pómulos con rapidez. —Se me han arruinado los regalos, lo siento.— Miró aquellas dos cosas y suspiró con fuerza.
—Idune esto es... loco, puedes resfriarte y parece no importarte. No pasa nada por lo del otro día, de verdad pero como se te ocurre salir con la lluvia.— Tomó su rostro mientras la miraba una y otra vez. Sonrió como boba al ver el gran detalle que ella había tenido.
—Entonces, ¿podrás perdonarme?— Volvió a preguntar. Ambas bajo la lluvia y con la ropa totalmente húmeda, todo era perfecto, salvo por el posible resfriado que podían pillar, pero eso ahora no les importaba.
—Claro que si, boba.— Río levemente. Idune también lo hizo, su felicidad volvió, la tenía cerca de nuevo y ahora sí que no dejaría que se volviera a ir de su lado. Fueron los días más pesados de su vida.
No podían apartar la mirada una de la otra, estaban atrapadas entre sí y la felicidad las invadía sin importar que. Juntaron sus frentes, sus ojos se cerraron y sus manos volvieron a tocarse. La luna alumbraba sus sombras.
—𝗧𝗲 𝗮𝗺𝗼, 𝗔𝗻𝗻.— Idune habló.
—𝗬𝗼 𝘁𝗮𝗺𝗯𝗶𝗲́𝗻 𝘁𝗲 𝗮𝗺𝗼, 𝗜𝗱𝘂𝗻𝗲.— Sus labios se posaron en la frente de la menor, otorgando un dulce beso en ella.
Volvían a estar unidas, volvían a ser ellas y nunca más volverían a despegarse. Con esto aprendieron que los problemas y malos días son parte del proceso, pero aún así, ellas lo podrán superas todo...
𝗝𝘂𝗻𝘁𝗮𝘀.
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𝓔𝓬𝓵𝓲𝓹𝓼𝓮, 𝘂𝗻 𝗮𝗺𝗼𝗿 𝗽𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 || 𝖠𝗇𝗇𝖺𝗄𝖺 𝖥𝗈𝗎𝗋𝗇𝖾𝗋𝖾𝗍
Fiksi PenggemarUna historia de amor que nunca llega a su fin, ¿o si? Un amor prohibido que luchará por mantenerse vivo cada día; todo gracias a un simple eclipse lunar. Mentiras que saldrán a la luz y que causarán heridas, pero siempre se mantendrán unidas; pase...