𝓔𝓼𝓹𝓲𝓻𝓲𝓽𝓾 #10- Segunda parte

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||: Time Skip.

[]: Recuerdos.

-: Diálogos.

♠♠: Cambio de lugar.

/: Hablar al mismo tiempo.

♪♫♪♫♪♫

Layla se encontraba curando a un chico dentro de la clínica, el de la última vez, él mismo que ella salvó de unos matones. Cada tanto venía a la casa para verla y hablar con ella de cualquier cosa. Le agradaba su compañía, era la primera que se acercaba a ella de manera gentil. Después de lo ocurrido la mayoría le daba una mirada de terror, con los ojos abiertos y temblando.

—Y luego rode por toda la colina hasta bajo, hasta que tope con un señor de cabello amarillo...—conto el chico moviendo frenético las manos.

—¿Ah, si?—cuestiono y siguió enrollando los vendajes en la pierna herida.

—¡Sí! De hecho, llevaba con el un lindo ¿gato? La verdad no sé que sea. —levanto sus hombros, confundido por sus propios recuerdos.

«¿Eh? ¿No será...?»

—También de alguna forma logró escupir algo de su boca, pasó cuando unos tipos malos se acercaron a él. No sé cómo lo hizo, pero fue estupendo —sus ojos destilaban un brillo de admiración e ilusión. —¡Yo quiero ser uno de ellos!

Eufórico levantó la mano hacia el techo, sus labios se ensancharon mostrando sus dientes blanquecinos. El aún no sabía que significa aquello, sin embargo, llevaría a cabo el poder de la curiosidad que el mismo se otorgaba.

La de cabello oscuro se quedó pensando un momento. Hace unos meses que no escuchaba nada fuera del pueblo. Y si, ya había pasado un tiempo relativamente largo en el que se ausento. Durante ese tiempo, tomo el trabajo de ayudante del abuelo, él le había enseñado todas las bases de la medicina. Fue complicado, tanto que tuvo que acudir a la ayuda de Polyusca. Por la afición que tenía de leer y que la médica sabía, le prestó cientos de libros.

Agotada y todo tuvo que leer cada uno de ellos. Sobre todo cuando el trabajo se comenzó a interponer. Y ahora ha llegado a este punto, en el cual se siente orgullosa de lograrlo.

Retomando el acontecimiento anterior, pensativa siguió acomodando las vendas, de derecha a izquierda, arriba y abajo. Se hacia la desentendida, pero sabía con certeza de quién hablaba y no estaba muy contenta de que lo haya visto. Y eso traería consecuencias. Cuando un grito la trajo de vuelta a sus acciones.

—¡Layla!

—¿Que?—fruncio las cejas sin entender lo que pasaba.

—Me has vendado toda la pierna—se burló y señalo la ahora blanca y estropeada tela sobre su piel.

Anonadada miro hacia abajo y confirmo lo que le decía el niño. Un sutil rubor curso por sus mejillas por el descuido.

—No puede ser. Lo siento mucho, Daiki, no me di cuenta. — dijo disculpándose, removiendo los grandes trazos de tela.

—No te preocupes, hermana. Ahora dime, ¿en qué pensabas?

—No es nada.

—Eso no es cierto, Daiki quiere saber que te tenía tan perdida.—apretó sus labios en un puchero. Eso pasaba a menudo cuando el niño hacía berrinche o era curioso de más.

Eso llegaba a causarle un escalofrío por toda su columna, y a la vez se le revolvia el estómago por ese hecho. Pero no podía negar que sonaba adorable si lo hacía con esa voz típica de un niño. Suspiro para volver a retomar la conversación.

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⏰ Última actualización: Feb 01 ⏰

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