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Como humanos tendemos a buscar de manera desesperada la forma de guardar nuestros recuerdos por todo el tiempo que podamos hacerlo, jamás olvidar, por eso nos parece una tragedia cuando alguien lo hace. Mi estrategia personal para nunca olvidar es tomar fotografías.

¿Qué mejor manera de conservar recuerdos que guardarlos en imágenes? Perduran, y se pueden ver una y otra vez aunque tu mente olvide lo que ocurrió. Por eso en este momento estoy tomándole fotos a la linda chica frente a mí mientras voy en el autobús, porque sería una pena olvidar esa morena piel y esos ojos marrones que se clavan en mi memoria con fervor y rudeza. A veces me mira de reojo, y en esos momentos siento que el mundo se detiene a mi alrededor, que algo me golpea con fuerza y me saca el aire, porque no dejo de pensar en lo hermosa que es y cuanto me gustaría jamás olvidarla.

Creo que es ilegal sacarles fotos a las personas sin su permiso, mas sin embargo no me detengo, continúo tomándole fotos y revisando las miles de fotografías que quedan guardadas en mi memoria y en los rollos de la cámara: ella sonriendo, el hoyuelo que se formaba en su mejilla al sonreír, ella leyendo un libro grueso de El señor de los anillos, ella mordiéndose los labios, ella escuchando música desde algún discman guardado en su cartera, ella sonriéndome de vez en cuando y regalándome miles de sensaciones con solo extender sus labios en su rostro, ella haciendo miles de cosas pero de una cosa estoy seguro: haga lo que haga se sigue viendo hermosa.

El sonido de la ciudad fuera del bus resuena en el interior de esta carcasa de metal, ella levanta los ojos de su libro para mirar por encima de la multitud parada en el pasillo del transporte y entonces comienza a arreglar las cosas en su bolso, guardando en el su libro y preparándose para irse cuando el bus se detenga. Mi corazón se rompe, no quiero que se vaya.

Me sonríe por un momento y se despide de mí con un muy bajo hasta luego, se levanta y se baja del bus. Bajo la vista hasta mi cámara y reviso las fotos sobre ella, su cabello negro y rizado cayendo encima de sus hombros, sus dulces ojos marrón caramelo fijos en el lente de la cámara y ahí es cuando me doy cuenta que posó para mí, que las sonrisas me las daba como un regalo. Una sonrisa se dibuja en mi cara mientras continuo viendo las fotos, entonces apago la cámara y observo por la ventana como ella cruza la avenida y desaparece entre la multitud, dejándome solo con el recuerdo de sus rizos, su hoyuelo y esa bonita sonrisa grabada en mi memoria y en la de mi cámara.


Negativos jamás revelados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora