𝟒.

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— Che viejo, ¿de verdad crees que fue buena idea dejar al pibe solo? — preguntó el argentino, siguiendo a su equipo a paso apresurado

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Che viejo, ¿de verdad crees que fue buena idea dejar al pibe solo? — preguntó el argentino, siguiendo a su equipo a paso apresurado.

Habían pasado algunas horas desde que el equipo Bolas salió de la base, dividiéndose en grupos de tres personas, Philza se fue con Baghera y Carrera, yendo así por su última misión en el día; que era ir a una cueva marina a matar a un guardián y conseguir tinta brillante de calamar.

Sí ¿Por qué no? — contestó sencillo, prestando más atención a la lista de tareas y al camino que tomaban.

Bueno, solo decía que el chabon podría aprovecharse de que no tiene vigilancia y avisar a su equipo. — comentó, alzando los hombros con indiferencia.

No, el no hará eso.

¿Cómo es que estás tan seguro?

Porque su comunicador lo tengo yo, al igual que su espada, su brújula y sus mapas. — respondió de lo más simple, admitiendo sin ningún tipo de pena que le quito pertenencias a su esposo para que no intentara escapar. — Además, puse un sensor en la entrada de la cueva para que me notifique si alguien entra o sale.

No es que Philza no confiara en Missa, sabía que el mexicano no sería capaz de huir de él o hacer algo para perjudicarlo, pero por si acaso, solo por si acaso, tomó ciertas medidas para que sea más seguro para todos.

El castaño se desconcentro un poco, no sabía si el rubio era un controlador o un astuto por tomar aquellas medias.

Sos un capo viejo, no se te escapa ni una ¡quiero ser igual que vos cuando sea grande! — alagó al mayor el más bajo, Philza esbozó una sonrisa presumida por lo dicho, pero esta se desvaneció cuando notó que la francesa no venía detrás de ellos.

¿Y Baghera?

La mina se quedó atrás recolectando cactus, o algo así. Seguro ya no tarda.

Pero Philza no se sentía satisfecho con esa respuesta, hizo una mueca insegura antes de entregar el mapa que tenía marcado la dirección en la que debían ir.

Iré por ella, no es normal que tarde tanto. — dio media vuelta y se fue en dirección al desierto, que anteriormente habían dejado atrás, mientras el argento se resignó a alzar ambos hombros y continuar en el camino que estabas siguiendo.

Philza caminaba apresurado en busca de su compañera, no duró mucho en encontrar su silueta. Empezó a trotar cuando la vio de espaldas, y antes de que él gritara para llamar su atención, su sonrisa se convirtió en un gesto de confusión, al ver que Baghera no estaba sola. Sino que estaba hablando con cierto ente con cuernos demoniacos.

El de alas se acercó, ahora más cauteloso, sacando poco a poco su espada de su funda, esperando atacar si era necesario, pero antes tenía que ser discreto, saber la razón por la que Bad hablaba con la francesa.

 𝕾𝐰𝐞𝐞𝐭 𝕽𝐞𝐯𝐞𝐧𝐠𝐞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora