𝟓.

1K 113 114
                                    


Esa noche Bad no durmió sus ocho horas como él quería

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Esa noche Bad no durmió sus ocho horas como él quería.

Y no solo porque Pierre no para de agobiarlo con consejos absurdos sin parar, ni tampoco por los sollozos que se escuchaban en la base, que muy probablemente pertenecían a la coreana.

Solo no podía parar de pensar en Missa, en su desaparición, en la última vez que lo vio, las posibles razones que tendría para irse sin avisar. O quizá se distrajo un poco tratando de recordar en lo bonitos que son sus ojos dorados en la oscuridad, sus facciones tan finas detrás de aquella máscara de hueso.

Una sonrisa boba se formó en su rostro, su ánimo siempre mejoraban al pensar en él, era como pintar un arcoíris de inocencia en el melancólico bosque de sus pensamientos. Y así, con calidez en su pecho, recordó la última vez que vio al lindo muchacho.



Deberías estar dormido. — lo regañó. El peli negro solo lo miró con sus grandes y curiosos ojos, que lo miraban apenado con una sonrisa nerviosa, no era la primera vez que lo encontraba mirando las estrellas tan tarde.

Missa palmeó un lugar a su costado, invitando a su amigo diablillo a sentarse con él. Bad aceptó gustoso, acercándose más al amante de los esqueletos, sentándose en la fría arena.

No entiendo tu fascinación por estar afuera. — el demonio escuchó una leve risa del mexicano, Bad sonrió inconscientemente al escucharlo.

Es muy sencillo de entender. — apuntó al cielo lleno de estrellas, el demonio se demoró en entender a qué se refería Missa.

¿El cielo?

No, bueno, sí. Pero más específicamente, las estrellas. — suspiró con admiración, abrazándose a sí mismo.

No sabía que te gustaban la astronomía. — de hecho, sí lo sabía. Ha pasado la mayor parte del purgatorio observando cada cosa que hacía, que prácticamente conoce casi todos los mínimos detalles sobre él.

Pues ahora lo sabes. — siguió con su tono sereno, solo que esta vez, se recostó en la arena completamente. Bad imitó su acción, tratando de encontrar la misma tranquilidad que el peli negro al mirar a los astros.

El silencio inundó la atmósfera y la brisa marina se sintió como un arrullo para ambos hombres. Missa no iba a negar que se le hacía reconfortante estar a un lado de Bad, no tenía muy bien establecido el porqué de este sentimiento, pero se sentía como aire fresco después de un día caluroso.

¿Y cómo funcionan?

¿Eh? — preguntó el mexicano, después del largo silencio que fue roto por el de piel carbón.

 𝕾𝐰𝐞𝐞𝐭 𝕽𝐞𝐯𝐞𝐧𝐠𝐞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora