Las pequeñas casas de Efimeridad son solo un borrón cuando vuelo a toda velocidad entre las calles estrechas.
Nos hemos alejado muchísimo de la plaza principal de la aldea mientras husmeabamos en casa rincón del pueblo.
Descubrí que su forma de vida no puede estar más alejada a la de nosotras en Eternidad -comenzando por la constante amenaza a la vida que nuestros habitantes viven y de la que ellos carecen-. Sus ropas, comida, calzado, moneda de cambio, costumbres... Todo es distinto. El sistema del que habló Xis de verdad parece funcionar para todos y no solo para un puñado de favoritos. Las hadas aquí tienen un instituto donde pueden estudiar lo que deseen. Trabajar tampoco es obligatorio pero de igual modo todos parecen encontrar su lugar.
Otra cosa notable es que no hay ni una sola estatua de su rey: Hyparxis.
Aunque su nombre es venerado y todos los habitantes hablan maravillas de él, no hemos conseguido ni siquiera un cuadro de su rostro, como los que tiene Tamis en cada aldea de Eternidad.
Tal vez tiene alguna deformidad con la cual no está contento y por eso no le gustan ni las pinturas ni las estatuas. Jamás leí sobre eso, pero teniendo en cuenta que las noticias sobre Efimeridad decían que vivían en una sociedad caótica gobernada por un irresponsable... Sí, ya no me fio de nada.
-La dependienta dijo que la mecha se enciende al atardecer y ya se está ocultando el sol.
-Llegaremos tarde, para variar -bufa Exi.
-Vamos bien de tiempo -digo yo.
-¿Cuántas veces has dicho eso a lo largo de tu vida?
No respondo.
Las hadas no podemos mentir.
Ignoro su pregunta y sigo volando, me elevo un poco más arriba de la punta de los altos árboles observando como todo se achica y a la vez se expande. El mundo parece infinito cuando estoy en el cielo, también me siento bastante intocable.
Giro varias veces sientiendo la brisa rozar mi cuerpo enviando vibras de calma a través de mí.
Llegamos a la plaza justo antes de que el sol de su último paso en el horizonte y la luna tome su lugar en cielo. La plaza está llena de energía vibrante y cálida, la gente canta mientras los músicos tocan el laúd y la flauta. Encender el reloj de fuego es todo un ritual en sus costumbres.
Un hada pequeña y rubia lleva las velas que emiten destellos de luz que a la vez hacen brillar sus alas transparentes.
Termina de encender el reloj justo cuando la luna llega al centro y cuando lo hace, el fuego naranja se torna azul. Todos aplauden y comienzan a bailar con alegria.
Mi mirada se alza al cielo donde las estrellas deciden aparecer una por una, saludándonos.
Y sonrío por primera vez desde que armé todo este mogollón. Sonrío porque a pesar de mi desfase, todo sigue cumpliendo su función. El tiempo se ha mantenido, aunque se calcule distinto y los instrumentos no sean los mismos.
-Cada siete días la luna muestra una cara diferente -dice una aterciopelada voz sobresaltandome.
-¿De dónde saliste? -mi voz sale crispada y mi cuello gira como el de un búho lo que me hace llevarme la mano a la nuca.
Xis se ríe por lo bajo, su sonrisa se expande en su cara marcando sus profundos hoyuelos en la mejillas y mostrando sus blancos dientes parejos.
Es tan guapo que no parece real.
Esa afirmación me pone alerta. En mi dimensión las hadas más hermosas son las más crueles, y Xis tiene un cabello largo que demuestra su fuerza, lo que me hace creer que es un buen luchador y jamás ha perdido un enfrentamiento.
-Ya estaba aquí cuando aterrizaste.
-No te oí llegar. Eres sigiloso.
-Dotes de lucha -dice confirmando mis pensamientos -. Entonces, ¿Te gusta la cara que está mostrando hoy?
No entiendo su pregunta pero de igual forma le contesto: -Está creciendo.
-Sí. Dentro de una semana y media menguará. Es un ciclo natural. Un ciclo que puede medirse y que nos ayuda a entender el concepto de tiempo.
-¿Me estás dando una clase? -inquiero alzando una ceja.
-Si te vas a quedar aquí tienes que aprender -comenta solemne.
-Nunca dije que me quedaría aquí.
-No, pero sé qué buscas un lugar seguro para ti y tus amigas. Este lo es.
-Lo que busco es arreglar lo que hice de alguna forma para volver a mí casa -expongo pero las palabras me fallan sonando poco seguras.
Es su turno para elevar una ceja.
He llegado a la conclusión de que hay algo en Xis que me molesta. Le agradezco habernos dado asilo y guiarnos cuando nos encontró, pero ahora estoy dudando sobre irnos a vivir a su cabaña mientras conseguimos otro lugar. Hay algo extraño en como me mira y mis instintos gritan que me aleje de él y su aura. No me gustan las personas que me ponen nerviosa por obvias razones.
-A todas estas... ¿Qué hiciste?
No me esfuerzo en ocultar lo que hice. Ya que las hadas no podemos mentir solo tenemos tres opciones: Adornar la verdad, omitirla o contarla. Siempre he pensando que las dos primeras son un desgaste innecesario de energía.
-Alteré un poco el tiempo por error.
-Pero eso es remediable. Tamis no te va a decapitar por eso.
Le miro estoica.
-Era mi primer día de trabajo, estaba asustada y adelanté el tiempo. Nuestra supervisora lo arregló y uno de los correctores de Tamis fue a buscarla para reprenderla por su crimen. Me encontré desesperada y abrí un portal justo frente a una supervisora y un corrector.
-Tanto jaleo por unos segundos de adelanto -dice restándole importancia a lo que para mí es una tragico suceso.
-Nunca dije que fueron solo segundos, y si no comprendes, entonces no entendiste cuando dije que está prohibido el uso de la magia fuera de las horas de trabajo y solamente para el trabajo.
Él niega con la cabeza mientras clava su mirada hazel en mi, las llamas del reloj de fuego brillando en sus pupilas.
-Sé que fueron segundos, de otra manera nuestra dimensión se hubiese visto alterada también. El tiempo es algo muy susceptible, Mora.
-Lo sé. Desgraciadamente Tamis también lo sabe, por eso es tan estricta.
Xis bufa.
-Estrictos son los profesores del instituto. Tamis se está comportando como una dictadora cruel que raya en la demencia según lo que me cuentas.
Voy a responderle justo cuando el pálido brazo de Celer me arrastra con ella.
-Me la llevo, Xis ¡Nos van a enseñar a bailar!
Sigo a mi amiga hasta el centro de la plaza donde un grupo de hadas jóvenes ya se han reunido. Mueven los brazos y el torso de forma rítmica con los rostros sonrojados por el esfuerzo y el calor de las llamas. Presto atención a una Celer desaforada a la que nada le importa y decido seguir su ejemplo.
Luego vendrán las preocupaciones.
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Los Herederos del Tiempo #ONC2024
FantasiaDisparador: 13. Dice la leyenda, que, en cada reloj, existe un pequeño ser mágico encargado de mover las manecillas y los engranajes del tiempo. ¿Pero qué pasaría si uno de ellos, el más torpe en su especie, no pudiera controlar la magia y causara...