Continuación de '𝐋𝐀 𝐔𝐋𝐓𝐈𝐌𝐀 𝐂𝐄𝐍𝐀 | AU de los pilotos'
Después de una cena desastrosa los pilotos regresaron a casa de Vettel para descansar. Sebastian que apenas tocó la cama se sumió en un largo sueño, ignorando lo que pasaba a su alrede...
— Esta bien, vamos a tranquilizarnos — hablo Charles sobre todo el murmullo que se había formado dentro del vehículo — tal vez ya se le haya pasado el enojo, Calos ¿Hace cuanto fueron esos twets?
— Hace como media hora... — resplo algo ansioso.
— ¿Lo ven? Puede que ya se le haya bajado el enojo y probablemente estén haciendo una parrillada en el patio — estaba entusiasmado, aunque por dentro también se moría de nervios por la reacción que pudo haber tenido.
— Si, claro Charles — bufo Pierre.
— Bueno ¿Que tal que se fueron? — volvió a defender su opinión.
— Aja si tu — habló estresado el japones — ¿En que bobo? Si nosotros estamos en la camioneta de Seb — golpeo el techo para recordarle.
— A ver enano, te recuerdo que Kimi tiene un montón de autos en el garaje — le miro fijo.
Ambos se vieron enojados, el estrés y la ansiedad les estaba afectando tanto que no les importaría pegarse dentro de aquel espacio reducido.
Y algo en la cabeza de Pierre hizo click.
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— No puede ser... — el francés llevó sus manos a la cara.
— ¡El empezó! — Yuki se apresuró a decir cuando creyo que esa reacción era por ellos.
— ¡¿YO?! — Charles se apunto ofendido — Si tu eres el primero en agredirme verbalmente — dramátizo fingiendo sufrimiento, aunque solo lo hacía para molestarlo.
— Pues si dejaras de decir tanta mamada el cuento seria otro — se cruzó de brazos ignorando su drama.
— ¡Checo! — dijo Charles
— ¡Yuki! — dijeron ambos redbull's
— Pierre — Carlos busco ayuda del francés.
Todos al mismo tiempo, a lo que los nombrados respondieron tambien al mismo tiempo.
— ¡Checo! — Yuki lo miro como perrito regañado.
— Max — Checo no quiso que el se metiera pues sabía la poca paciencia que tenía.
— Gasly — pero Max también busco ayuda en el francés.
— Carlos — hablaron los mejores amigos.
— ¡Logan! — dijo al último, haciendo que Liam estallara a carcajadas muy escandalosamente.
— ¡Liam! — dijeron todos a lo que paro en seco.
— Basta — dijo firme el neerlandés — Si ustedes se quieren quedar háganlo, yo tengo hambre — y bajo de la camioneta.
— Ora pues, uno ya no se puede reir agusto, ni que yo hubiera dicho groserias — se quejo Lawson mientras salia de la cajuela.
