iii. o véu e o destino

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—mararía
( O VÉU E O DESTINO. )

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     Esto no es necesario, de verdad, Cinturita.

     —¡Sí que lo es! Déjate llevar, querida. ¡Mararía habanera nunca se verá más resplandeciente que cuándo tenga puesto el vestido que yo le haré!

     Ambos se encontraban en la habitación del hombre que le tomaba entusiasmado las medidas, como si crearle la vestimenta de algún futuro show fuera lo mejor que podría hacer en su vida. Cinturita estaba enamorado de la idea de ser la “madrina” de las dos nuevas personalidades del Barrio Bohemio: Mararía Habanera e Hilda Huracán. Él las había bautizado a ambas y, por ende, las estaba apadrinando en el inicio de sus vidas en el bajo mundo. Hilda tenía gracia, finura, elegancia y belleza. Mararía era igual de bella, pero de una forma exótica; con sus curvas prominentes, sus grandes ojos oscuros y su cabello largo. No era nada igual a las chicas de sociedad, era una hermosura casi salvaje, con un estilo único y un porte diferente al de cualquier otra.

     Hilda podría tener a todos los hombres enamorados y deseosos de volver a tener otro encuentro con ella solo por su capacidad de actuar y hacerlos sentir especiales, pero Cinturita estaba más que seguro de que una vez que Mararía comenzará a bailar nadie la detendría.

      Y él tendría que ser la persona detrás de ese fenómeno una vez que explotará.

     —Ve anotando las medidas.

     —¿Es en serio? Pero…

    —¡Anótalas, niña! No me contradigas —chisto—. Voy a hacerte el traje más bonito jamás visto, sí señor. ¡Resaltará tus curvas como nadie y será más que hermoso!

     María sonrió ante las palabras del hombre y ya no protestó más. Cinturita tomó las medidas de su busto, caderas y cintura y la obligó a anotar cada una de ellas mientras la radio sonaba de fondo. La emisora ‘La confidencia’ contaba los resultados de una encuesta que habían hecho acerca de la ciudad de las Camelias, cosa que no les resultó realmente interesante a ninguno de los dos, hasta que transmitieron una información que no esperaban.

     «—¡Cada vez es más grande el número de personas reunidas enfrente de la iglesia de San José! Todos participarán de la gran marcha cívica. La impresión que tenemos aquí es que toda Minas Gerais salió de sus casas para presenciar el milagro prometido por el Santo, que garantiza exorcizar el demonio de Hilda Huracán.»

     —No puede ser… —Cinturita bajo la cinta métrica con incredulidad tras haber escuchado la noticia—. No pensé que realmente fueran capaces de venir. ¿Con qué derecho?

     —¿Qué… qué pasa? ¿Qué ocurre?

     —¿No te enteraste? ¡El locutor lo acaba de decir! ¡Quieren exorcizar a Hilda y sacarnos de aquí! Vienen a lincharnos, Mararía —Cinturita parecía afligido y en un murmullo dijo—. Nunca fuimos un problema para ellos. ¿Por qué ahora…?

𝗠𝗔𝗥𝗔𝗥𝗜́𝗔 | fray malthusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora