Sakura una chica dulce que tras un accidente prefiere ocultar su verdadera apariencia de todo el mundo, pero cuando cumple dieciocho años, su madre toma la decisión de volver a su cuidad natal para de esa manera ayudar a su hija.
La única que conoce...
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Ha pasado una hora desde que Sasori y los demás volvieron de la transfusión de sangre y ni bien Tsunade-san vio a la enfermera le rogo que también le extrajeran sangre, pero esta se negó debido a su estado tan demacrado.
Y no era para menos, durante estos cinco días ella no ha descansado nada, la angustia por Sakura y por Jiraiya-san la absorbió tanto que apenas se alimentaba. Al final no le quedo de otra que resignarse, pero eso no la detuvo para pedir alguna explicación del estado de Sakura. No obstante, mi padre y Minato-san lo impidieron, cosa que no le gusto para nada.
- ¡Maldición Minato, Fugaku!
¡Tengo derecho de saber cómo se encuentra mi hija!
- Por favor Tsuna, compréndenos...
- ¿Comprender qué?
¡¿Acaso me creen estúpida?!
¡No estoy ciega, si se donó alrededor de litro y medio de sangre es porque su estado es grave!
- Y por ese mismo motivo es mejor que no sepas más.
Lo hacemos por tu bien.
- ¡¿Cómo te atreves Fugaku?!
- ¡Por Dios Tsunade, ¿te has visto en un espejo?!
Piensa por un momento con la cabeza fría, tú no estás bien.
- ¡Por supuesto que no lo estoy!
¡Mi hija fue secuestrada, posiblemente torturada, tengo a Jiraiya en cuidados intensivos y ahora me entero que mi precisa flor se encuentra batallando entre la vida y la muerte!
