Aarón.

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Después de la escuela, normalmente Aarón se iba con Ana hasta su casa, pues ambos eran el vecino del otro, pero aquel día Ana le había pedido que no la esperara, pues quería tomarse un tiempo para ella misma, Aarón no la cuestiono debido al altercado durante la clase de ética. Así que se dirigió a su casa solo. Al llegar su madre le preguntó por Ana, pues en los días comunes Ana comía en su casa y pasaba ahí la mayor parte del día, ayudando a Aarón con la tarea, ya que Ana siempre había sido de las mejores de la clase, y Aarón se destacaba más por su carisma que por su intelecto.
-Debe estar de camino para acá. -Respondió Aarón sin muchas ganas de tener que explicarle lo que había pasado.
-¿Por qué no vino contigo? -Le preguntó su madre extrañada.
-Porque me dijo que quería estar sola.
-¿Se han peleado?
-No, pero hubo un problema en la clase de ética que la hizo sentir mal.
En aquel momento la madre de Aarón, quien hasta entonces estaba preparando la comida, se sentó en la barra de la cocina junto a su hijo y le pidió que le explicara. Después de contarle hasta el último detalle, como su madre le había pedido Aarón se sintió culpable pues hasta entonces entendió por lo que su amiga estaría pasando sola.
-¿Y es verdad?
-No lo sé, jamás me ha dicho nada al respecto.
-¿Y no ha mostrado señales de que sea cierto?
-No sé. -Respondió y comenzó a sentirse mareado, tantas preguntas e información le estaban dificultando el respirar cada vez más. Odiaba sentirse estúpido y odiaba que le interrogaran de esa manera. -¿Podemos por favor hablar de otra cosa?
Durante la comida su madre lo notó algo callado, pero igual de distraído que siempre, jugueteaba con la comida del mismo modo que hacía desde que aprendió a hacerlo por sí mismo, pero no hablaba mas que cuando se lo pedía. Al terminar de comer su madre le ordenó hacer la tarea, lo cual pareció afectarle, pues hoy no estaba Ana para ayudarle. Aún así se decidió a comenzarla y más tarde ir a tocar a la casa de su amiga y pedirle algo de ayuda. A las 7 de la tarde no había progresado mucho y decidió buscar a Ana, así que le avisó a su mamá, salió de su casa y al salir vio que la casa de enfrente, donde vivía Ana tenía todas las luces apagadas, aquello no era normal, porque a esa hora Ana ya estaba de vuelta de la casa de Aarón. Se animó a tocar la puerta, pero nadie salió ni se asomó. Decidió no insistir, tal vez Ana tenía algún otro amigo secreto del que no supiera. Regresó a su casa y continuó tratando de terminar su tarea, pero parecía imposible terminar, todo le distraía. Incluso ver el movimiento de su pluma al escribir le parecía fascinante y no podía evitar verse atrapado observándola, aunque fueran sólo unos segundos antes de verse fascinado por cómo la tinta trazaba lo que él quería que trazara. Así pasó el resto del día hasta que su padre llegó, lo que significaba que ya eran al menos las 9. Entonces se levantó a saludarlo y su madre bajó a recibirlo.
-¿Por qué estás haciendo tarea tan tarde? -Le preguntó su padre, pues nunca lo encontraba haciendo tarea.
-Es que hoy me han dejado más de lo normal. -Mintió, pues se sentía estúpido al admitir que necesitaba la ayuda de Ana.
Su madre les interrumpió para que pasarán al comedor para poder cenar en familia. Todos ayudaron a poner la mesa y su madre comenzó a servirles la cena.
Después de un rato sonó el timbre, su padre se ofreció a ir a ver quién era tan tarde, pues ya eran más de las 10, y nadie los busca a esas horas en un jueves. Aarón alcanzaba a escucharlo hablar con una mujer, pero entre el ruido de sus voces, el de la de su madre que preguntaba quién era y su intento por terminar de cenar, no pudo terminar de entender de qué hablaban. Unos minutos después su padre se asomó por la puerta de entrada y le pidió a Aarón que se acercara. Al llegar a la puerta, vio a la madre de Ana parada frente a él. Se veía muy preocupada y se notaba que había estado llorando, después le preguntó si había visto a Ana, Aarón le respondió que sólo en la escuela, que después ella le pidió que la dejara sola. Por supuesto aquello le pareció extraño a la señora, quien después preguntó si algo raro había pasado, así que Aarón tuvo que explicar nuevamente lo ocurrido en su clase de ética. Cuando terminó, la madre de Ana se echó a llorar, y como era costumbre, Aarón no entendía porqué.

A. M. A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora