María.

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Después de haber concluido sus horas laborales, la profesora María se dirigió a la oficina del director, donde la esperaba uno de sus alumnos, pues previamente había hecho un escándalo insultando a una de sus compañeras por el hecho de ser homosexual.
Al llegar, se detuvo ante la puerta cerrada, la golpeó un par de veces y entró después de escuchar un "adelante" por parte de su jefe. Cuando entró se encontró con un muchacho completamente diferente al que había sacado de su clase, aquel era arrogante hasta en la manera en la que se sentaba, el que ahora estaba frente a sus ojos tenía un aspecto mucho más frágil, y por su mirada parecía estar a punto de echarse a llorar.
-Profesora, por favor, tome asiento. -Le dijo el director invitándola a sentarse frente a él y con su alumno a un lado. La mujer obedeció y agradeció el ofrecimiento.- Bien, creo que ya los tres sabemos porqué estamos aquí, ya que el joven aquí presente me ha puesto al tanto.
La profesora no pudo evitar sorprenderse, pues pensó que si alumno iba a ir con con el director con falsas acusaciones y nada más que mentiras, pero al ver su rostro podía ver que se arrepentía.
-Bueno, en ese caso me parece apropiado que procedamos a determinar la sanción necesaria, ¿no cree? -preguntó la mujer.
-¿Propone usted sancionar a un estudiante después de haber sido humillado frente a sus compañeros por usted misma?
-¿Perdón? -objetó exaltada.
-¿No ha sido eso lo que ha pasado?
-¡Por supuesto que no! Una estudiante ha sido humillada, sí, pero por parte de uno de sus compañeros. Es por eso que está aquí, ha ridiculizado a su compañera y expuesto parte de su vida personal.
-¿Entonces todo esto ha sido porque al muchacho se le salió contar un secreto de alguna compañera? ¿Por esto me ha hecho perder el tiempo? -Comenzó a objetar claramente indignado- Anda, muchacho, ya vete.
El muchacho obedeció pero antes volvió la mirada a su profesora, con una mirada de satisfacción en el rostro.
-Es que usted no entiende, se atrevió a revelar la orientación sexual de su compañera, y no sólo eso, la ridiculizó por sus preferencias.
-¿Cree usted que tengo tiempo de preocuparme por ese tipo de idioteces? ¡Dios, no! Tome, -le dijo, entregándole un folder- su curriculum, después de esto su postulación como mi sucesora no tiene caso. Sabía que tenía razón al no dejarla siquiera postularse, las mujeres son muy débiles.
-Una vez más me atrevo a diferir en opinión, las mujeres no somos el sexo débil, de hecho no hay un sexo débil, dígame: quiénes son las que han podido mantener la estabilidad familiar si no han sido las mismas mujeres. Y hoy en día muchas hacen eso además de salir todos los días a trabajar, e incluso, algunas lo hacen todo solas, sin el apoyo de ningún hombre. Con permiso, ha sido un gusto volver a verle.
Al salir de la oficina del director, la profesora Ana salió del plantel y se dirigió a la casa de sus padres, pues diario comía con ellos. Al llegar, estacionó su auto frente a la casa, bajó del auto y tocó la puerta. Al cabo de un rato salió su madre, una típica madre mexicana. Sus padres ya eran algo mayores, pues ella había sido la última hija, el hermano que tenía la menor diferencia de edad con ella le llevaba 12 años. Su madre le hizo pasar y ambas entraron al comedor, donde su padre ya había comido al menos la mitad del plato, y el lugar de su madre no tenía ni siquiera el plato servido. Su madre le ofreció sentarse y llevarle el plato, pero María se negó y les sirvió el plato a ambas. Para cuando llegó a la mesa, su padre ya estaba terminando.
-¿Cómo te fue hoy, hija? -Preguntó si madre algo sumisa.
-Bien, mamá, lo único malo fue un conflicto de uno de mis alumnos que comenzó a insultar a una de sus compañeros.
-¿Y eso por qué ha sido? -Preguntó nuevamente su madre.
-Porque ha dicho que a su compañera le atraen las mujeres del modo en que a la mayoría nos atraen los hombres.
-Pues ha estado bien que aquel muchacho haya puesto en su lugar a esa machorra. -Intervino su padre, quien hasta ese momento no había dado señales de estar escuchando.
-Papá, por favor...
-¿Por favor qué? ¿Que acaso te parece normal una muchachita así? Por eso es que estamos como estamos, María, por gente como ella y como tú, que les dicen que lo que hacen es normal.
-No, papá, estamos así por gente como tú, que no tiene idea de cómo son las cosas y están todo el tiempo juzgando sin saber.
-Bueno, por favor, dejen de discutir. -Intervino su madre, mostrándose aún un poco sumisa.
-Bueno, además de eso mi día ha estado bien, sin contar que me negaron el ascenso que pedí...
-¿Y cómo no lo van a hacer si apoyas a gente así? -La interrumpió su padre nuevamente.
Aquello ya había ido demasiado lejos. María había tenido suficiente drama por un día, entonces tomó sus cosas y se fue sin despedirse de su padre. Subió a su carro y se fue rumbo a su casa. Al menos tenía la certeza de que mañana sería un día completamente diferente.

A. M. A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora