Epílogo.

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Viernes 23 de Mayo.

No puedo creer que hoy se cumpla el primer aniversario luctuoso de una jovencita como Ana. A decir verdad, aún me sorprende que alguien tan brillante como ella haya decidido quitarse la vida ante una circunstancia tan banal como lo es una preferencia sexual diferente. No puedo decir que no me arrepienta de no haber tratado de ayudarla antes, quiero decir, sé que no ha sido mi culpa, pero no puedo evitar sentir un poco de ella, era su maestra, debí notar en ella algunas señales que me indicaran que algo iba mal, al igual que todos los que la rodeábamos, pero al parecer nadie le dio la atención que necesitaba. Al poco tiempo después de que nos enteráramos de su muerte, el director presentó su renuncia, pues muchos padre de familia lo culpaban a él de no prestar la atención necesaria al alumnado. Por otra parte, los compañeros de Ana le mostraron el respeto que en vida jamás le ofrecieron. Todos decidieron montar un altar en su honor, y aunque me costó creerlo, algunos incluso lloraron su pérdida. Aunque nadie como Aarón, después del fallecimiento de Ana pareció hundirse en depresión, como si la depresión de su amiga le hubiera sido traspasada a él después de su muerte, al igual que su capacidad de obtener buenas notas, su promedio se elevó al menos un punto en aquel último parcial. En cuanto a mí, al inicio no supe reaccionar ante una pérdida de este tipo, así que sólo me dejé llevar por lo que sentía. A decir verdad la muerte de Ana me dolió en un nivel en el que una muerte jamás me había dolido. Así que junto con algunos otros profesores comencé una campaña para prevenir otro caso de estos. Abrimos un grupo de confianza estudiantil en honor a Ana, donde entre alumnos se contaran sus problemas y juntos buscaran soluciones o fuentes de ayuda para concluir con sus preocupaciones. Hasta hoy el grupo ha tenido mucho éxito.
Volví a postularme para el puesto de directora, aunque no lo gané, pero eligieron a una de mis colegas. Mujer. Y no podría estar más conforme con la decisión del consejo estudiantil.
-Profesora María Gutiérrez.

Viernes 23 de mayo.

Hoy se cumple el primer aniversario de la muerte de Ana. Y hoy también es la foto de generación en la secundaria. Las cosas después de su desaparición fueron cada vez más difíciles de entender para mí, lo cual no es nuevo, pues se me dificulta entender todo lo que es nuevo para mí, y a veces incluso lo que no es tan nuevo. De nuevo me estoy desviando. En fin, después de una semana de no poder encontrar rastros de Ana por ningún lado, su madre me buscó y me preguntó porqué alguien como yo era tan cercano a alguien como Ana. La pregunta me sorprendió pues yo no veo nada especial en mí, digo, no soy particularmente inteligente ni nada por el estilo, así que le respondí que debería preguntarse mas bien porqué alguien como Ana era tan cercana a alguien como yo. Aquella la dejó pensando y después de una semana, logré ver una sonrisa en su rostro. Poco tiempo después, la policía la llamó, pues al parecer habían encontrado el cuerpo de una adolescente en una construcción a medio terminar. Desafortunadamente, aquella era Ana, al parecer se había colgado de una viga y llevaba ahí el tiempo necesario como para que los vecinos se quejaran del olor de su cuerpo en descomposición. En su funeral, su madre decidió contarme la historia de la vida de Ana; su padre era un alcohólico que golpeaba a su madre, y quien también abusó sexualmente de ambas, y es por eso que la madre de Ana decidió abandonarlo antes de que les pudiera hacer más daño. En aquella época Ana tenía unos cinco años. El resto es historia. Después de aquello me pidió que me contara porqué comencé a juntarme con su hija. Jamás me lo había preguntado ni a mí mismo. Ni siquiera lo había pensado nunca, así que tardé en darle mi respuesta. Cuando llegué a mi conclusión, le dije que era porque de alguna manera ambos pasábamos por circunstancias parecidas, ambos teníamos en común el rechazo de los demás, porque mientras que a ella la alejaban, a mí me llamaban "estúpido, retrasado, inútil" y un montón de cosas más. "Entonces podría decirse que el rechazo los unió" me dijo, pero yo le dije que no, que en realidad lo que nos unía era algo mucho más fuerte, algo llamado "necesidad", ambos nos necesitábamos para poder sobrevivir juntos a una sociedad donde ninguno era aceptado. Aunque con el tiempo aquella necesidad se haya convertido en un amor real, y en la mejor amistad que puedo llegar a tener, porque, aún en sus peores días, Ana me había enseñado muchas cosas, como el que no basara mi opinión de mí mismo en la opinión de los demás, aunque ella no hiciera caso de su propio consejo. A pesar de eso me atrevo a decir que tal vez yo no estaría aquí si no fuera por ella. Gracias por todo Ana.
-Aarón Martínez.

A. M. A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora