𝟎𝟎 | tennessee

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CAPÍTULO CERO

[ TENNESSEE ]

Todo había salido tal cual lo planeado

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Todo había salido tal cual lo planeado. La Maldición del Sol y la Luna era historia antigua, y Nikolette Mikaelson ahora era una híbrida.

¿Qué mejor que un vampiro que no se quema con el sol, y un licántropo que puede controlar la conversión?

Recuerdos de lo ocurrido vuelven a su memoria mientras conduce su vehículo en la oscuridad de la noche.

Haber poseído el cuerpo de Jenna Sommers para deambular por Mystic Falls sin que la pandilla del pueblo estuviera molestando.

Haber matado a Elena Gilbert, Caroline Forbes y una mujer lobo para romper la maldición.

Haber apuñalado a su hermano Elijah con la daga que usaba siempre.

Haber dado su sangre a Damon Salvatore para curar una mordida de licántropo con la condición de que Stefan, su hermano menor, se largara del pueblo con ella.

Ahora, meses después, la ahora híbrida y el vampiro se encontraban en Tennessee.

Kolette detiene el auto varios kilómetros lejos de la casa que era su destino. Se baja y Stefan Salvatore la sigue.

— Rodea la casa y asegura la puerta trasera — ordena — Nadie entra. Nadie sale.

— Bien — acepta el vampiro sin reclamar.

La híbrida camina hasta la casa, visualiza a una chica rubia silbando y no duda en usar su velocidad vampírica para quedar frente a ella cuando se distrae, asustándola cuando la ve.

— Como lo siento, no quise espantarte — se disculpa con delicadeza.

— ¿Si, dime? — pregunta la chica saliendo del susto.

— Mi auto se averió a unos kilómetros, he caminado por una hora — miente — La tuya es la primera casa que veo y... Solo esperaba usar tu teléfono.

— ¿No tienes celular? — cuestiona con confusión.

— Si — responde sacando el dispositivo de su bolsillo — Es que me quedé sin pila — vuelve a mentir — Oye, de verdad, no soy una asesina. Solo quiero usar tu teléfono — insiste.

— Si — acepta la rubia tras un suspiro, se da la vuelta para entrar en la casa, pero la voz de Nikolette la detiene.

— Y... ¿Puedo pasar? — pregunta.

— No — responde rápidamente — Yo te traigo el teléfono.

— Creí que los campiranos eran más confiados — comenta abandonando la dulce voz con la que hablaba.

— Soy de Florida.

— Eso lo explica todo — murmura antes de usar su velocidad vampírica para tomarla por el cuello y mirarla a los ojos para hipnotizarla — Creo que deberías ser más hospitalaria.

Tras eso, vuelve a hipnotizar a la humana, esta vez para que la invite a su casa y ambas caminan hacia la cocina. La híbrida sujetaba a la humana por el cuello con fuerza para evitar que escapara.

— ¿Qué ocurre? — inquiere una mujer morena.

— ¿Podrías no alarmarte? — pide la castaña — Sé que Ray Sutton vive aquí.

— Él no viene aquí seguido — asegura — Siempre está de gira.

— Yo supongo que él visita su hogar cada mes — habla Kolette acercándose a élla — Eso creí. ¿En dónde está? — inquiere insistente — Si te obligo a que me lo digas, será infinitamente más doloroso.

La mujer no responde, solo comienza a correr lejos de ahí. Avanza con rapidez por el pasillo hasta la puerta trasera, encontrándose con Stefan afuera.

La expresión del menor de los Salvatore era todo menos amigable en ese momento, y eso solo asustaba más a la pobre chica.

— ¡Me encanta que corran! — comenta la híbrida llegando por el pasillo.

— Está en Tulley — confiesa la morena — Cerca de la frontera. El bar se llama Comfort, en la ruta 41.

— Gracias, mi amor — agradece antes de voltear hacia la rubia — Ahora, ¿podría pasar mi amigo?

— Si — responde con miedo.

Stefan abre la puerta y entra en la casa bajo las miradas de las aterradas chicas.

— Con ella no te tardes — pide Nikolette entregándole a la rubia — Pero que la otra sufra — ordena viendo a la morena mientras avanza hacia la puerta — Te veo en el auto.

— Por Dios, no — suplica la rubia aterrorizada.

Stefan la mira sin decir nada, le enseña sus ojos de vampiro antes de morder su cuello y en un segundo, la casa se llena con los gritos de las chicas.

Nikolette sonríe mientras camina hacia el vehículo al escuchar aquellos sonidos que eran música para sus oídos.

Podrían haberlas asesinado entre los dos, o inlcuso podría haber hecho ella el trabajo. Pero la verdad es que disfrutaba del trabajo del destripador y si no quería, no tenía que ensuciar sus manos.

𝐒𝐇𝐀𝐓𝐓𝐄𝐑 𝐌𝐄 [Stefan Salvatore]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora