So far So close

Where's My Love?

-Buenos días estrellita, la tierra te dice hola- susurro Yuuji con suavidad mientras besaba el blanquecino cuello de su cónyuge.

-Cinco minutos más...- respondió el albino mientras se cubría con las sábanas.

El menor rio divertido ante las acciones infantiles de su esposo, que solo lo enamoraban más. Vio el reloj en la mesa del lado de su amado y con una sonrisa traviesa comenzó su travesura.

-Si eso quieres... te dejo cinco minutos o... podemos aprovechar el tiempo - dijo el chico mientras acariciaba el cuerpo más grande a su lado.

Un ronroneo salió de debajo de las sábanas haciéndolo reír sabiendo que su plan estaba siendo un éxito, así que continuo con las caricias y los besos poco a poco se tornaban más candentes mientras el mayor disfrutaba de las atenciones que su esposo le daba, si bien no era raro que Yuuji comenzara el acto, si lo era que decidiera hacerlo a tan poco tiempo de que tuviera que irse. Sonrió para sus adentros ante la idea de hacerlo pagar una vez regresara del trabajo.

-Hoy estas muy travieso ¿No? - Cuestionó Satoru mientras se colocaba arriba de su esposo.

El pelirrosa sonrió inocente antes de envolver sus piernas en la cintura del albino. Ambos sabían que el mayor no llegaría a tiempo al trabajo, pero eso no era no importante en ese momento, solo lo era sentir el calor del otro mientras sus cuerpos se fundían en una sensual danza que los hacia delirar extasiados y mientras se hacían uno en la mullida cama se repetían una y otra vez cuanto se amaban.

Poco después, ambos se encontraban en la cocina y mientras Yuuji se encargaba de hacer el bento del día de hoy, Satoru tomaba un poco de café o como el pelirrosa solía decirle, su bomba de azúcar y litros de leche, muy diferente al café casi amargo que el menor tomaba cada mañana. La madre de Yuuji, solía bromear al respecto diciendo que Satoru tenía el paladar de un niño de cinco años y Yuuji el de un anciano.

-¿Tienes turno hoy? - cuestionó el albino tras darle un largo sorbo a su leche con cafeína.

-Hasta la tarde. Mamá y Nobara quieren que las acompañe a comprar la pintura para el cuarto - Respondió el menor quien cortaba las verduras con cuidado.

Ambos se detuvieron unos segundos para verse fijamente y sonreír ampliamente, pues, en menos de un mes tendrían a su bebé en casa. Estaba todo listo, solo un poco más de papeleo y la dulce niña que ambos desearon estaría con ellos. Lista para ser la princesa de papá y papi. Solo faltaba poco. Solo un poco más.

Poco despues el pelirrosa despidió a su esposo con un suave y casto beso en los labios antes de marcharse en su automóvil gris. Se quedó un poco más en la puerta casi como si presintiera algo, pero rápidamente se deshizo de esa idea al escuchar su celular sonando, por lo que de mala gana regreso al interior de la casa.

Más allá de las divertidas discusiones que tuvo con Nobara y su madre, quienes querían un color rosado para el cuarto, mientras que él prefería un tono suave de lila, realmente no hubo nada destacado, uno que otro mensaje que compartió con Satoru y ya. Antes de que se diera cuenta ya casi era hora de su turno en la estación de bomberos, donde haría sus ultimas guardias antes de dedicarse en su totalidad a ser ama de casa que quería ser.

No lo diría abiertamente, pero desde que cumplió su quinto año de matrimonio y las cosas resultaron mejor de lo esperado, la idea de ser quien se quede en casa y cuidase de esta misma y de los niños que adoptarían, simplemente le gustó, aunque Satoru no estaba muy de acuerdo ya que le gustaba que su esposo también trabajara y lograra éxitos gracias a su esfuerzo, también terminó cediendo tras una larga charla en la que de alguna forma Yuuji logró convencerlo. Solo tras aquello, es que Satoru y él decidieron que Yuuji se encargaría del hogar, únicamente cuando el bebé estuviera con ellos.