Capítulo 13

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A la mañana siguiente UK despertó al sentir la ausencia de Argentina a su lado.

La luz entraba por la ventana cegandolo un poco, así que con tal de evitarla somnoliento se levantó dispuesto a ir abajo en busca del argentino.

En la cocina no encontró al argentino que buscaba pero al menos no estaba completamente solo.

-Buenos dias -saludó el británico -¿y Argentina?

Buenos Aires tostaba algunos panes y ponía agua a hervir en algo que a UK le pareció como una tetera de metal. Se mostraba bastante tranquilo y no parecía muy dispuesto a discutir.

Una lastima.

-Buen día. Es veinticuatro, salió a comprar algo para cenar esta noche porque dice que más tarde no va a conseguir nada -explicó -es raro, porque el nunca festeja nada, supongo que tu presencia hace milagros.

-¿Mi presencia? -preguntó UK, sin comprender, y se apoyó de costado al borde de la puerta.

-Sí, tu presencia -repitió el bonaerense -supongo que quiere causarte buena impresión.

El británico solo desvió la mirada a la ventana ante esa última frase. Argentina no era muy demostrativo a la hora de dar afecto de forma física, pero sabía lo mucho que valoraba su compañía mediante esos pequeños gestos que tenía: muchas veces le cocinó comidas comunes de Inglaterra con tal de que se sintiera cómodo, compraba libros en inglés para que el pudiera leerlos y pequeñas cosas como tener guardado en la alacena un paquete extra de su té favortio en las tardes siempre estaban presentes.

Gestos que el sabía, el argentino jamás admitiría si le preguntaba.

-¿No le dijiste nada, verdad? -preguntó el bonaerense luego de un largo silencio, ahora que estaba en completa soledad con el británico.

UK se preguntó a que se refería el contrario hasta que lo recordó y negó efusivamente.

-No, claro que no, aunque creo que lo sospecha -explicó, viendo como Buenos Aires sacaba un paquete de una hierba extraña y la vertia en un recipiente parecido a un vaso -no fui de lo que podría decirse... discreto.

-No me digas, ¿alguien te vió?

El británico sonrió.

-Algo así.

Escuchó a Buenos Aires chistar con resentimiento ante la afirmación mientras observaba como ponía una bombilla en el mismo vaso y luego le echaba agua caliente. Que el supiera el té no se tomaba así, pero como no era fan de criticar tradiciones ajenas prefirió no opinar.

Aparentemente el pelinegro pudo ver la confusión plantada en su rostro.

-No me digas que en los largos años que vos y mi papá andan pelotudeando juntos él jamás te hizo probar el mate -habló el bonaerense, casi como si tener desconocimiento de esa infusión fuese una gravisima ofensa.

-¿No...? -respondió el británico, con tono de duda. Eso solo hizo que en cortos segundos Buenos Aires se pusiera frente a él y lo obligara, como si fuese cuestión de vida o muerte, a probarlo.

-¿Esa cosa es dulce o amarga? -fue lo único que preguntó, mirando la bebida en manos de Buenos Aires con desconfianza.

-Probalo, de esto depende nuestro pacifismo -insistió el contrario -Esto es así, lo agarras, no moves nada y simplemente tomas de la bombillita. Cuando hace ruidito lo devolves, yo tomo uno y despues te vuelvo a dar mientras en el proceso hablamos de cosas bonitas hasta que se acabe el agua y nuestras ganas de convivir, ¿entendiste?

En lo que le explicaba puso el mate en sus manos, y el lo analizaba como si fuese algún tipo de droga o algo así. Había visto a Argentina tomando mate en algún momento, pero claro, siempre se olvidaba de preguntarle.

Aprendiendo a Contar Estrellas [Countryhumans]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora