Capítulo 19

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—¿Qué opinas? —preguntó la chilena —mira, la ventana de aquí tiene vista al lugar donde se hará la reunión, parece cerca pero en realidad está un poco más lejos de lo que parece. Entra luz todo el día y hay una tele muy bonita si quieres ver algún programa.

Alemania se asomó al borde de la ventana con entusiasmo, jamás había visto el paisaje desde un edificio tan alto. Sus ojos negros brillaban de ilusión y Argentina detrás de él sonreía con algo de preocupación al ver que la ventana tal vez estaba demasiado baja para su gusto, o quizás Alemania simplemente había crecido un poco.

—Me gusta, las personas desde aquí se ven muy pequeñas,  ¿creen que si tenemos algo de tiempo podemos pasear por el lugar? —preguntó el alemán con ilusión.

El argentino se acercó hacia el para poder ver la ventana también. Acarició sus cabellos como un gesto de cariño que ya tenía acostumbrado.

—No sé, puede ser un poquito... riesgoso —dudó —¿por qué no mejor vas a elegir cama? Que Baires te va a ganar y se va a dejar la mejor para él. Mas tarde si queres podemos ver si esta lindo para salir.

Esas palabras fueron suficientes para que Alemania saliera disparado a buscar su maleta para marcar territorio en la habitación. Con el pasar de los días, Argentina notó que el pequeño alemán y Buenos Aires habían desarrollado algún tipo de competencia por absolutamente todo. En un principio le resultó extraño y luego se retractó de ese pensamiento: esos dos se tenían confianza y a pesar de que todo era una competencia, Buenos Aires y Alemania tenían una complicidad que aparentemente solo ellos dos entendían.

Eran como... hermanos.

Argentina sonrió al pensamiento y luego suspiró con hartazgo mientras Chile se reposaba al borde de la ventana sin miedo mientras lo escudriñaba de arriba a abajo.

—Te ves para la mierda, aunque no tanto como siempre —habló la chilena, en un tono bajo pero confiado —¿comó estás?

El argentino imitó su acción y se reposó en la ventana a un lado de ella, hace muchísimo tiempo que no se veían y había mucho de que hablar.

—No sé —respondió sincero —es todo un ida y vuelta, aunque debo admitir que desde que vivo con Alemania me siento mejor... menos solo. Baires también me hace compañía y me ayuda bastante.

—No tienes idea de lo que me preocupé por ti, tarado —respondió Chile, pero tampoco quería hacer demasiada alusión a "ese" tema, asi que fue por otro lado —pero me alegra que estés mejor, si te llegara a pasar algo, ¿quién sería el que atraviese los Andes cuando me enfermo? Tus medicamentos son mágicos y no pienso aceptar el de otros médicos.

—Es solamente paracetamol.

—Lo mismo, si me lo recetara otro no haría efecto.

Argentina rió por las ocurrencias de su amiga y sus ganas de charlar de todo y nada al mismo tiempo aumentaron. Chile era experta en distraerlo y hacerlo divertirse con cualquier cosa.

—¿Y vos cómo andas? No podes decirme que no nos vemos hace como tres meses y no pasó nada interesante en tu vida.

—Bueno, ya sabes... —apenas dijo eso el albiceleste supo que Chile tenía un chisme del tamaño de un camión —creo que encontré el amor... hace dos días y medio, no importa, la cosa es que hay un weon bien apuesto, ¿y que crees? ¡creo que le caigo bien!

El interés de Argentina se elevó al mil apenas la pelirroja terminó la frase, y se acercó mas a ella para hablar en tono complice como si fuesen dos adolescentes chismeando en pasillo de instituto.

—¿Quién? La última vez que hablamos de este tema dijiste que todos los hombres eran iguales menos yo —preguntó el argentino —y yo soy insufrible pero imprescindible, así que contame todo.

Aprendiendo a Contar Estrellas [Countryhumans]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora