O1 - We have a new patient

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Hongjoong miraba por la ventana como cada mañana, mientras se recargaba en la mesita blanca que estaba a un lado de esta.
Todos los días gente entraba y salía, casi reconocía a todas esas caras que veía día con día.

Para él era extraño estar ahí; su enfermera, Jisoo, o como ella decía, Lia, le había dicho que estaba ahí para curarse y volver a su vida anterior.

¿Lia estaba loca? ¿Por qué hablaba con él? ¿Por qué hablaba con un muerto?

¿Por qué ella no vestía batas blancas como el resto del personal? A simple vista parecía una persona normal, no una enfermera.

Sí, definitivamente estaba loca. Y seguramente era una paciente más en ese lugar, creyendo ser enfermera.

Hongjoong estaba muerto. Él recuerda exactamente el día que murió, el dia en que su corazón dejó de latir.
¿Por qué entonces los doctores le decían que iba a curarse?

Hongjoong no entendía, y honestamente, hace mucho había dejado de intentar entenderlo, pues ya nada le importaba. Si Lia quería ser la loca que hablara con él, era su problema.

Hasta que por fin algo despertó su curiosidad después de tanto tiempo.
Un, muy, delgado joven entraba confundido al recinto, mientras que a su lado, había una mujer que lloraba desconsoladamente y parecía desesperada.

Hongjoong notó que ya a nadie del personal del internado les sorprendía ninguna situación, podría pasar frente a ellos un asesino serial y ni siquiera parpadearían.
Y recuerda que la única vez que alguien se sorprendió, fue la compañera de Lia (de la cual no se molestó en aprender su nombre), quien era nueva hace un par de semanas y se sorprendió al entrar a su habitación. Literalmente había visto a un zombi. O eso dijo.

Después de unos minutos viendo a la nada, la misma mujer que lloraba desconsolada, pasaba con una maleta, que al parecer no era suya, hacía la recepción.
Y después salió del lugar, para no volver a entrar una vez más.

- Toc, toc - la dueña de la voz dijo mientras entraba a la habitación, él ni siquiera volteó a verla - Trajé tu desayuno y tu dosis de alegría.

La rubia muy sonriente se acercó a él, y como era su, rara, según Hongjoong, costumbre, acomodó su cabello, limpió las manchas de su pijama y delicadamente tomó su brazo para inyectarle una dosis de serotonina.

Hongjoong trató de quitarse —: ¿Por qué haces esto, eh? ¡No tiene caso!

Lia rió ligeramente negando con la cabeza, para volver a tomar su brazo.

— Sigues vivo, Hong...

— ¡Eso no es cierto!

Unos segundos después, también con una sonrisa, se encontraba llenando su sonda con suplementos alimenticios.

La chica se preguntó, ¿cuánto tiempo llevaba Hongjoong con esa sonda nasogástrica invadiendo su interior?
Cuando a ella la asignaron como su enfermera, ya llevaba un par de semanas con ella.

Y a decir verdad, Lia sabía que esa sonda que tenía era lo único que lo mantenía con vida, Hongjoong estaba muerto por dentro, y eso era peor de lo que parecía.
Ella sabía que si no lograban eliminar ese síndrome, Hongjoong podría morir pronto, y de una manera horrible.

Su cuerpo cada día estaba más débil, su cabello caía más y más, sus uñas se doblaban, ya no producía hormonas como debía...

Y aunque estuviera tratándolo porque fuera su trabajo, ella se preocupaba por él. En su expediente decía que era un joven brillante, que antes de desarrollar el síndrome, tenía un trabajo excelente y un futuro prometedor.
Pero ahora, su cuerpo estaba muy débil, su mente estaba perdida y él simplemente existía porque ellos lo tenían ahí. Hongjoong estaba muerto, pero ellos lo mantenían aferrándose a la vida.

Síndrome de Cotard ₎₎ SeongJoong.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora