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Lalisa Manobal.

Isak entró a mi oficina cinco minutos después de mi llegada. Me burlé de el durante diez minutos por eso.

Este chico era un jodido halcón.

Lo bueno era que había traído el desayuno consigo, moría de hambre.

Minho había insistido en que fuese yo quien lo llevase a la escuela hoy, me puso esa cara de perro regañado cada vez que decía que no y luego accedí debido a que no soportaba ver a mi hijo así.

Su emocion fue tanta que lo esperé pacientemente los veinte minutos que luchó con los cordones de sus tenis de deporte, declinando las repetitivas ofertas de mi madre y mías por ayudarle. Al final, simplemente habia escondido los lazos y se había subido al taxi sin más.

La ruta comenzaría a recogerlo en una semana, por lo que había prometido llevarlo lo que restaba de la semana.

¿Lo malo de haber aceptado hacerlo hoy?

Me costo el desayuno. Si quería llegar a tiempo a todos lados debía omitir mi hora feliz en la mañana o levantarme más temprano, pero de por si era dificil teniendo en cuenta que Minho tardaba horas en arreglarse y quería hacer todo por su cuenta. Aunque no me quejaba, no había nada mejor que la sonrisa de mi hijo cuando le di su beso de despedida nada más dejarlo.

— No sabes cuanto te amo por esto —dije sosteniendo el café en mis manos y llevándolo a mi boca.

— Creo que ya estas enterada de lo famosa que te has vuelto por aquí en las últimas 24 horas —mascullo pegandose a la puerta recién cerrada.

Fruncí el ceño ante ese comentario. ¿De qué me estaba hablando?

Sí, estaba al tanto de que como era común siempre había algo de lo que hablar en una oficina y mi llegada supuse que había sido el tema de ayer, pero algo en sus ojos marrones me decía que no estaba tan cerca de mi suposición.

— Dos de los mejores y más problemáticos jugadores salieron de aquí hechos una furia, todos estaban esperando otra reaccion.

— ¿A qué te refieres? —deje el café de lado— Me trajeron aquí para arreglar su carrera no para verlos felices —solté riendo. Segundos después, retrocedí un poco recordando sus palabras— ¿Como que otra reacción? —Isak comenzó a rascar su cabeza y se enderezó en su lugar para luego comenzar a dar vueltas por toda mi oficina.

— Ayer algunos de los jugadores, no me preguntes porque no tengo idea de quienes —añadio con rapidez, antes de continuar— Pues ellos dijeron que conseguirían algo de acción contigo, si sabes a lo que me refiero ¿no? —cerre los ojos y suspiré de la frustracion— Si sabes. Bien —dijo nervioso— Entonces todos pensaron que al venir aquí tú y ellos iban a...—él hizo un extraño gesto con las manos, pero no hacía falta que enfatizara en ello, sabía a qué se refería, y por más que me intentaba controlar, la paciencia no era mi fuerte en este an momento.

— Gracias por la información.

Hice un ademan hacia la puerta. Estaba a punto de explotar por la rabia que se acumuló en mi sistema.

— Ahora si me disculpas tengo trabajo que hacer —se encamino hacia la puerta luciendo apenado.

— Gracias por el desayuno —solté cayendo en cuenta de lo grosera que había sido. El no tenía la culpa de que esos hombres fuesen unos jodidos idiotas.

Una sonrisa salió en su rostro y luego se fue. Iba a hacer algo, eso lo tenía claro, pero primero terminaría las reuniones que tenía pendientes para el dia de hoy.

Touchdown [LISKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora