17

500 59 18
                                    

Lalisa Manobal.

Miré el reflejo en el espejo, resignándome a que no había nada que me hiciera ver mejor que esto. Las ojeras en mis ojos eran el claro indicio de que no había dormido mucho en las últimas noches, las distintas maneras de decirle a Jungkook sobre Minho habían rondado por mi cabeza cada que intentaba cerrar los ojos y por fin descansar.

En realidad, no había podido llegar a un acuerdo con esa parte de la situación. No iba a ser fácil, lo sabía. Y tendría que aceptar lo que sea que viniese porque era mi responsabilidad.

En los últimos dos días, las cosas no habían sido muy pasibles en la casa, mi madre que se había enterado de que le contaria a Jungkook de una buena vez la verdad, no lo había tomado demasiado bien, a decir verdad. Y eso solo había empeorado con la venida de Yoongi anoche.

Ella había bajado justo cuando me desmoroné en los brazos del rubio que me sostenía completamente en silencio permitiéndome sacar todo. Pero no se acercó. Me dejó llorar a pesar de que sabia que quería venir y arrebatarme del cuerpo de Yoongi para ser ella quien me consolara.

La inesperada visita de Min anoche había sido el golpe que la vida me había dado para decirme que mi tiempo con ese secreto guardado había llegado a su fin.

Le había prometido a Yoongi antes de irse que le diría la verdad a Jungkook y luego de hablar con mi madre, ella había estado de acuerdo en que era lo mejor. Pero en el fondo, esto iba más allá de cualquier promesa que les hubiese hecho a ambos, esto era por Minho. El necesitaba un padre, y yo iba a intentar darle el suyo.

—¿Nerviosa? —miré con cara de pocos amigos a Yoongi.

Él sabía perfectamente porqué estaba así.

Cuando apareció en la puerta supe que iba a estar alli sin elegir ningun bando, intentaría ser un buen amigo para Jungkook, pero eso no significaba que me dejaría de lado. Algo que sinceramente sí que agradecía. Había tomado la decisión de no decirle nada a Rosé, la alteraría demasiado y esto era algo que tenía que hacer por mi cuenta. Luego de que le dijera a Jungkook la verdad la llamaría. Justo ahora no podría aguantar que saliera corriendo de su trabajo solo para estar conmigo. Era tiempo de solucionar mis problemas sin nadie que me ayudase.

— Todo va a salir bien, Lisa. No le des más vueltas.

Intenté forjar una sonrisa que no llegó a mis ojos. El nerviosismo, el miedo, la culpa. Todo se arremolinaba en mi cuerpo impidiendome pensar con claridad.

Mi corazón comenzó a latir mucho más rápido de lo normal cuando nos estacionamos en el parqueadero del estadio, mis ojos buscando una salida rápida por si necesitaba huir.

Huir. Correr. Alejarme de la realidad.

Una realidad que había intentado esquivar durante seis años.

En momentos como estos, era lo único que mi cerebro procesaba. Había huido muchas veces. Y estaba cansada de hacerlo.

La mano de Yoongi apretó la mía antes de darme una pequeña sonrisa, sacándome de mis pensamientos. Ni siquiera él estaba seguro de lo que pasaría. Lo veía en sus ojos. Por alguna razón estaba casi tan nervioso como yo. Y sabía el motivo. Ambos conocíamos el Jungkook molesto y desesperado. Su reacción iba a ser inevitable.

— Todo saldrá bien, te prometo que no voy a dejarte sola.

Asentí, pero lo encare.

—No estarás allí cuando le diga a Jungkook —estaría completamente sola con él— ¿Quién evitará que me arranque la cabeza por mentirle tanto tiempo?

Touchdown [LISKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora