-¡Feliz cumpleaños Alec!- escuché los gritos de varias personas conocidas cuando entré a mí apartamento.
Cumplía 17 y toda mí generación estaba en una aparente fiesta de cumpleaños sorpresa en mí apartamento, incluso estaba neji, el ninja más antisocial que conocí.El encuentro no duro mucho puesto que era pasada la medianoche e insistían en que estaría cansado ya que acababa de llegar de una misión. Pero un sentimiento de tristeza y soledad persistía en mí, impidiendome descansar.
No había mejor vista a la aldea que sobre los rostros hokague. Estaba absorto observando la luna que no me di cuenta de una presencia detrás de mí.
-Feliz cumpleaños, Alec- me felicitó una dulce voz que reconocí al instante.
-Gracias, sensei- respondí con un deje de tristeza.
Giré mí vista y logré ver su compasiva mirada.
Empecé a sentir mis ojos nublados y como se expandía lo que al principio fue un pequeño nudo en la garganta.
-ya son 4 cumpleaños sin mis padres- expliqué con voz quebrada al peli-blanco.
Se sentó a mí lado y apoyé mí cabeza en su hombro. El cansancio de la misión comenzaba a surgir efecto en mí, podía sentir como mí cabeza pesaba cada vez más con cada segundo que pasaba y como mis ojos amenazaban con cerrarse en cualquier momento.
-no espero que lo entiendas- susurré somnoliento.
-desde los 6 años lo entiendo- contestó
-lo siento, hablé sin pensar- sentí mí rostro enrojecer de la vergüenza. Cualquier rastro de sueño se había ido y pasó a ser nerviosismo.
Para mí buena suerte, kakashi solo soltó una pequeña risa nasal, indicando que no le había molestado aquel innecesario comentario.
-desde que se fue Sasuke mí vida cayó en picada. Anbu me está destrozando física y mentalmente- retomé la anterior conversación
-nada bueno sale de ahí, Anbu destrozó mí vida al igual que a ti- respondió -vuelve al equipo 7, nadie calma los gritos de Naruto mejor que tú-
Ambos soltamos una pequeña risa. Aún apoyado en su hombro giré mí vista a su único ojo visible y por reflejo de la luna parecía que sus ojos brillasen. Su mirada había cambiado de la luna hacia mí y por un momento me sentí en una escena romántica. Ambos estábamos a la luz de la luna, yo apoyado en su hombro, mirándonos, y con mariposas en el estómago.
Desvié la mirada con cansancio y fatiga. Finalmente cerré los ojos, e inmediatamente caí en un profundo sueño.