ADN

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                                                                                          #Intenabo


El hospital tenía ese olor característico que hasta cierto punto llegaba a ser una molestia a la nariz, una sala de estar lo suficientemente limpia para ver su reflejo en el suelo de loza bajo su suyo. Los sillones eran incomodos y solo llevaba sentado ahí unos veinte minutos pero era suficiente tiempo para que su culo empezara a dolerle tanto como le dolía la cabeza por toda la situación en la que se encontraba.

Su día había comenzado bien, tan bien como un día de trabajo podría ser, reencontrándose con un viejo amigo para luego tener un tipo llamada de extorsión donde escuchaba la voz de un tipo que no conocía y Jack Conway. Si dijera que entendió lo que sucedió en la mitad de esa llamada y la mitad de lo que paso cuando llegó a donde estaban mentiría con todo su ser, no entendió un carajo y ahora estaba reviviendo uno de sus traumas.

La jodida prueba de paternidad.

Esa maldita cosa que logro que toda su vida se fuera a la mierda, no solo por el hecho de que su cerebro había colapsado y pogo había tomado el control, no, lo duro era que el hombre que estaba en sospecha de ser su padre era el puto superintendente, el hombre de cuál se enamoro cuatro años atrás, la vida era una jodida mierda con el. Cualquier relación que hubieran formado se fue por el caño cuando ese pedazo de papel aseguraba que tenían una compatibilidad de un noventa y nueve porciento, nadie en su sano juicio mantendría el contacto después de enterarse de que a quien te follabas era tu jodido padre.

Todos menos el, claro si hubiera tenido la oportunidad, pero estuvo encerrado cuatro años sin poder buscar algo que anulara eso, pero ahora estaban ahí, en un pasillo frío y con olor a antiséptico por todos lados que te hacía sentir más solo con el tiempo. que pasaba, intentando cambiar el resultado de algo que los dos se negaban a aceptar.

Todo su cuerpo le gritaba que era falso, que no era posible que hubiera algo más que algo carnal entre ellos y Conway sentía lo mismo, podía verlo en su ceño fruncido mientras esperaba, en sus dedos que no se quedaban quietos y las siete veces que se relamió los labios desde que Castro fue al laboratorio con sus muestras de sangre. No estaba seguro de lo que haría con cualquiera de las dos respuestas que podrían obtener en unos cuantos minutos, mucho menos predecir la reacción de Conway, el hombre estaba tan tenso como un árbol seco y muerto en medio del bosque, no estaba pálido por que su cuerpo estaba lleno de adrenalina pero podía ver como le afectaba toda la situación y no hay cosa que más quiera que ir con el, abrazarlo y decirle que todo estaría bien, pero no podía.

Los minutos pasaban tan lento como los enfermos que recorrían los pasillos y los doctores que iban apurados de aquí para allá, empezaba a darle sueño, demasiada emoción por un día, debería tomarse unas vacaciones...

-Gustabo-

Dejo de divagar en cuanto escucho la fuerte voz que le llamo, exaltado se giro sobre su lugar y lo miro.

-¿Qué sucede?- pregunto casi en un susurro, su voz estaba atascada en su garganta.

Conway no hablo, simplemente se quedo quiero mirándolo fijamente como si pudiera leer cada pensamiento y deseo que cruzara por su mente en ese momento, como si pudiera saber como solo mirarlo lo mucho que deseaba besarlo en ese momento.

-¿Que harás cuando veas el resultado?- pregunto como si el supiera ya la respuesta.

Gustabo parpadeo un par de veces y luego empezo a reírse como si hubiera dicho el chiste más graciosos del mundo, era increíble como este hombre se podía meter debajo de su piel.

-¿Sabes algo que yo no se?- pregunto casi desesperado.

-Se lo suficiente- contesto mientras volteaba su cabeza hacía el pasillo por donde Castro se acercaba con una hoja de papel en sus manos.

-Jack- le llamo mientras se ponía de pie y se tropezaba en el proceso- Dímelo ahora, por favor- rogó.

Pero ya no contesto, simplemente guardo silencio hasta que Castro se coloco frente a ellos leyendo de pies a cabeza los resultados. Gustabo respiraba hondo intentando calmarse pero sin dejar de mirar fijamente el perfil del hombre que amaba, no sabía por que le había preguntado eso, no sabía si el sabía algo que el no y eso le aterraba, no estaba listo para nada de lo que venía con un jodido positivo.

-Bueno, lo siento por tardarme- empezo- Se que deben estar estresados ​​con todo esto- su vista se encontraba sobre las letras y números- Pero creo que estarán contentos, Gustabo- le llamo- No eres hijo de Jack Conway-

Castro era un mujer preparada en la vida y muy calmada en varios escenarios, pero lo último que esperaba de ellos ante la noticia es que Gustabo saltara literalmente a la cara de Conway para besarlo, su rostro estaba echo un poema.

Pero mientras la EMSS se encontraba confusa Gustabo aprovechaba para comerle la boca entera al otro hombre, lo mantenía sujeto con fuerza por la cadera y se encargo de dirigirlos hacia una pared para que no pudiera escapar de el hasta que estuviera satisfecho, aunque esto no pasaría. por que en cuanto la espalda de Jack choco contra la superficie de yeso empezo a correspondiente el intenso beso que empezaba a hacer que sus piernas temblaran.

-¡Gustabo que carajo!- grito cuando se separaron, sintió su piel caliente y su mente confundida.

-Es la mejor noticia que he recibido en cuatro años- hablo sobre sus labios- Y voy a follarme tu culo hasta dejarlo tan relleno de mi semen que lo ultimo que me pedirás será que saque mi polla-

-No estoy entendiendo una mierda ¿Qué ¿está pasando?- Si su piel estaba un poco más pálida podría decir que era por la iluminación.

-Gracias Castro pero no tenemos que ir, tenemos que ponernos al día- le sonrío- Cuatro años pueden ser eternos-

Con un guiño coqueto tomo la mano del hombre que parecía petrificado en la pared detrás de suya y empezo a jalarlo para salir de ese lugar , el clima de ese día de Los Santos era caluroso y el rubio no sabía si el calor que sentía todo su cuerpo era por el sol ardiente que le quemaba la piel o la excitación de poder volver a tomar lo que le pertenecía.

Caminaron unas cuantas cuadras cuando salieron del Hospital hasta que tomaron un taxi, Conway se encontró en silencio todo el camino y Gustabo no pensó en otro lugar más que la casa de Isidoro, podría que empezar a buscar su propio lugar.

El silencio era abrumador, tanto que el taxista subió el volumen de la radio lo suficiente como para que se entendiera entre líneas que no buscaba una platica con ellos ya Gustabo no podría importarle menos, lo que realmente le importaba estaba sentado a su lado en silencio y con el cuerpo aún más tenso que treinta minutos atrás. Conway no lo miraba, su vista estaba en la ventana a un costado suyo mientras se mordía ligeramente la piel de su dedo pulgar, estaba ansioso o muy preocupado.

El viaje fue lo suficientemente largo como para considerar molesto e incomodo, ninguno de los dos lograba armarse de valor para comentar algo o bromear al respecto de eso, pero era tan extraño todo que ni siquiera Gustabo se sintió cómodo bromeando sobre algo que logro atormentarle la cabeza la suficiente para creer que estaba loco.

El viaje termino en exactamente 45 minutos, Gustabo pago la tarifa y no tuvo que pedirle a Conway que lo siguiera por que el ya se encontraba en caminado hacía el portón que estaba cerrado. El rubio lo miro caminar escuchando como detrás de suya el taxi se iba, lo miro unos cuantos segundos, queriendo inmortalizar en su cerebro ese día, dios era mejor que todos sus cumpleaños juntos.

-Conway- le llamo mientras se acercaba a el.- Antes de entrar, quiero que me diga que piensa-

-¿Pensar de que?- ​​hablo con hostilidad en la voz.

-No somos familia, no hay nada que nos una de esa manera y yo te amo como un puto loco- se acerco a el hasta que pudo tomarle de la mano- Pero quiero saber es mutuo, que esta tontería no te hizo cambiar lo que sentís por mi-

-¿Tontería?- pregunto con su ceño fruncido- Esto no era una jodida tontearía, esto cambio todo Gustabo.- se rio sin gracia.

-¿Acaso me llegaste a ver como un hijo?- se podía escuchar el dolor en su voz.

-No estoy tan enfermo de la cabeza como para verte como mi hijo después de que te dejara follarme- cerro sus ojos con frustración- Pero tienes que entender que no es tan fácil como mandarlo a la mierda y ya-

-Pero lo es- lo jalo hacía si mismo para abrazarlo- Tu siempre supiste que no era verdad, que nos mintieron, que lo único que quisieron hacer fue ponernos en contra- trago saliva- Pero eso ya no existe, ya no hay nada que nos haga estar separados y yo se que me extrañaste tanto como yo te extrañe a ti.-

-Mierda Gustabín- correspondió el abrazo- Todo esto es una puta película de mal gusto- se quejo.

-Lo es- se rio casi con cariño- Ahora solo quiero que nos recostemos y nos abrasemos-

-Eso no es lo que parecías querer en el hospital capullo-

-Puedo esperar-

Y ahí frente a la enorme casa se besaron con todo el cariño que habían reprimido por tantos años, se sujetaron con fuerza queriendo nunca soltarse de nuevo. Todo iba a ir mejor después de eso, se encargarían de ello.

la llave que tenía el rubio entraron a la casa en dirección a la habitación que Gustabo había usado al menos dos veces, nunca se había sentido cómodo entre esas paredes, pero ahora lo que pensaba hacer ahí era muy diferente a lo que se supone usando que estaba destinada.

El lugar estaba solo, no había rastro del dueño y parte de eso los aliviaba, no querían lidiar con comentarios estúpidos a media follada.

La habitación era espaciosa y tenía unos cuantos ventanales, creyendo que el mayor se sentiría incomodo intento acercarse para cerrar las cortinas pero fue impedido ya que fue jalado hacía la cama donde lo empujo para que quedara acostado. Conway se posiciona sobre el, cómodamente sentado sobre la entrepierna del rubio.

-Vamos a ponernos al corriente ¿quieres?- dijo mientras empezaba a desabotonar su camisa blanca.

Gustabo se quedó quieto por unos segundos para apreciar la vista del hombre que tenía encima, como se quitaba las prendas tan lentamente que parecía que la tela no quería separarse del fornido cuerpo y la piel tostada que se asomaba le llamaba para morderla y besarla. Conway estaba dando todo un espectáculo, cuando llegó el turno de quitarse su ropa interior se dio vuelta y recargando un poco su cuerpo hacía delante para que su culo quedara expuesto a la vista de Gustabo y empezo a bajar la prenda con la misma lentitud que usó para los demás y el rubio podría llegar a su límite en cualquier momento.

Conway no se quito la pieza por completa, dejo que se asentara debajo de sus glúteos y son una sonrisa sobre su hombro le pregunto a Gustabo si le gustaba la vista y este no tuvo mejor respuesta que tomarlo de la cadera y atraerlo hacia si para poder enterrar su rostro entre los dos grandes pedazos de carne que se le ofrecía tan amablemente.

Con Conway sentado casi por completo sobre su rostro Gustabo podía sentir que estaba en el cielo, se estaba comiendo el mejor culo de toda la ciudad y si la gloriosa entrada seguía apretando su lengua que se deslizaba y acariciaba tanto el borde como el interior tendría un gran problema, no quería ser un precoz en la primera noche que pasaban juntos después de tanto tiempo, así que cerro los ojos y sin dejar de chupar la piel que se encontraba empezo a intentar concentración, aunque Conway no compartía el mismo pensamiento por lo que cuando menos se lo espero sintió como su polla era cubierta por la cálida boca del superintendente que sin detenerse a pensar en otra cosa se lo trago hasta el fondo como todo un campeón.

Gustabo tuvo que separarse por que no podía evitar gemir desesperado, podía sentir como la lengua de Conway acariciaba cada una de sus venas y sus dedos curiosos apretaban sus bolas cada vez que chupaba la punta de su polla, era sin duda la mejor mamada de su vida. Su respiración agitada, el sonido característico del exceso de saliva y las arcadas de Conway llenaron la habitación que cada vez se ponía más calurosa por las temperaturas de sus cuerpos en aumento. Gustabo sentía que en cualquier comento dejaría de respirar, sentía su polla al rojo vivo cada vez que aquella boca húmeda lo abandonaba y era cambiada por una mano rugosa que no le daba ni un minuto de piedad.

Cuando Gustabo estaba seguro que se iba a correr tomo la mano que se negaba a soltarlo y con su otra mano libre lo tomo del mentón y lo atrajo hacía si mismo para besarlo, restregándose la saliva extra que se encontraba en la piel contraría y saboreaba sus propios fluidos cada vez que sus lenguas jugueteaban entre ellas.

Los besos eran deliciosos pero no eran suficientes, necesitaba meter su polla en ese mismo instante en el culo de su jefe, tomándolo del cabello lo separo con un fuerte jalón y lo derribó sobre la cama para que pudiera quedar recostado. Se tomo su tiempo para poder volver a perderse en la vista mientras era su turno de quitarse la ropa, podía ver lo desesperado que se encontraba Conway pero quería hacerlo sufrir un poco más.

Con su cuerpo desnudo y la ropa tirada en el suelo y se recostó sobre su pecho para que su rostro quedara justo sobre la polla del mayor, suspiro ligeramente en la zona para aumentar la estimulación antes de empezar a lamer la rosada y chorreante punta que lo saludaba, dejando caer la suficiente saliva en sus dedos empezo a acariciar la entrada de Jack que desde que empezo se contraría ansiosa.

Introdujo dos dedos de golpe provocándole un gemido que seguramente se habrá escuchado fuera de la habitación, pero a ninguno le podría importar menos, Gustabo movía sus dedos con agilidad y en cuanto encontró la zona que quería no la soltó.

Conway gemía sin parar y sus roncos jadeos podrían excitar a cualquier que tuviera el gusto de escuchar, una última piensa Gustabo mientras agrega un dedo más de golpe al mismo tiempo que da una fuerte succión que hace que la espalda de Conway se arquee y su polla llegue hasta el fondo de la garganta del rubio.

Sintiendo como la garganta le escocia se separo y saco sus ya empapados dedos, se dio unas cuantas caricias y coloco su polla justo en la dilatada zona, sus ojos estaban fijos en como la piel se estiraba sobre la punta de su miembro y como se retraía cada vez que lo sacaba.

-Hijo de puta- gruño Conway- Méteme tu polla ahora o te juro que..-

Gustabo no tuvo que escuchar dos veces, sujetándolo por la extrañamente estrecha cintura empezo a dar estocadas duras pero lentas, empezo a clavárselo como si nunca más pudiera tener sexo, y oh por dios pensó Gustabo, no iba a soltar este culo en toda su vida.

El cuerpo de Conway se movía con cada estocada y en algún punto su garganta quedo tan destruida por los gritos que soltaba cada vez que la polla dentro suyo llegaba a lo más profundo de su ser, se sentía tan bien, podía sentir el calor del miembro. y como se hacía lugar entre sus paredes sin pedir permiso. Su propio miembro goteaba liquido preseminal y si pudiera tener un orgasmo visual lo tendría en ese preciso momento.

El cuerpo esculpido de Gustabo, que era cubierto por enormes tatuajes se encontraba sudado y acalorado, podía notar las venas de sus brazos y de su pelvis marcarse cada vez que lo follaba con fuerza, estaba sintiendo tantas cosas al mismo tiempo que su cerebro en cualquier momento empezaría a retirarse.

La piel debajo de los dedos del rubio se encontraba rojiza y seguramente dejaría moretones de los cuales Gustabo estaría más que orgulloso de ver. Sin dejar de penetrarlo se acerco al cuello de Conway y empezo a dejarle fuertes mordidas, no estaría satisfecho hasta que un poco de sangre fuera visible y esto en vez de hacer que Conway se bajara provoco que se corriera con fuerza, su interior se retrajo y Gustabo no pudo ante tanto placer, su pene se sintió atrapado y fue como si lo hubieran ordeñado por que se corrió tan fuerte que tuvo que sujetarse de las sabanas debajo de ellos.

Sus respiraciones eran agitadas, el sudor como el semen empezaban a secarse y aunque fuera incomodo no querían separarse aun, Gustabo se removió ligeramente para acomodarse a un costado de donde se encontraba Conway tratando de recuperar la compostura, veía su pecho subir y bajar, las marcas. que había dejado y el perfilado perfil que aunque sonara jodidamente cursi brillaba por los rayos del sol que entraban por los ventanales.

El silencio era ameno, lo suficientemente cómodo para no decir ni una sola palabra, solo quedarse ahí apreciándose mutuamente y añorando un poco más de lo que podría conseguir a partir de ahí.

-Gustabo- le llamo con la voz ronca y destrozada.

-Dime- contesto mientras se dedicaba a retirar un mechón salvaje de la frente de Conway-

-Nada mal para un tipo que esta drogado 24/7- intento bromear.

Gustabo soltó una risa ligera y se recostó sin seguirle el juego.

-Gustabo- volvió a llamarlo.

-¿Qué sucede?- pregunto con sus ojos cerrados.

-...-

El silencio los cubrió y podía escuchar los pájaros que cantaban y levemente el sonido de agua cayendo, era un momento muy tranquilo después de un momento tan salvaje.

-Yo también te amo-

Su cabeza punzo de lo rápido que se levantó para mirar al hombre frente suyo, sus miradas juntas casi como si fueran una y pudieran contarse todo con solo mirarse. Gustabo entendió muchas cosas solo con verlo, sintió su estomago agitarse y su corazón bombear más sangre a su cara, no esperaba escuchar esas palabras tan pronto viniendo de el, suponía que después de tanto tiempo, esperar no era una opción.

Con una sonrisa enorme que mostraba todos sus dientes se dejo caer sobre el pecho de Conway y lo abrazo con fuerza siendo correspondido.

-Si lo piensas podremos búrlanos de esto en un tiempo- dijo con sus labios sobre la cien de Jack.

-¿Ah si?- pregunto- ¿Y como lo haríamos? gilipollas-

-Pues podrías montarme mientras te digo papi-

Gustabo fue empujado con fuerza y ​​agradeció sus reflejos ya que evito caerse por el borde, el rostro de Conway estaba rojo y tenía una mirada sorprendida.

-¡Atrévete a decirme así y te corto la polla!- le grito.

-No eres divertido viejo- sonriendo con cariño mientras se acercaba a dejarle un beso en la nariz- Bien, aburrido, no te diré así...Pronto- rio esquivando un puñetazo.

Estuvieron así por al menos treinta minutos más, entre bromas y pequeños golpes estaban intentando arreglar una relación fracturada que espero unos largos años hasta que se pudieran juntar los pedazos rotos y pudieran armar algo aún más fuerte. Estuvieron toda la tarde y noche juntos, se bañaron juntos, tuvieron dos rondas más, una en la cocina y otra contra uno de los ventanas de la habitación.

Cuando al día siguiente los agentes preguntaron sobre la uso de su jefe Gustabo solo sonreirá y dirá que se estaba recuperando en casa, no tenían que saber exactamente de que.

Carol 

29/03/24

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